No está bien discriminar personas. (Proverbios 28:21)

Dar un trato diferente a personas que merecerían recibir el mismo trato que otras de su género y que supone beneficiar a unos y perjudicar a otros sin más motivos que la diferencia de raza, sexo, ideas políticas, religión, etc. Así es como el diccionario describe la discriminación. La Palabra de Dios lo condena claramente en numerosas ocasiones y tiene toda la razón porque precisamente se nos indica que el Señor no hace acepción de personas, es decir, no discrimina. Esta actitud es uno de los resultados del pecado que ha roto nuestras relaciones interpersonales y hace que despreciemos o incluso abusemos de otros seres humanos en función de las diferencias. Curiosamente la comunidad cristiana debería ser el lugar de la inclusión de todo ser humano rompiendo y superando la discriminación. Tristemente, en muchas ocasiones, no es así.  ¿A quién discriminas tú?


 No está bien discriminar personas. (Proverbios 28:21)

Dar un trato diferente a personas que merecerían recibir el mismo trato que otras de su género y que supone beneficiar a unos y perjudicar a otros sin más motivos que la diferencia de raza, sexo, ideas políticas, religión, etc. Así es como el diccionario describe la discriminación. La Palabra de Dios lo condena claramente en numerosas ocasiones y tiene toda la razón porque precisamente se nos indica que el Señor no hace acepción de personas, es decir, no discrimina. Esta actitud es uno de los resultados del pecado que ha roto nuestras relaciones interpersonales y hace que despreciemos o incluso abusemos de otros seres humanos en función de las diferencias. Curiosamente la comunidad cristiana debería ser el lugar de la inclusión de todo ser humano rompiendo y superando la discriminación. Tristemente, en muchas ocasiones, no es así.  ¿A quién discriminas tú?


 No está bien discriminar personas. (Proverbios 28:21)

Dar un trato diferente a personas que merecerían recibir el mismo trato que otras de su género y que supone beneficiar a unos y perjudicar a otros sin más motivos que la diferencia de raza, sexo, ideas políticas, religión, etc. Así es como el diccionario describe la discriminación. La Palabra de Dios lo condena claramente en numerosas ocasiones y tiene toda la razón porque precisamente se nos indica que el Señor no hace acepción de personas, es decir, no discrimina. Esta actitud es uno de los resultados del pecado que ha roto nuestras relaciones interpersonales y hace que despreciemos o incluso abusemos de otros seres humanos en función de las diferencias. Curiosamente la comunidad cristiana debería ser el lugar de la inclusión de todo ser humano rompiendo y superando la discriminación. Tristemente, en muchas ocasiones, no es así.  ¿A quién discriminas tú?