Puesto que también él es presa de mil debilidades, está en disposición de ser compasivo con los ignorantes y extraviados, y debe ofrecer sacrificios tanto por los pecados del pueblo como por los suyos propios. (Hebreos 5:2)


Antes de ofrecer sacrificios por el pueblo el sumo sacerdote debía hacerlo por sus propios pecados. Veo que es algo tremendamente pedagógico; el sacerdote debía de afrontar, reconocer y pedir perdón por su realidad como ser humano pecador y necesitado de la gracia y el perdón de Dios. Sólo desde su miseria estaba en condiciones de ser de bendición para los otros. Desde su propia realidad pecadora podía entender a los demás pecadores, podía ser bondadoso y misericordioso con ellos de la misma manera que el Señor lo había sido con él. El lidiar primeramente con su propio pecado le impedía caer en la tentación de sentirse superior a otros, mejor como ser humano, más espiritual que el resto de los mortales. Se podía ver a sí mismo identificado en el pecado de los demás y, consecuentemente, podía, como dice el autor de Hebreos, ser compasivo con ellos.

Es una buena lección para nosotros que, con tanta premura y frivolidad, juzgamos a otros y nos sentimos superiores, que nos cuesta ser compasivos y mostrar la misma compasión que se ha tenido hacia nosotros. Creo que todo aquel que no siga esta pauta está descalificándose para ser un sacerdote ante Dios.


¿Hasta qué punto te falta hacia otros la compasión que fue y sigue siendo mostrada hacia ti?
















Puesto que también él es presa de mil debilidades, está en disposición de ser compasivo con los ignorantes y extraviados, y debe ofrecer sacrificios tanto por los pecados del pueblo como por los suyos propios. (Hebreos 5:2)


Antes de ofrecer sacrificios por el pueblo el sumo sacerdote debía hacerlo por sus propios pecados. Veo que es algo tremendamente pedagógico; el sacerdote debía de afrontar, reconocer y pedir perdón por su realidad como ser humano pecador y necesitado de la gracia y el perdón de Dios. Sólo desde su miseria estaba en condiciones de ser de bendición para los otros. Desde su propia realidad pecadora podía entender a los demás pecadores, podía ser bondadoso y misericordioso con ellos de la misma manera que el Señor lo había sido con él. El lidiar primeramente con su propio pecado le impedía caer en la tentación de sentirse superior a otros, mejor como ser humano, más espiritual que el resto de los mortales. Se podía ver a sí mismo identificado en el pecado de los demás y, consecuentemente, podía, como dice el autor de Hebreos, ser compasivo con ellos.

Es una buena lección para nosotros que, con tanta premura y frivolidad, juzgamos a otros y nos sentimos superiores, que nos cuesta ser compasivos y mostrar la misma compasión que se ha tenido hacia nosotros. Creo que todo aquel que no siga esta pauta está descalificándose para ser un sacerdote ante Dios.


¿Hasta qué punto te falta hacia otros la compasión que fue y sigue siendo mostrada hacia ti?
















Puesto que también él es presa de mil debilidades, está en disposición de ser compasivo con los ignorantes y extraviados, y debe ofrecer sacrificios tanto por los pecados del pueblo como por los suyos propios. (Hebreos 5:2)


Antes de ofrecer sacrificios por el pueblo el sumo sacerdote debía hacerlo por sus propios pecados. Veo que es algo tremendamente pedagógico; el sacerdote debía de afrontar, reconocer y pedir perdón por su realidad como ser humano pecador y necesitado de la gracia y el perdón de Dios. Sólo desde su miseria estaba en condiciones de ser de bendición para los otros. Desde su propia realidad pecadora podía entender a los demás pecadores, podía ser bondadoso y misericordioso con ellos de la misma manera que el Señor lo había sido con él. El lidiar primeramente con su propio pecado le impedía caer en la tentación de sentirse superior a otros, mejor como ser humano, más espiritual que el resto de los mortales. Se podía ver a sí mismo identificado en el pecado de los demás y, consecuentemente, podía, como dice el autor de Hebreos, ser compasivo con ellos.

Es una buena lección para nosotros que, con tanta premura y frivolidad, juzgamos a otros y nos sentimos superiores, que nos cuesta ser compasivos y mostrar la misma compasión que se ha tenido hacia nosotros. Creo que todo aquel que no siga esta pauta está descalificándose para ser un sacerdote ante Dios.


¿Hasta qué punto te falta hacia otros la compasión que fue y sigue siendo mostrada hacia ti?