Di a los sacerdotes y a todo el pueblo de la tierra: Cuando ayunabais y hacíais duelo el el quinto y séptimo mes desde hace ya setenta años, ¿acaso lo hacíais para honrarme a mí?... ¿no lo hacíais acaso para vuestro provecho? (Zacarías 7:5)

A vueltas con el uso del ministerio como medio de edificar nuestra propia identidad y validarnos como personas, viene a mí este pasaje del profeta Zacarías donde el Señor cuestiona las motivaciones de los líderes y del pueblo.

La pregunta del Señor no puede ser más clara y más directa: ¿lo hacéis por mí para mí o, por el contrario lo hacéis para vuestro propio provecho? Naturalmente es fácil contestar esta pregunta sin pensar, sin una reflexión previa, sin una introspección que nos ayude a discernir cuáles son el fondo las verdaderas razones por las cuales hacemos lo que hacemos.

Y, si lo llevamos a cabo, si permitimos que el Espíritu del Señor eche luz sobre ellas es probable que encontremos una mezcla de motivos puros e impuros, de motivaciones correctas e incorrectas, de satisfacer nuestras necesidades en el nombre del servicio al Señor. 

¿Qué encuentras en tu corazón cuando haces un análisis de motivaciones?