Por lo tanto, permitir que la naturaleza pecaminosa os controle la mente lleva a la muerte. Pero permitir que el Espíritu os controle la mente lleva a la vida y a la Paz. (Romanos 8:6)


Con demasiada frecuencia buscamos determinados resultados en nuestra vida, como por ejemplo, el gozo, la paz, la paciencia, el amor, las relaciones saludables, el sentido y propósito y un etcétera tan largo como ldeseemos. Dicho de otro modo, nos centramos en los resultados exteriores pero no pensamos en cuáles son las realidades vitales que los producen, que los hacen posibles. Lamentablemente, lo uno no es posible sin lo otro y, en el extraño caso en que podamos experimentarlo es brevemente porque no es posible sostenerlo en el tiempo. 

Pablo nos enseña a lo largo de toda la primera mitad del capítulo ocho que quien nos controla determina el tipo de fruto que produce nuestra vida. Cuando la observamos objetivamente desde el exterior y tomamos nota de esos frutos podemos plantearnos la pregunta: ¿Qué paradigma interno los genera? Porque no vamos a obtener frutos diferentes si no cambiamos el paradigma interno. Solo el fanático, como dice la popular frase, espera obtener frutos diferentes haciendo las mismas cosas.

La naturaleza pecaminosa solo puede producir muerte; muerte en el sentido más amplio de la expresión. El Espíritu solo puede producir vida, también en un sentido amplio.

¿Qué gobierna tu vida, qué frutos produce?
 



Por lo tanto, permitir que la naturaleza pecaminosa os controle la mente lleva a la muerte. Pero permitir que el Espíritu os controle la mente lleva a la vida y a la Paz. (Romanos 8:6)


Con demasiada frecuencia buscamos determinados resultados en nuestra vida, como por ejemplo, el gozo, la paz, la paciencia, el amor, las relaciones saludables, el sentido y propósito y un etcétera tan largo como ldeseemos. Dicho de otro modo, nos centramos en los resultados exteriores pero no pensamos en cuáles son las realidades vitales que los producen, que los hacen posibles. Lamentablemente, lo uno no es posible sin lo otro y, en el extraño caso en que podamos experimentarlo es brevemente porque no es posible sostenerlo en el tiempo. 

Pablo nos enseña a lo largo de toda la primera mitad del capítulo ocho que quien nos controla determina el tipo de fruto que produce nuestra vida. Cuando la observamos objetivamente desde el exterior y tomamos nota de esos frutos podemos plantearnos la pregunta: ¿Qué paradigma interno los genera? Porque no vamos a obtener frutos diferentes si no cambiamos el paradigma interno. Solo el fanático, como dice la popular frase, espera obtener frutos diferentes haciendo las mismas cosas.

La naturaleza pecaminosa solo puede producir muerte; muerte en el sentido más amplio de la expresión. El Espíritu solo puede producir vida, también en un sentido amplio.

¿Qué gobierna tu vida, qué frutos produce?
 



Por lo tanto, permitir que la naturaleza pecaminosa os controle la mente lleva a la muerte. Pero permitir que el Espíritu os controle la mente lleva a la vida y a la Paz. (Romanos 8:6)


Con demasiada frecuencia buscamos determinados resultados en nuestra vida, como por ejemplo, el gozo, la paz, la paciencia, el amor, las relaciones saludables, el sentido y propósito y un etcétera tan largo como ldeseemos. Dicho de otro modo, nos centramos en los resultados exteriores pero no pensamos en cuáles son las realidades vitales que los producen, que los hacen posibles. Lamentablemente, lo uno no es posible sin lo otro y, en el extraño caso en que podamos experimentarlo es brevemente porque no es posible sostenerlo en el tiempo. 

Pablo nos enseña a lo largo de toda la primera mitad del capítulo ocho que quien nos controla determina el tipo de fruto que produce nuestra vida. Cuando la observamos objetivamente desde el exterior y tomamos nota de esos frutos podemos plantearnos la pregunta: ¿Qué paradigma interno los genera? Porque no vamos a obtener frutos diferentes si no cambiamos el paradigma interno. Solo el fanático, como dice la popular frase, espera obtener frutos diferentes haciendo las mismas cosas.

La naturaleza pecaminosa solo puede producir muerte; muerte en el sentido más amplio de la expresión. El Espíritu solo puede producir vida, también en un sentido amplio.

¿Qué gobierna tu vida, qué frutos produce?