Jesús entonces les dijo: -No tengáis miedo. Id a llevar la noticia a mis hermanos. Decidles que se dirijan a Galilea; allí podrían verme. (Mateo 28:10)

Las mujeres son las protagonistas del relato de la resurrección narrado por Mateo. Son ellas las que pasado el día de reposo se presenta en la tumba ¿Con qué propósito? Son a ellas a las que se les aparece el ángel y les anuncia, no sólo la resurrección del Maestro, sino les encomienda que sean testigos de la misma ¿No sabe el ángel que en el mundo judío el testimonio de una mujer no tiene ningún valor? Finalmente, es a ellas a las primeras personas a las que se les aparece el Jesús resucitado y les ratifica la comisión (por si el ángel se había equivocado) de ser testigos de su resurrección, nada más y nada menos, que a los once apóstoles restantes.

Si Jesús, como afirmamos, es Dios, no podemos pasar por alto su tratamiento de la mujer, su forma de honrarla, de valorar y darle lugar en el ministerio. Las mujeres son las enviadas -apóstoles- a los que serán los enviados -apóstoles-. Son las testigos de los que posteriormente serán los testigos de la resurrección al mundo entero. Ni podemos ni debemos ignorar el valor de lo hecho por Jesús y narrado por Mateo en este pasaje.

Eso, sin duda, tiene muchas implicaciones para nosotros. A Pablo y sus enseñanzas sobre la mujer y su lugar en el ministerio hay que leerlo desde la perspectiva de Jesús quien, de nuevo afirmo, es Dios hecho ser humano. No podemos leer a Jesús con los ojos de Pablo. Si en algún momento aparece una aparente contradicción entre ambos se debe resolver, sin ningún género de dudas, en favor de Jesús nuestro Dios, Señor y Salvador. Hacer lo contrario, ignorar el acercamiento de Jesús a la mujer a lo largo de todo su ministerio puede ser sectario y ofensivo para aquel a quien llamamos Maestro.

Lector, si eres mujer, no renuncies al tratamiento, honor y valor que el Maestro te ha dado. No permitas que nadie te tenga en poco. Lector, si eres hombre, alinea tu pensamiento con el del Maestro de Galilea, aprende de Él la forma de tratar a la mujer y valorar su ministerio.


¿Quién centra nuestro pensamiento respecto al papel de la mujer, Pablo o Jesús?