Bendice, alma mía, al Señor, no te olvides de sus favores. (Salmo 103:2)

La Palabra nos invita a no olvidar ninguno de los beneficios del Señor. Lo entiendo de dos maneras. La primera, de forma intencional pararnos y ver cómo Dios ha intervenido en nuestras vidas. De no hacerlo, podemos caer en el riesgo de atribuir a la casualidad, el azar, la suerte u otras fuentes lo que nos ha pasado o está pasando en nuestras vidas. Ver la intervención del Padre en nuestras vidas genera una actitud de gratitud hacia Él. La segunda, es porque cuando miramos hacia atrás y vemos la huella del Señor en nuestras vidas no provee de seguridad para afrontar el presente y esperanza para el futuro.

La Cuaresma te invita a que mires atrás, recuerdes la intervención de Dios y le des gracias por ello.

 


Bendice, alma mía, al Señor, no te olvides de sus favores. (Salmo 103:2)

La Palabra nos invita a no olvidar ninguno de los beneficios del Señor. Lo entiendo de dos maneras. La primera, de forma intencional pararnos y ver cómo Dios ha intervenido en nuestras vidas. De no hacerlo, podemos caer en el riesgo de atribuir a la casualidad, el azar, la suerte u otras fuentes lo que nos ha pasado o está pasando en nuestras vidas. Ver la intervención del Padre en nuestras vidas genera una actitud de gratitud hacia Él. La segunda, es porque cuando miramos hacia atrás y vemos la huella del Señor en nuestras vidas no provee de seguridad para afrontar el presente y esperanza para el futuro.

La Cuaresma te invita a que mires atrás, recuerdes la intervención de Dios y le des gracias por ello.

 


Bendice, alma mía, al Señor, no te olvides de sus favores. (Salmo 103:2)

La Palabra nos invita a no olvidar ninguno de los beneficios del Señor. Lo entiendo de dos maneras. La primera, de forma intencional pararnos y ver cómo Dios ha intervenido en nuestras vidas. De no hacerlo, podemos caer en el riesgo de atribuir a la casualidad, el azar, la suerte u otras fuentes lo que nos ha pasado o está pasando en nuestras vidas. Ver la intervención del Padre en nuestras vidas genera una actitud de gratitud hacia Él. La segunda, es porque cuando miramos hacia atrás y vemos la huella del Señor en nuestras vidas no provee de seguridad para afrontar el presente y esperanza para el futuro.

La Cuaresma te invita a que mires atrás, recuerdes la intervención de Dios y le des gracias por ello.