Y es que la creación entera está gimiendo, a una, con dolores de parto hasta el día de hoy. (Romanos 8:22)


Antes de que el ser humano tomara la decisión de independizarse de Dios la naturaleza no era hostil. Sin embargo, no olvidemos que desde el momento de la rebelión contra el Señor todo el orden de lo creado se ve alterado: la relación del hombre con Dios, consigo mismo, con otros y, naturalmente con la creación. Esta se convierte en autónoma e independiente de la humanidad regida por las leyes que el Señor ha establecido. El ser humano incide sobre ella y viceversa. El hombre ha pasado de ser el cuidador y mayordomo de la tierra a convertirse en un depredador y destructor. La interacción entre ambos en ocasiones es benéfica, pero en ocasiones es destructiva para ambas partes. 

Pensemos, por ejemplo, en cualquier enfermedad mortal como el COVID 19 o el cáncer. El virus que nos puede llegar a matar no tiene ningún tipo de moralidad, no se está vengando de la humanidad, no quiere dañarnos intencionalmente. Simplemente sigue sus propias leyes vitales y, sin ningún tipo de conciencia, interactúa con nuestros organismos y genera los resultados que ya conocemos. Las células cancerígenas que se reproducen no responden a un plan malvado ni a una conspiración cósmica contra el ser humano. Simplemente siguen sus propias leyes y, en la medida que la investigación avanza podemos llegar a entenderlas y contrarrestarlas con un éxito creciente. 

El animal salvaje que mata a un ser humano no lo hace por sadismo ni el deseo de hacer sufrir a la víctima; es el hambre lo que le motiva y le impulsa; a diferencia del hombre que daña a otros de su especie con intencionalidad y plena conciencia, muy pocas veces por necesidad de supervivencia. El punto que quiero enfatizar es que no podemos ser seres con libre albedrío si no es en el contexto de un escenario -la creación- que es autónoma e independiente de nosotros mismos, regida por sus propias leyes y que tiene el potencial de dañarnos e incluso matarnos cuando interactuamos con ella.


¿Qué sucedería si el hombre pudiera manipular la naturaleza contra el hombre?


Y es que la creación entera está gimiendo, a una, con dolores de parto hasta el día de hoy. (Romanos 8:22)


Antes de que el ser humano tomara la decisión de independizarse de Dios la naturaleza no era hostil. Sin embargo, no olvidemos que desde el momento de la rebelión contra el Señor todo el orden de lo creado se ve alterado: la relación del hombre con Dios, consigo mismo, con otros y, naturalmente con la creación. Esta se convierte en autónoma e independiente de la humanidad regida por las leyes que el Señor ha establecido. El ser humano incide sobre ella y viceversa. El hombre ha pasado de ser el cuidador y mayordomo de la tierra a convertirse en un depredador y destructor. La interacción entre ambos en ocasiones es benéfica, pero en ocasiones es destructiva para ambas partes. 

Pensemos, por ejemplo, en cualquier enfermedad mortal como el COVID 19 o el cáncer. El virus que nos puede llegar a matar no tiene ningún tipo de moralidad, no se está vengando de la humanidad, no quiere dañarnos intencionalmente. Simplemente sigue sus propias leyes vitales y, sin ningún tipo de conciencia, interactúa con nuestros organismos y genera los resultados que ya conocemos. Las células cancerígenas que se reproducen no responden a un plan malvado ni a una conspiración cósmica contra el ser humano. Simplemente siguen sus propias leyes y, en la medida que la investigación avanza podemos llegar a entenderlas y contrarrestarlas con un éxito creciente. 

El animal salvaje que mata a un ser humano no lo hace por sadismo ni el deseo de hacer sufrir a la víctima; es el hambre lo que le motiva y le impulsa; a diferencia del hombre que daña a otros de su especie con intencionalidad y plena conciencia, muy pocas veces por necesidad de supervivencia. El punto que quiero enfatizar es que no podemos ser seres con libre albedrío si no es en el contexto de un escenario -la creación- que es autónoma e independiente de nosotros mismos, regida por sus propias leyes y que tiene el potencial de dañarnos e incluso matarnos cuando interactuamos con ella.


¿Qué sucedería si el hombre pudiera manipular la naturaleza contra el hombre?


Y es que la creación entera está gimiendo, a una, con dolores de parto hasta el día de hoy. (Romanos 8:22)


Antes de que el ser humano tomara la decisión de independizarse de Dios la naturaleza no era hostil. Sin embargo, no olvidemos que desde el momento de la rebelión contra el Señor todo el orden de lo creado se ve alterado: la relación del hombre con Dios, consigo mismo, con otros y, naturalmente con la creación. Esta se convierte en autónoma e independiente de la humanidad regida por las leyes que el Señor ha establecido. El ser humano incide sobre ella y viceversa. El hombre ha pasado de ser el cuidador y mayordomo de la tierra a convertirse en un depredador y destructor. La interacción entre ambos en ocasiones es benéfica, pero en ocasiones es destructiva para ambas partes. 

Pensemos, por ejemplo, en cualquier enfermedad mortal como el COVID 19 o el cáncer. El virus que nos puede llegar a matar no tiene ningún tipo de moralidad, no se está vengando de la humanidad, no quiere dañarnos intencionalmente. Simplemente sigue sus propias leyes vitales y, sin ningún tipo de conciencia, interactúa con nuestros organismos y genera los resultados que ya conocemos. Las células cancerígenas que se reproducen no responden a un plan malvado ni a una conspiración cósmica contra el ser humano. Simplemente siguen sus propias leyes y, en la medida que la investigación avanza podemos llegar a entenderlas y contrarrestarlas con un éxito creciente. 

El animal salvaje que mata a un ser humano no lo hace por sadismo ni el deseo de hacer sufrir a la víctima; es el hambre lo que le motiva y le impulsa; a diferencia del hombre que daña a otros de su especie con intencionalidad y plena conciencia, muy pocas veces por necesidad de supervivencia. El punto que quiero enfatizar es que no podemos ser seres con libre albedrío si no es en el contexto de un escenario -la creación- que es autónoma e independiente de nosotros mismos, regida por sus propias leyes y que tiene el potencial de dañarnos e incluso matarnos cuando interactuamos con ella.


¿Qué sucedería si el hombre pudiera manipular la naturaleza contra el hombre?


Y es que la creación entera está gimiendo, a una, con dolores de parto hasta el día de hoy. (Romanos 8:22)


Antes de que el ser humano tomara la decisión de independizarse de Dios la naturaleza no era hostil. Sin embargo, no olvidemos que desde el momento de la rebelión contra el Señor todo el orden de lo creado se ve alterado: la relación del hombre con Dios, consigo mismo, con otros y, naturalmente con la creación. Esta se convierte en autónoma e independiente de la humanidad regida por las leyes que el Señor ha establecido. El ser humano incide sobre ella y viceversa. El hombre ha pasado de ser el cuidador y mayordomo de la tierra a convertirse en un depredador y destructor. La interacción entre ambos en ocasiones es benéfica, pero en ocasiones es destructiva para ambas partes. 

Pensemos, por ejemplo, en cualquier enfermedad mortal como el COVID 19 o el cáncer. El virus que nos puede llegar a matar no tiene ningún tipo de moralidad, no se está vengando de la humanidad, no quiere dañarnos intencionalmente. Simplemente sigue sus propias leyes vitales y, sin ningún tipo de conciencia, interactúa con nuestros organismos y genera los resultados que ya conocemos. Las células cancerígenas que se reproducen no responden a un plan malvado ni a una conspiración cósmica contra el ser humano. Simplemente siguen sus propias leyes y, en la medida que la investigación avanza podemos llegar a entenderlas y contrarrestarlas con un éxito creciente. 

El animal salvaje que mata a un ser humano no lo hace por sadismo ni el deseo de hacer sufrir a la víctima; es el hambre lo que le motiva y le impulsa; a diferencia del hombre que daña a otros de su especie con intencionalidad y plena conciencia, muy pocas veces por necesidad de supervivencia. El punto que quiero enfatizar es que no podemos ser seres con libre albedrío si no es en el contexto de un escenario -la creación- que es autónoma e independiente de nosotros mismos, regida por sus propias leyes y que tiene el potencial de dañarnos e incluso matarnos cuando interactuamos con ella.


¿Qué sucedería si el hombre pudiera manipular la naturaleza contra el hombre?


Y es que la creación entera está gimiendo, a una, con dolores de parto hasta el día de hoy. (Romanos 8:22)


Antes de que el ser humano tomara la decisión de independizarse de Dios la naturaleza no era hostil. Sin embargo, no olvidemos que desde el momento de la rebelión contra el Señor todo el orden de lo creado se ve alterado: la relación del hombre con Dios, consigo mismo, con otros y, naturalmente con la creación. Esta se convierte en autónoma e independiente de la humanidad regida por las leyes que el Señor ha establecido. El ser humano incide sobre ella y viceversa. El hombre ha pasado de ser el cuidador y mayordomo de la tierra a convertirse en un depredador y destructor. La interacción entre ambos en ocasiones es benéfica, pero en ocasiones es destructiva para ambas partes. 

Pensemos, por ejemplo, en cualquier enfermedad mortal como el COVID 19 o el cáncer. El virus que nos puede llegar a matar no tiene ningún tipo de moralidad, no se está vengando de la humanidad, no quiere dañarnos intencionalmente. Simplemente sigue sus propias leyes vitales y, sin ningún tipo de conciencia, interactúa con nuestros organismos y genera los resultados que ya conocemos. Las células cancerígenas que se reproducen no responden a un plan malvado ni a una conspiración cósmica contra el ser humano. Simplemente siguen sus propias leyes y, en la medida que la investigación avanza podemos llegar a entenderlas y contrarrestarlas con un éxito creciente. 

El animal salvaje que mata a un ser humano no lo hace por sadismo ni el deseo de hacer sufrir a la víctima; es el hambre lo que le motiva y le impulsa; a diferencia del hombre que daña a otros de su especie con intencionalidad y plena conciencia, muy pocas veces por necesidad de supervivencia. El punto que quiero enfatizar es que no podemos ser seres con libre albedrío si no es en el contexto de un escenario -la creación- que es autónoma e independiente de nosotros mismos, regida por sus propias leyes y que tiene el potencial de dañarnos e incluso matarnos cuando interactuamos con ella.


¿Qué sucedería si el hombre pudiera manipular la naturaleza contra el hombre?