Fue él quien se entregó por nosotros a fin de liberarnos de toda maldad y de prepararse un pueblo limpio y elegido, totalmente entregado a la práctica del bien. (Tito 2:14)


Amar al prójimo, como ya vimos, es buscar su bien en todas sus dimensiones, espiritual, por supuesto, pero también material, físico, emocional, intelectual, social, económico y un etcétera tan largo como tengas la capacidad de pensar. Con excesiva frecuencia hemos olvidado que esto forma parte del propósito de nuestra salvación. Hacemos énfasis acerca de qué hemos sido salvados -el pecado y la muerte eterna-; pero no hacemos tanto hincapié en para qué hemos sido rescatados. Y cuando lo hacemos, es de forma sesgada y limitada, para ir al cielo. No es eso lo que enseña la Escritura. Tomemos como ejemplo tan sólo el pasaje de Tito que encabeza este comentario. No puede ser más claro, directo y contundente. Fija tu atención en la expresión "A FIN DE" Nos habla de propósito, destino, sentido y no es otro que formar un pueblo que se caracteriza por algo muy importante, la entrega total a la práctica del bien.

No creo que sea necesario extenderme más. Tú y yo vivimos alineados con el plan de Dios en la medida en que cada día nos levantamos con el propósito de hacer el bien, con la intención de unirnos al Señor en su deseo de bendecir a la humanidad, pues para eso hemos sido salvados. Si no estamos alineados, estamos simple y llanamente alienados de su voluntad y, lamentablemente, no es un juego de palabras.

¿Cuál alineado vives con este plan de Dios? ¿Cómo afecta tu vida cotidiana?




Fue él quien se entregó por nosotros a fin de liberarnos de toda maldad y de prepararse un pueblo limpio y elegido, totalmente entregado a la práctica del bien. (Tito 2:14)


Amar al prójimo, como ya vimos, es buscar su bien en todas sus dimensiones, espiritual, por supuesto, pero también material, físico, emocional, intelectual, social, económico y un etcétera tan largo como tengas la capacidad de pensar. Con excesiva frecuencia hemos olvidado que esto forma parte del propósito de nuestra salvación. Hacemos énfasis acerca de qué hemos sido salvados -el pecado y la muerte eterna-; pero no hacemos tanto hincapié en para qué hemos sido rescatados. Y cuando lo hacemos, es de forma sesgada y limitada, para ir al cielo. No es eso lo que enseña la Escritura. Tomemos como ejemplo tan sólo el pasaje de Tito que encabeza este comentario. No puede ser más claro, directo y contundente. Fija tu atención en la expresión "A FIN DE" Nos habla de propósito, destino, sentido y no es otro que formar un pueblo que se caracteriza por algo muy importante, la entrega total a la práctica del bien.

No creo que sea necesario extenderme más. Tú y yo vivimos alineados con el plan de Dios en la medida en que cada día nos levantamos con el propósito de hacer el bien, con la intención de unirnos al Señor en su deseo de bendecir a la humanidad, pues para eso hemos sido salvados. Si no estamos alineados, estamos simple y llanamente alienados de su voluntad y, lamentablemente, no es un juego de palabras.

¿Cuál alineado vives con este plan de Dios? ¿Cómo afecta tu vida cotidiana?




Fue él quien se entregó por nosotros a fin de liberarnos de toda maldad y de prepararse un pueblo limpio y elegido, totalmente entregado a la práctica del bien. (Tito 2:14)


Amar al prójimo, como ya vimos, es buscar su bien en todas sus dimensiones, espiritual, por supuesto, pero también material, físico, emocional, intelectual, social, económico y un etcétera tan largo como tengas la capacidad de pensar. Con excesiva frecuencia hemos olvidado que esto forma parte del propósito de nuestra salvación. Hacemos énfasis acerca de qué hemos sido salvados -el pecado y la muerte eterna-; pero no hacemos tanto hincapié en para qué hemos sido rescatados. Y cuando lo hacemos, es de forma sesgada y limitada, para ir al cielo. No es eso lo que enseña la Escritura. Tomemos como ejemplo tan sólo el pasaje de Tito que encabeza este comentario. No puede ser más claro, directo y contundente. Fija tu atención en la expresión "A FIN DE" Nos habla de propósito, destino, sentido y no es otro que formar un pueblo que se caracteriza por algo muy importante, la entrega total a la práctica del bien.

No creo que sea necesario extenderme más. Tú y yo vivimos alineados con el plan de Dios en la medida en que cada día nos levantamos con el propósito de hacer el bien, con la intención de unirnos al Señor en su deseo de bendecir a la humanidad, pues para eso hemos sido salvados. Si no estamos alineados, estamos simple y llanamente alienados de su voluntad y, lamentablemente, no es un juego de palabras.

¿Cuál alineado vives con este plan de Dios? ¿Cómo afecta tu vida cotidiana?