Un valedor tanto más poderoso que los ángeles, cuanto es más excelente el título que ha recibido en herencia. (Hebreos 1:4)


El anónimo escritor de esta carta comenzó poniendo de manifiesto la superioridad de Jesús con respecto a los profetas del Antiguo Pacto. Dedicará el resto del capítulo a resaltar la superioridad del Maestro sobre los ángeles. En la época en que se escribe este libro de la Biblia el judaísmo había desarrollado una compleja doctrina acerca de los ángeles. Esto se había desarrollado en paralelo con un sentimiento cada vez más profundo de que Dios era inaccesible, que el abismo entre Él y los hombres era insuperable y, consecuentemente, era preciso tener intermediarios entre ambos. Los ángeles -mensajeros en griego- eran los responsables de este trabajo intercesores. Comunicaban los mensajes del Señor a los hombres y elevaban sus oraciones a la divinidad. Existía, pues, el peligro de que Jesús fuera considerado tan sólo un ángel, un servidor, un mensajero más de Dios.

El escritor niega esta posibilidad. Afirma la superioridad de Jesús ante profetas y ángeles por una razón simple y sencilla: Él es Dios mismo. Dios tomando la iniciativa de acercarse a nosotros en nuestra realidad y nuestras necesidades. Esto tiene implicaciones importantes para nosotros. Jesús, como Él mismo afirmó en el evangelio de Juan, es el único camino al Padre. Ya no precisamos de más intermediarios humanos o divinos para relacionarnos con Él; el Padre y Él son una misma cosa. En Jesús se revierte aquel proceso de un alejamiento cada vez mayor entre Dios y los hombres que generó una doctrina de intercesores. En el Maestro la divinidad, no sólo no es inaccesible, sino se acerca a nosotros.


¿Qué implicaciones tiene esta realidad para ti y tu vida cotidiana?



Un valedor tanto más poderoso que los ángeles, cuanto es más excelente el título que ha recibido en herencia. (Hebreos 1:4)


El anónimo escritor de esta carta comenzó poniendo de manifiesto la superioridad de Jesús con respecto a los profetas del Antiguo Pacto. Dedicará el resto del capítulo a resaltar la superioridad del Maestro sobre los ángeles. En la época en que se escribe este libro de la Biblia el judaísmo había desarrollado una compleja doctrina acerca de los ángeles. Esto se había desarrollado en paralelo con un sentimiento cada vez más profundo de que Dios era inaccesible, que el abismo entre Él y los hombres era insuperable y, consecuentemente, era preciso tener intermediarios entre ambos. Los ángeles -mensajeros en griego- eran los responsables de este trabajo intercesores. Comunicaban los mensajes del Señor a los hombres y elevaban sus oraciones a la divinidad. Existía, pues, el peligro de que Jesús fuera considerado tan sólo un ángel, un servidor, un mensajero más de Dios.

El escritor niega esta posibilidad. Afirma la superioridad de Jesús ante profetas y ángeles por una razón simple y sencilla: Él es Dios mismo. Dios tomando la iniciativa de acercarse a nosotros en nuestra realidad y nuestras necesidades. Esto tiene implicaciones importantes para nosotros. Jesús, como Él mismo afirmó en el evangelio de Juan, es el único camino al Padre. Ya no precisamos de más intermediarios humanos o divinos para relacionarnos con Él; el Padre y Él son una misma cosa. En Jesús se revierte aquel proceso de un alejamiento cada vez mayor entre Dios y los hombres que generó una doctrina de intercesores. En el Maestro la divinidad, no sólo no es inaccesible, sino se acerca a nosotros.


¿Qué implicaciones tiene esta realidad para ti y tu vida cotidiana?



Un valedor tanto más poderoso que los ángeles, cuanto es más excelente el título que ha recibido en herencia. (Hebreos 1:4)


El anónimo escritor de esta carta comenzó poniendo de manifiesto la superioridad de Jesús con respecto a los profetas del Antiguo Pacto. Dedicará el resto del capítulo a resaltar la superioridad del Maestro sobre los ángeles. En la época en que se escribe este libro de la Biblia el judaísmo había desarrollado una compleja doctrina acerca de los ángeles. Esto se había desarrollado en paralelo con un sentimiento cada vez más profundo de que Dios era inaccesible, que el abismo entre Él y los hombres era insuperable y, consecuentemente, era preciso tener intermediarios entre ambos. Los ángeles -mensajeros en griego- eran los responsables de este trabajo intercesores. Comunicaban los mensajes del Señor a los hombres y elevaban sus oraciones a la divinidad. Existía, pues, el peligro de que Jesús fuera considerado tan sólo un ángel, un servidor, un mensajero más de Dios.

El escritor niega esta posibilidad. Afirma la superioridad de Jesús ante profetas y ángeles por una razón simple y sencilla: Él es Dios mismo. Dios tomando la iniciativa de acercarse a nosotros en nuestra realidad y nuestras necesidades. Esto tiene implicaciones importantes para nosotros. Jesús, como Él mismo afirmó en el evangelio de Juan, es el único camino al Padre. Ya no precisamos de más intermediarios humanos o divinos para relacionarnos con Él; el Padre y Él son una misma cosa. En Jesús se revierte aquel proceso de un alejamiento cada vez mayor entre Dios y los hombres que generó una doctrina de intercesores. En el Maestro la divinidad, no sólo no es inaccesible, sino se acerca a nosotros.


¿Qué implicaciones tiene esta realidad para ti y tu vida cotidiana?