Porque el Señor concede la sabiduría y de su boca salen el saber y la prudencia. (Proverbios 2:6)

El primer capítulo nos indicaba que la base de la sabiduría, es decir la capacidad de organizar y vivir bien la vida, es el respeto profundo de Dios y lo que Él enseña. Aquí nos indica que la sabiduría viene de Dios; Santiago, en su carta, se hace eco e indica que quien necesite sabiduría la pida a Dios quien la da ampliamente.

Pero no nos engañemos, la sabiduría no cae del cielo de forma instantánea. Si leemos en profundidad el capítulo 2 veremos que el autor nos indica que ésta, si bien viene del Señor, se ha de buscar de forma intencional, proactiva, consciente, arduamente. Si se me permite la expresión, afirmaría que Dios no se la da al que la pide, sino más bien al que la busca y lo hace con ganas.

¿Esperas la sabiduría o trabajas para obtenerla?


 Porque el Señor concede la sabiduría y de su boca salen el saber y la prudencia. (Proverbios 2:6)

El primer capítulo nos indicaba que la base de la sabiduría, es decir la capacidad de organizar y vivir bien la vida, es el respeto profundo de Dios y lo que Él enseña. Aquí nos indica que la sabiduría viene de Dios; Santiago, en su carta, se hace eco e indica que quien necesite sabiduría la pida a Dios quien la da ampliamente.

Pero no nos engañemos, la sabiduría no cae del cielo de forma instantánea. Si leemos en profundidad el capítulo 2 veremos que el autor nos indica que ésta, si bien viene del Señor, se ha de buscar de forma intencional, proactiva, consciente, arduamente. Si se me permite la expresión, afirmaría que Dios no se la da al que la pide, sino más bien al que la busca y lo hace con ganas.

¿Esperas la sabiduría o trabajas para obtenerla?


 Porque el Señor concede la sabiduría y de su boca salen el saber y la prudencia. (Proverbios 2:6)

El primer capítulo nos indicaba que la base de la sabiduría, es decir la capacidad de organizar y vivir bien la vida, es el respeto profundo de Dios y lo que Él enseña. Aquí nos indica que la sabiduría viene de Dios; Santiago, en su carta, se hace eco e indica que quien necesite sabiduría la pida a Dios quien la da ampliamente.

Pero no nos engañemos, la sabiduría no cae del cielo de forma instantánea. Si leemos en profundidad el capítulo 2 veremos que el autor nos indica que ésta, si bien viene del Señor, se ha de buscar de forma intencional, proactiva, consciente, arduamente. Si se me permite la expresión, afirmaría que Dios no se la da al que la pide, sino más bien al que la busca y lo hace con ganas.

¿Esperas la sabiduría o trabajas para obtenerla?