No tenemos bandera, no queda un profeta. (Salmo 74:9)
Con demasiada frecuencia se ha asociado a los profetas con la predicción del futuro. Sin duda, esta era una de sus funciones, pero no la principal. Los profetas eran hombres y mujeres que Dios levantaba en tiempos especiales con la función prioritaria de recordarle al pueblo la necesidad de ser fieles a los principios básicos del pacto, de la relación con Dios. Eran una especie de conciencia social y, por esta razón, no acostumbraban a ser muy famosos.
Me pregunto dónde están hoy en día los profetas, esos hombres y mujeres nos sacudan la conciencia y nos recuerden que, con demasiada frecuencia, hemos olvidado la misión del Señor y nuestra suprema responsabilidad de ser de bendición para un mundo roto. Observa las redes y verás que abundan los que calientan nuestro corazón y nos hacen sentir bien, no aquellos que zarandean nuestras conciencias. Ojalá el Señor nos envíe profetas.