No te pido que los saques del mundo, sino que los libres del mal. (Juan 17:15)

El mundo, ese sistema social, cultural, político, económico construido al margen de Dios y con frecuencia en contra de Él. Lo sorprendente es que, contra todo pronóstico, la oración de Jesús al Padre no es para que seamos sacados del mundo y vivamos en un gueto. No, el Maestro no quiere orar en esa dirección porque sabe que estar en el mundo es el lugar correcto para sus seguidores, es allí donde deben ser sal y luz, donde deben dar testimonio de que hay una manera alternativa de vivir y relacionarse. Debemos estar en el mundo sin ser del mundo.

Pero la oración de Jesús tiene un segundo componente: "líbralos del mal" Si continuamos leyendo el evangelio de Juan encontraremos la clave para que estando en el mundo este no nos afecte. Es la Palabra del Señor en nuestras mentes y nuestros corazones la que nos permitirá estar sin, por decirlo de alguna manera, ser contaminados por el mundo. Del mismo modo que el protector solar en tu piel impide que te quemes, la Palabra en tu vida impide que te contamines. Sin ella es imposible estar y no ser afectados por el mundo.

¿Cuánto protector contra el mal hay en tu vida?