Alabad al Señor por su bondad, porque es eterno su amor. (Salmo 136:1)


El salmo 136 tiene una estructura curiosa para nosotros los occidentales. Cada versículo sigue el mismo patrón; primero hace una afirmación referida a la intervención del Señor en la historia de Israel, a continuación, la refrenda afirmando que está relacionada con el eterno amor del Señor. Todo el salmo tiene esta cadencia.

Es algo común en el Antiguo Testamento la invitación a mirar hacia atrás -no para quedarse anclado en los viejos buenos tiempos- sino para reconocer las pautas de la intervención de Dios en la vida de su pueblo. Sería una buena experiencia el poder construir nuestro propio salmo, desgranar los episodios de nuestra vida y reconocer el amor eterno del Señor para con nosotros.

 



Alabad al Señor por su bondad, porque es eterno su amor. (Salmo 136:1)


El salmo 136 tiene una estructura curiosa para nosotros los occidentales. Cada versículo sigue el mismo patrón; primero hace una afirmación referida a la intervención del Señor en la historia de Israel, a continuación, la refrenda afirmando que está relacionada con el eterno amor del Señor. Todo el salmo tiene esta cadencia.

Es algo común en el Antiguo Testamento la invitación a mirar hacia atrás -no para quedarse anclado en los viejos buenos tiempos- sino para reconocer las pautas de la intervención de Dios en la vida de su pueblo. Sería una buena experiencia el poder construir nuestro propio salmo, desgranar los episodios de nuestra vida y reconocer el amor eterno del Señor para con nosotros.

 



Alabad al Señor por su bondad, porque es eterno su amor. (Salmo 136:1)


El salmo 136 tiene una estructura curiosa para nosotros los occidentales. Cada versículo sigue el mismo patrón; primero hace una afirmación referida a la intervención del Señor en la historia de Israel, a continuación, la refrenda afirmando que está relacionada con el eterno amor del Señor. Todo el salmo tiene esta cadencia.

Es algo común en el Antiguo Testamento la invitación a mirar hacia atrás -no para quedarse anclado en los viejos buenos tiempos- sino para reconocer las pautas de la intervención de Dios en la vida de su pueblo. Sería una buena experiencia el poder construir nuestro propio salmo, desgranar los episodios de nuestra vida y reconocer el amor eterno del Señor para con nosotros.