¿Qué es el ser humano para que te acuerdes de él? ¿Qué el simple mortal para que preocupes por él? (Hebreos 2: 6-7)


Quien escribió esta epístola estaba citando las palabras del salmo 8 donde David habla acerca de lo incomprensible que resulta que Dios tenga interés en los seres humanos. Este interés todavía resulta más paradójico cuando nos damos cuenta de la situación actual del hombre. Al mirar a nuestro alrededor y mirarnos a nosotros mismos, tomamos conciencia -o deberíamos hacerlo- de que no somos el tipo de personas que deberíamos ser. El pecado nos ha degradado hasta límites inimaginables, ha hecho de nosotros una simple caricatura de lo que estábamos destinados a ser. 

Boyatzis, un experto en el desarrollo humano explica una estrategia para el cambio. Indica que para poder generar la suficiente energía y motivación para acometer el cambio en nuestras vidas debemos comparar nuestro yo real -lo que somos- con nuestro yo ideal -lo que deberíamos ser- De esta comparación se evidenciarán las brechas entre la realidad y el ideal, se pondrán de manifiesto y, consecuentemente, podremos observar un itinerario para el cambio y la transformación.

Estoy totalmente de acuerdo. Jesús es nuestro yo ideal. Es el auténtico ser humano, lo que nosotros hubiéramos tenido que ser. Cuando nos comparamos con Él -desde nuestro yo real- aparecen las disonancias y, consecuentemente, un itinerario para el cambio. Al fin y al cabo para eso hemos sido salvados, para ser hechos conformes a la imagen de su Hijo.


Tómate un tiempo. Compara tu yo real con tu yo ideal ¿Qué observas?



¿Qué es el ser humano para que te acuerdes de él? ¿Qué el simple mortal para que preocupes por él? (Hebreos 2: 6-7)


Quien escribió esta epístola estaba citando las palabras del salmo 8 donde David habla acerca de lo incomprensible que resulta que Dios tenga interés en los seres humanos. Este interés todavía resulta más paradójico cuando nos damos cuenta de la situación actual del hombre. Al mirar a nuestro alrededor y mirarnos a nosotros mismos, tomamos conciencia -o deberíamos hacerlo- de que no somos el tipo de personas que deberíamos ser. El pecado nos ha degradado hasta límites inimaginables, ha hecho de nosotros una simple caricatura de lo que estábamos destinados a ser. 

Boyatzis, un experto en el desarrollo humano explica una estrategia para el cambio. Indica que para poder generar la suficiente energía y motivación para acometer el cambio en nuestras vidas debemos comparar nuestro yo real -lo que somos- con nuestro yo ideal -lo que deberíamos ser- De esta comparación se evidenciarán las brechas entre la realidad y el ideal, se pondrán de manifiesto y, consecuentemente, podremos observar un itinerario para el cambio y la transformación.

Estoy totalmente de acuerdo. Jesús es nuestro yo ideal. Es el auténtico ser humano, lo que nosotros hubiéramos tenido que ser. Cuando nos comparamos con Él -desde nuestro yo real- aparecen las disonancias y, consecuentemente, un itinerario para el cambio. Al fin y al cabo para eso hemos sido salvados, para ser hechos conformes a la imagen de su Hijo.


Tómate un tiempo. Compara tu yo real con tu yo ideal ¿Qué observas?



¿Qué es el ser humano para que te acuerdes de él? ¿Qué el simple mortal para que preocupes por él? (Hebreos 2: 6-7)


Quien escribió esta epístola estaba citando las palabras del salmo 8 donde David habla acerca de lo incomprensible que resulta que Dios tenga interés en los seres humanos. Este interés todavía resulta más paradójico cuando nos damos cuenta de la situación actual del hombre. Al mirar a nuestro alrededor y mirarnos a nosotros mismos, tomamos conciencia -o deberíamos hacerlo- de que no somos el tipo de personas que deberíamos ser. El pecado nos ha degradado hasta límites inimaginables, ha hecho de nosotros una simple caricatura de lo que estábamos destinados a ser. 

Boyatzis, un experto en el desarrollo humano explica una estrategia para el cambio. Indica que para poder generar la suficiente energía y motivación para acometer el cambio en nuestras vidas debemos comparar nuestro yo real -lo que somos- con nuestro yo ideal -lo que deberíamos ser- De esta comparación se evidenciarán las brechas entre la realidad y el ideal, se pondrán de manifiesto y, consecuentemente, podremos observar un itinerario para el cambio y la transformación.

Estoy totalmente de acuerdo. Jesús es nuestro yo ideal. Es el auténtico ser humano, lo que nosotros hubiéramos tenido que ser. Cuando nos comparamos con Él -desde nuestro yo real- aparecen las disonancias y, consecuentemente, un itinerario para el cambio. Al fin y al cabo para eso hemos sido salvados, para ser hechos conformes a la imagen de su Hijo.


Tómate un tiempo. Compara tu yo real con tu yo ideal ¿Qué observas?