José, descendiente de David, no tengas reparo en convivir con María, tu esposa, pues el hijo que ha concebido es por la acción del Espíritu Santo... [José] recibió en casa a su esposa. (Mateo 1: 20-26)


Honestamente, yo no sé cómo habría reaccionado si mi novia, con quien no he tenido relaciones sexuales, me comentara un día que estaba embarazada y que eso era obra del Espíritu Santo. El evangelio nos dijo que debido a que era un hombre justo decidió dejarla sin armar escándalo público. Aquí es donde entra en juego el ángel que habla con él (seguro que fue más larga la conversación que la fugaz descripción que hace Mateo), le explica la situación y la recibe en casa. 

María ha acaparado, no sin cierta razón, todo el protagonismo de la historia, pero ¿hubiera sido esta posible sin José? ¿Qué futuro social tenía una adolescente embarazada en el religioso y legalista Israel? La lapidación por fornicación o adulterio era lo que le esperaba. José dio legitimidad al nacimiento de Jesús. 

José, si se me permite la expresión, es el típico actor de reparto, el que nunca recibe los premios, los galardones y el gran aplauso del público. Pero José es quien, en obediencia de nuevo a Dios, huye a Egipto para salvar al niño. El que de nuevo, siguiendo la dirección del Señor se establece en Nazaret para protegerlo. Es quien ama a Jesús, lo disciplina, le enseña del Padre, lo cuida, nutre, protege y educa. El que le enseña el oficio familiar en el que trabajaron juntos durante años. El que transmitió a Jesús los valores que debían gobernar su vida.

Aprendo mucho de José. La aceptación callada y sin brillo de la voluntad del Señor. La disponibilidad de ocupar un lugar secundario, lejos de los focos, del aplauso, del reconocimiento, de la importancia. La satisfacción interna de saberse en los planes divinos ocupando un lugar estratégico, imprescindible, pero poco luminoso. José nos enseña que no hay lugar pequeño en los planes del Señor, que lo que realmente cuenta es la fidelidad al llamado recibido, no el aplauso, el reconocimiento y la promoción por parte de los demás.

¿Qué hay del carácter de José en tu vida?










 



José, descendiente de David, no tengas reparo en convivir con María, tu esposa, pues el hijo que ha concebido es por la acción del Espíritu Santo... [José] recibió en casa a su esposa. (Mateo 1: 20-26)


Honestamente, yo no sé cómo habría reaccionado si mi novia, con quien no he tenido relaciones sexuales, me comentara un día que estaba embarazada y que eso era obra del Espíritu Santo. El evangelio nos dijo que debido a que era un hombre justo decidió dejarla sin armar escándalo público. Aquí es donde entra en juego el ángel que habla con él (seguro que fue más larga la conversación que la fugaz descripción que hace Mateo), le explica la situación y la recibe en casa. 

María ha acaparado, no sin cierta razón, todo el protagonismo de la historia, pero ¿hubiera sido esta posible sin José? ¿Qué futuro social tenía una adolescente embarazada en el religioso y legalista Israel? La lapidación por fornicación o adulterio era lo que le esperaba. José dio legitimidad al nacimiento de Jesús. 

José, si se me permite la expresión, es el típico actor de reparto, el que nunca recibe los premios, los galardones y el gran aplauso del público. Pero José es quien, en obediencia de nuevo a Dios, huye a Egipto para salvar al niño. El que de nuevo, siguiendo la dirección del Señor se establece en Nazaret para protegerlo. Es quien ama a Jesús, lo disciplina, le enseña del Padre, lo cuida, nutre, protege y educa. El que le enseña el oficio familiar en el que trabajaron juntos durante años. El que transmitió a Jesús los valores que debían gobernar su vida.

Aprendo mucho de José. La aceptación callada y sin brillo de la voluntad del Señor. La disponibilidad de ocupar un lugar secundario, lejos de los focos, del aplauso, del reconocimiento, de la importancia. La satisfacción interna de saberse en los planes divinos ocupando un lugar estratégico, imprescindible, pero poco luminoso. José nos enseña que no hay lugar pequeño en los planes del Señor, que lo que realmente cuenta es la fidelidad al llamado recibido, no el aplauso, el reconocimiento y la promoción por parte de los demás.

¿Qué hay del carácter de José en tu vida?










 



José, descendiente de David, no tengas reparo en convivir con María, tu esposa, pues el hijo que ha concebido es por la acción del Espíritu Santo... [José] recibió en casa a su esposa. (Mateo 1: 20-26)


Honestamente, yo no sé cómo habría reaccionado si mi novia, con quien no he tenido relaciones sexuales, me comentara un día que estaba embarazada y que eso era obra del Espíritu Santo. El evangelio nos dijo que debido a que era un hombre justo decidió dejarla sin armar escándalo público. Aquí es donde entra en juego el ángel que habla con él (seguro que fue más larga la conversación que la fugaz descripción que hace Mateo), le explica la situación y la recibe en casa. 

María ha acaparado, no sin cierta razón, todo el protagonismo de la historia, pero ¿hubiera sido esta posible sin José? ¿Qué futuro social tenía una adolescente embarazada en el religioso y legalista Israel? La lapidación por fornicación o adulterio era lo que le esperaba. José dio legitimidad al nacimiento de Jesús. 

José, si se me permite la expresión, es el típico actor de reparto, el que nunca recibe los premios, los galardones y el gran aplauso del público. Pero José es quien, en obediencia de nuevo a Dios, huye a Egipto para salvar al niño. El que de nuevo, siguiendo la dirección del Señor se establece en Nazaret para protegerlo. Es quien ama a Jesús, lo disciplina, le enseña del Padre, lo cuida, nutre, protege y educa. El que le enseña el oficio familiar en el que trabajaron juntos durante años. El que transmitió a Jesús los valores que debían gobernar su vida.

Aprendo mucho de José. La aceptación callada y sin brillo de la voluntad del Señor. La disponibilidad de ocupar un lugar secundario, lejos de los focos, del aplauso, del reconocimiento, de la importancia. La satisfacción interna de saberse en los planes divinos ocupando un lugar estratégico, imprescindible, pero poco luminoso. José nos enseña que no hay lugar pequeño en los planes del Señor, que lo que realmente cuenta es la fidelidad al llamado recibido, no el aplauso, el reconocimiento y la promoción por parte de los demás.

¿Qué hay del carácter de José en tu vida?