Así que, por un lado veneraban al Señor y, por otro, daban culto a otros dioses. (2 Reyes 17:33)


Hoy hago un alto en el estudio del libro de Hebreos. El pasaje del libro de Reyes al que pertenece este versículo me ha llevado a pensar hasta qué punto nuestro corazón puede albergar lealtades opuestas, realidades diferentes, orientaciones divididas. Lo que el anónimo autor de Reyes escribe no me parece para nada descabellado. Una cosa son las lealtades enunciadas, las que proclamamos en público, y otras, las que albergamos en nuestro corazón. El Señor, por medio del profeta, ya indicaba que su pueblo le honraba de labios para afuera pero su corazón estaba lejos de Él. En ocasiones, esos otros dioses a los que damos cabida en nuestro corazón pueden ser fácilmente identificables: dinero, sexo, poder, influencia, placer, religión, realización, etc. En otras, esos dioses pueden estar perfectamente camuflados en un disfraz de religiosidad. Martín Lutero, el reformador alemán, indicaba que dios es cualquier cosa que ocupa un lugar predominante en nuestro corazón. Dado el carácter engañoso del corazón humano es preciso traerlo ante la presencia del Señor para que pueda hacer un análisis profundo y nos muestre qué otros dioses están conscientes o inconscientes de ello presentes en nuestro corazón.


¿Qué pondría en evidencia ese análisis de tu corazón?


Así que, por un lado veneraban al Señor y, por otro, daban culto a otros dioses. (2 Reyes 17:33)


Hoy hago un alto en el estudio del libro de Hebreos. El pasaje del libro de Reyes al que pertenece este versículo me ha llevado a pensar hasta qué punto nuestro corazón puede albergar lealtades opuestas, realidades diferentes, orientaciones divididas. Lo que el anónimo autor de Reyes escribe no me parece para nada descabellado. Una cosa son las lealtades enunciadas, las que proclamamos en público, y otras, las que albergamos en nuestro corazón. El Señor, por medio del profeta, ya indicaba que su pueblo le honraba de labios para afuera pero su corazón estaba lejos de Él. En ocasiones, esos otros dioses a los que damos cabida en nuestro corazón pueden ser fácilmente identificables: dinero, sexo, poder, influencia, placer, religión, realización, etc. En otras, esos dioses pueden estar perfectamente camuflados en un disfraz de religiosidad. Martín Lutero, el reformador alemán, indicaba que dios es cualquier cosa que ocupa un lugar predominante en nuestro corazón. Dado el carácter engañoso del corazón humano es preciso traerlo ante la presencia del Señor para que pueda hacer un análisis profundo y nos muestre qué otros dioses están conscientes o inconscientes de ello presentes en nuestro corazón.


¿Qué pondría en evidencia ese análisis de tu corazón?


Así que, por un lado veneraban al Señor y, por otro, daban culto a otros dioses. (2 Reyes 17:33)


Hoy hago un alto en el estudio del libro de Hebreos. El pasaje del libro de Reyes al que pertenece este versículo me ha llevado a pensar hasta qué punto nuestro corazón puede albergar lealtades opuestas, realidades diferentes, orientaciones divididas. Lo que el anónimo autor de Reyes escribe no me parece para nada descabellado. Una cosa son las lealtades enunciadas, las que proclamamos en público, y otras, las que albergamos en nuestro corazón. El Señor, por medio del profeta, ya indicaba que su pueblo le honraba de labios para afuera pero su corazón estaba lejos de Él. En ocasiones, esos otros dioses a los que damos cabida en nuestro corazón pueden ser fácilmente identificables: dinero, sexo, poder, influencia, placer, religión, realización, etc. En otras, esos dioses pueden estar perfectamente camuflados en un disfraz de religiosidad. Martín Lutero, el reformador alemán, indicaba que dios es cualquier cosa que ocupa un lugar predominante en nuestro corazón. Dado el carácter engañoso del corazón humano es preciso traerlo ante la presencia del Señor para que pueda hacer un análisis profundo y nos muestre qué otros dioses están conscientes o inconscientes de ello presentes en nuestro corazón.


¿Qué pondría en evidencia ese análisis de tu corazón?