Pocos y desgraciados han sido los años de mi vida, y no llegan a sumar los años que mis antepasados vivieron como emigrantes. (Génesis 47:8)


¿Qué pudo llevar a Jacob a hacer semejante exclamación? Una persona que había experimentado revelaciones directas de parte de Dios, que había tenido encuentros personales con Él. Tiene que ser verdaderamente triste llegar al final de tus días, mirar hacia atrás y sacar semejante conclusión. Uno se puede acercar a este pasaje desde dos posiciones diferentes. La de aquel que ya ve cercana la fecha en que habrá que hacer balance de la vida, de cómo se ha vivido. También la de aquel que ve esa misma fecha como algo lejano, algo de lo que se sabe que está allá, al final del camino pero, sin embargo, no tiene ningún efecto sobre la forma en que vivimos en la actualidad. 

Para aquellos que nos encontramos en la primera posición vale la pena pararse por un momento y pensar cómo hemos vivido. Creo que, al fin y al cabo, lo que cuenta cuando te acercas al final es qué tipo de legado dejas, qué impacto ha producido tu vida en los demás. Comenzando, sin duda, por nuestras familias y siguiendo por nuestros diferentes círculos de influencia, aquellos en los que nos movemos. Una vida que no ha producido un impacto, que no deja un legado, que no se ha caracterizado por la práctica intencional del bien, por tratar -no digo conseguir, tratar tan sólo- de ser un agente de restauración en un mundo roto, tal vez sea una vida que sienta lo mismo que sintió Jacob. Sin embargo, mientras queda vida hay la posibilidad de vivir diferente y, esos últimos años, pueden marcar una diferencia en nuestra evaluación de nuestra entera existencia.

Para aquellos que os encontráis lejos del final de vuestra vida -al menos estadísticamente- es el momento de pensar, visualizar, reflexionar sobre cómo deseáis que sea vuestro final. Qué impacto queréis lograr para el Reino de Dios, qué legado deseáis dejar. Visualizar ese final puede ser una increíble fuente de motivación e inspiración para vivir la vida cotidiana. Como dijo un gran hombre: "Vivir siempre con el fin a la vista".


¿Qué deberías hacer como resultado de esta lectura?



Pocos y desgraciados han sido los años de mi vida, y no llegan a sumar los años que mis antepasados vivieron como emigrantes. (Génesis 47:8)


¿Qué pudo llevar a Jacob a hacer semejante exclamación? Una persona que había experimentado revelaciones directas de parte de Dios, que había tenido encuentros personales con Él. Tiene que ser verdaderamente triste llegar al final de tus días, mirar hacia atrás y sacar semejante conclusión. Uno se puede acercar a este pasaje desde dos posiciones diferentes. La de aquel que ya ve cercana la fecha en que habrá que hacer balance de la vida, de cómo se ha vivido. También la de aquel que ve esa misma fecha como algo lejano, algo de lo que se sabe que está allá, al final del camino pero, sin embargo, no tiene ningún efecto sobre la forma en que vivimos en la actualidad. 

Para aquellos que nos encontramos en la primera posición vale la pena pararse por un momento y pensar cómo hemos vivido. Creo que, al fin y al cabo, lo que cuenta cuando te acercas al final es qué tipo de legado dejas, qué impacto ha producido tu vida en los demás. Comenzando, sin duda, por nuestras familias y siguiendo por nuestros diferentes círculos de influencia, aquellos en los que nos movemos. Una vida que no ha producido un impacto, que no deja un legado, que no se ha caracterizado por la práctica intencional del bien, por tratar -no digo conseguir, tratar tan sólo- de ser un agente de restauración en un mundo roto, tal vez sea una vida que sienta lo mismo que sintió Jacob. Sin embargo, mientras queda vida hay la posibilidad de vivir diferente y, esos últimos años, pueden marcar una diferencia en nuestra evaluación de nuestra entera existencia.

Para aquellos que os encontráis lejos del final de vuestra vida -al menos estadísticamente- es el momento de pensar, visualizar, reflexionar sobre cómo deseáis que sea vuestro final. Qué impacto queréis lograr para el Reino de Dios, qué legado deseáis dejar. Visualizar ese final puede ser una increíble fuente de motivación e inspiración para vivir la vida cotidiana. Como dijo un gran hombre: "Vivir siempre con el fin a la vista".


¿Qué deberías hacer como resultado de esta lectura?



Pocos y desgraciados han sido los años de mi vida, y no llegan a sumar los años que mis antepasados vivieron como emigrantes. (Génesis 47:8)


¿Qué pudo llevar a Jacob a hacer semejante exclamación? Una persona que había experimentado revelaciones directas de parte de Dios, que había tenido encuentros personales con Él. Tiene que ser verdaderamente triste llegar al final de tus días, mirar hacia atrás y sacar semejante conclusión. Uno se puede acercar a este pasaje desde dos posiciones diferentes. La de aquel que ya ve cercana la fecha en que habrá que hacer balance de la vida, de cómo se ha vivido. También la de aquel que ve esa misma fecha como algo lejano, algo de lo que se sabe que está allá, al final del camino pero, sin embargo, no tiene ningún efecto sobre la forma en que vivimos en la actualidad. 

Para aquellos que nos encontramos en la primera posición vale la pena pararse por un momento y pensar cómo hemos vivido. Creo que, al fin y al cabo, lo que cuenta cuando te acercas al final es qué tipo de legado dejas, qué impacto ha producido tu vida en los demás. Comenzando, sin duda, por nuestras familias y siguiendo por nuestros diferentes círculos de influencia, aquellos en los que nos movemos. Una vida que no ha producido un impacto, que no deja un legado, que no se ha caracterizado por la práctica intencional del bien, por tratar -no digo conseguir, tratar tan sólo- de ser un agente de restauración en un mundo roto, tal vez sea una vida que sienta lo mismo que sintió Jacob. Sin embargo, mientras queda vida hay la posibilidad de vivir diferente y, esos últimos años, pueden marcar una diferencia en nuestra evaluación de nuestra entera existencia.

Para aquellos que os encontráis lejos del final de vuestra vida -al menos estadísticamente- es el momento de pensar, visualizar, reflexionar sobre cómo deseáis que sea vuestro final. Qué impacto queréis lograr para el Reino de Dios, qué legado deseáis dejar. Visualizar ese final puede ser una increíble fuente de motivación e inspiración para vivir la vida cotidiana. Como dijo un gran hombre: "Vivir siempre con el fin a la vista".


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