¡No sé quién es ese hombre! (Mateo 26:74)
 
 
El capítulo 26 de Mateo culmina con la dramática negación de Pedro que ya había sido anticipada por Jesús durante la última cena. Siempre es difícil saber cómo vamos a responder las personas cuando nos encontramos bajo presión. De hecho esta, la presión, es la que pone de manifiesto la calidad de nuestra experiencia personal de seguimiento del Maestro.
 
La presión tiene la "virtud" de poner de manifiesto lo que hay, la realidad de quiénes somos. Bajo presión sale a relucir nuestro real y genuino yo. Teniendo esto en cuenta pienso en la cantidad de ocasiones en las que yo mismo he respondido de la misma manera que Pedro, no sé quién es ese hombre.
 
Las presiones que me han llevado a eso pueden haber sido de diferente tipo. En ocasiones afirmar que conocía a Jesús no hubiera sido políticamente correcto, en otras hubiera teñido la imagen que tengo o pretendo tener de un tono no adecuado a la situación. Aún en otras ocasiones me he hecho el loco porque decantarme como conocedor de Jesús hubiera implicado tener que tomar acción u omisión, algo que en aquel momento ni quería ni me apetecía. El miedo al rechazo, a ser clasificado y otro largo etcétera se podrían añadir a la lista de ocasiones en las cuales he afirmado, o he callado, que no sabía quién era ese hombre.
 
En la vida estaremos siempre afrontando situaciones de presión que nos permitirán o nos pondrán en la tesitura de tener que afirmar o negar nuestra relación con el Maestro. Cada una de ella es una oportunidad para honrarle, pero incluso si fallamos, es una oportunidad para darnos cuenta de quiénes somos y, consecuentemente, siempre hay espacio y esperanza para el cambio.
 
 
¿Cuál es tu experiencia respecto a reconocer o no en público a Jesús?