Juzgará naciones (Salmo 110:6)


El salmo 110 es mesiánico; así fue interpretado y usado por la iglesia primitiva. Nos habla del destino, de la dirección de la historia. Nos indica que aunque el mal, el dolor y el sufrimiento, tan a menudo, parecen reinar sin control, a pesar de que el fuerte sigue oprimiendo al vulnerable -aunque con medios más sofisticados y disfrazados de legalidad-, no siempre será así. Llegará un momento, afirma la Palabra del Señor, que Dios nos pedirá cuentas a todos y cada uno de nosotros por tres supuestos: Cuál ha sido nuestra relación con Él, con nuestro prójimo y con su creación; y todos aquellos que se creen impunes, inviolables o inmunes tendrán, sin remedio, que rendir cuentas. 

Porque si esto no es verdad, si simplemente nos estamos auto convenciendo a nosotros mismos ¿Qué sentido tiene la vida? Si el universo nunca será lo que el Señor tenía en mente y el pecado hizo inviable ¿Para qué hacer el bien y guardar nuestro corazón? Si no habrá un día en que la justicia reinará y se impondrá sin que pueda ser manipulada y usada en beneficio propio ¿Qué esperanza le queda al vulnerable, al pobre y al oprimido? 

Solo, en mi humilde opinión nos queda la desesperanza, la frustración total que puede manifestar en apatía, rabia o cinismo; el comamos y bebamos porque mañana moriremos; el darvinismo social, la supervivencia del más fuerte, el pisa o te pisan. No tiene sentido, si Dios no existe, preocuparnos por la justicia, el necesitado. Carecen de valor valores como la solidaridad, la compasión, la misericordia y un largo etcétera.

Pero no creemos que sea así. Confiamos en la promesa de que su Reino, ahora en ciernes, un día se manifestará total y completamente. Por eso, como el propio Jesús nos enseñó, oramos para que su Reino se establezca de esa forma definitiva y, al mismo tiempo, nos comprometemos y vivimos para colaborar en su construcción. Yo, así trato de hacerlo ¿Y tú?

 



Juzgará naciones (Salmo 110:6)


El salmo 110 es mesiánico; así fue interpretado y usado por la iglesia primitiva. Nos habla del destino, de la dirección de la historia. Nos indica que aunque el mal, el dolor y el sufrimiento, tan a menudo, parecen reinar sin control, a pesar de que el fuerte sigue oprimiendo al vulnerable -aunque con medios más sofisticados y disfrazados de legalidad-, no siempre será así. Llegará un momento, afirma la Palabra del Señor, que Dios nos pedirá cuentas a todos y cada uno de nosotros por tres supuestos: Cuál ha sido nuestra relación con Él, con nuestro prójimo y con su creación; y todos aquellos que se creen impunes, inviolables o inmunes tendrán, sin remedio, que rendir cuentas. 

Porque si esto no es verdad, si simplemente nos estamos auto convenciendo a nosotros mismos ¿Qué sentido tiene la vida? Si el universo nunca será lo que el Señor tenía en mente y el pecado hizo inviable ¿Para qué hacer el bien y guardar nuestro corazón? Si no habrá un día en que la justicia reinará y se impondrá sin que pueda ser manipulada y usada en beneficio propio ¿Qué esperanza le queda al vulnerable, al pobre y al oprimido? 

Solo, en mi humilde opinión nos queda la desesperanza, la frustración total que puede manifestar en apatía, rabia o cinismo; el comamos y bebamos porque mañana moriremos; el darvinismo social, la supervivencia del más fuerte, el pisa o te pisan. No tiene sentido, si Dios no existe, preocuparnos por la justicia, el necesitado. Carecen de valor valores como la solidaridad, la compasión, la misericordia y un largo etcétera.

Pero no creemos que sea así. Confiamos en la promesa de que su Reino, ahora en ciernes, un día se manifestará total y completamente. Por eso, como el propio Jesús nos enseñó, oramos para que su Reino se establezca de esa forma definitiva y, al mismo tiempo, nos comprometemos y vivimos para colaborar en su construcción. Yo, así trato de hacerlo ¿Y tú?

 



Juzgará naciones (Salmo 110:6)


El salmo 110 es mesiánico; así fue interpretado y usado por la iglesia primitiva. Nos habla del destino, de la dirección de la historia. Nos indica que aunque el mal, el dolor y el sufrimiento, tan a menudo, parecen reinar sin control, a pesar de que el fuerte sigue oprimiendo al vulnerable -aunque con medios más sofisticados y disfrazados de legalidad-, no siempre será así. Llegará un momento, afirma la Palabra del Señor, que Dios nos pedirá cuentas a todos y cada uno de nosotros por tres supuestos: Cuál ha sido nuestra relación con Él, con nuestro prójimo y con su creación; y todos aquellos que se creen impunes, inviolables o inmunes tendrán, sin remedio, que rendir cuentas. 

Porque si esto no es verdad, si simplemente nos estamos auto convenciendo a nosotros mismos ¿Qué sentido tiene la vida? Si el universo nunca será lo que el Señor tenía en mente y el pecado hizo inviable ¿Para qué hacer el bien y guardar nuestro corazón? Si no habrá un día en que la justicia reinará y se impondrá sin que pueda ser manipulada y usada en beneficio propio ¿Qué esperanza le queda al vulnerable, al pobre y al oprimido? 

Solo, en mi humilde opinión nos queda la desesperanza, la frustración total que puede manifestar en apatía, rabia o cinismo; el comamos y bebamos porque mañana moriremos; el darvinismo social, la supervivencia del más fuerte, el pisa o te pisan. No tiene sentido, si Dios no existe, preocuparnos por la justicia, el necesitado. Carecen de valor valores como la solidaridad, la compasión, la misericordia y un largo etcétera.

Pero no creemos que sea así. Confiamos en la promesa de que su Reino, ahora en ciernes, un día se manifestará total y completamente. Por eso, como el propio Jesús nos enseñó, oramos para que su Reino se establezca de esa forma definitiva y, al mismo tiempo, nos comprometemos y vivimos para colaborar en su construcción. Yo, así trato de hacerlo ¿Y tú?