Los que así se comportan demuestran claramente que están buscando una patria. Ahora bien, si lo que añoraban era la patria de la que salieron, a tiempo estaban de regresar a ella (Hebreos 11:14-15)

Este pasaje se refiere a los grandes héroes de la fe y al leerlo me he sentido retado profundamente por ellos. Siguieron al Señor dejando todo atrás y sin ningún tipo de añoranza. Buscaban algo mejor, se consideraban a sí mismos como peregrinos, gente en busca de una patria nueva y mejor. Como bien dice el anónimo escritor de Hebreos, si hubieran añorado aquella que dejaron siempre estaban a tiempo de volver a ella. 

¿Qué paralelismo tiene para nosotros los seguidores de Jesús? Él nos invita a seguirlo, a dejar la invitación de este mundo a amoldarnos y vivir según sus principios, valores y prioridades. Nos anima a no volver la vista atrás, advirtiéndonos que eso nos descalifica para ser constructores del Reino y agentes de restauración y reconciliación. Jesús no prometió que fuera fácil, pero si que sería apasionante. Porque no debemos confundir el tedio de la vida religiosa con sus actividades que consumen nuestro tiempo y el de nuestras familias, con la apasionante tarea de ser transformados día a día en la imagen del Maestro y unirnos a Él para restaurar y reconciliar el mundo con el Padre. Cosas, estas últimas, que hacemos en el contexto de la vida cotidiana.

Pero si aún no hemos entendido que el llamado de Jesús es el que acabo de mencionar, no me extraña que vivamos añorando el mundo. Seremos gente con el corazón partido, ni seguiremos al Maestro como Él espera, ni disfrutaremos del mundo como anhelamos. En fin, seremos un desastre.

¿Corazón partido?


Los que así se comportan demuestran claramente que están buscando una patria. Ahora bien, si lo que añoraban era la patria de la que salieron, a tiempo estaban de regresar a ella (Hebreos 11:14-15)

Este pasaje se refiere a los grandes héroes de la fe y al leerlo me he sentido retado profundamente por ellos. Siguieron al Señor dejando todo atrás y sin ningún tipo de añoranza. Buscaban algo mejor, se consideraban a sí mismos como peregrinos, gente en busca de una patria nueva y mejor. Como bien dice el anónimo escritor de Hebreos, si hubieran añorado aquella que dejaron siempre estaban a tiempo de volver a ella. 

¿Qué paralelismo tiene para nosotros los seguidores de Jesús? Él nos invita a seguirlo, a dejar la invitación de este mundo a amoldarnos y vivir según sus principios, valores y prioridades. Nos anima a no volver la vista atrás, advirtiéndonos que eso nos descalifica para ser constructores del Reino y agentes de restauración y reconciliación. Jesús no prometió que fuera fácil, pero si que sería apasionante. Porque no debemos confundir el tedio de la vida religiosa con sus actividades que consumen nuestro tiempo y el de nuestras familias, con la apasionante tarea de ser transformados día a día en la imagen del Maestro y unirnos a Él para restaurar y reconciliar el mundo con el Padre. Cosas, estas últimas, que hacemos en el contexto de la vida cotidiana.

Pero si aún no hemos entendido que el llamado de Jesús es el que acabo de mencionar, no me extraña que vivamos añorando el mundo. Seremos gente con el corazón partido, ni seguiremos al Maestro como Él espera, ni disfrutaremos del mundo como anhelamos. En fin, seremos un desastre.

¿Corazón partido?


Los que así se comportan demuestran claramente que están buscando una patria. Ahora bien, si lo que añoraban era la patria de la que salieron, a tiempo estaban de regresar a ella (Hebreos 11:14-15)

Este pasaje se refiere a los grandes héroes de la fe y al leerlo me he sentido retado profundamente por ellos. Siguieron al Señor dejando todo atrás y sin ningún tipo de añoranza. Buscaban algo mejor, se consideraban a sí mismos como peregrinos, gente en busca de una patria nueva y mejor. Como bien dice el anónimo escritor de Hebreos, si hubieran añorado aquella que dejaron siempre estaban a tiempo de volver a ella. 

¿Qué paralelismo tiene para nosotros los seguidores de Jesús? Él nos invita a seguirlo, a dejar la invitación de este mundo a amoldarnos y vivir según sus principios, valores y prioridades. Nos anima a no volver la vista atrás, advirtiéndonos que eso nos descalifica para ser constructores del Reino y agentes de restauración y reconciliación. Jesús no prometió que fuera fácil, pero si que sería apasionante. Porque no debemos confundir el tedio de la vida religiosa con sus actividades que consumen nuestro tiempo y el de nuestras familias, con la apasionante tarea de ser transformados día a día en la imagen del Maestro y unirnos a Él para restaurar y reconciliar el mundo con el Padre. Cosas, estas últimas, que hacemos en el contexto de la vida cotidiana.

Pero si aún no hemos entendido que el llamado de Jesús es el que acabo de mencionar, no me extraña que vivamos añorando el mundo. Seremos gente con el corazón partido, ni seguiremos al Maestro como Él espera, ni disfrutaremos del mundo como anhelamos. En fin, seremos un desastre.

¿Corazón partido?


Los que así se comportan demuestran claramente que están buscando una patria. Ahora bien, si lo que añoraban era la patria de la que salieron, a tiempo estaban de regresar a ella (Hebreos 11:14-15)

Este pasaje se refiere a los grandes héroes de la fe y al leerlo me he sentido retado profundamente por ellos. Siguieron al Señor dejando todo atrás y sin ningún tipo de añoranza. Buscaban algo mejor, se consideraban a sí mismos como peregrinos, gente en busca de una patria nueva y mejor. Como bien dice el anónimo escritor de Hebreos, si hubieran añorado aquella que dejaron siempre estaban a tiempo de volver a ella. 

¿Qué paralelismo tiene para nosotros los seguidores de Jesús? Él nos invita a seguirlo, a dejar la invitación de este mundo a amoldarnos y vivir según sus principios, valores y prioridades. Nos anima a no volver la vista atrás, advirtiéndonos que eso nos descalifica para ser constructores del Reino y agentes de restauración y reconciliación. Jesús no prometió que fuera fácil, pero si que sería apasionante. Porque no debemos confundir el tedio de la vida religiosa con sus actividades que consumen nuestro tiempo y el de nuestras familias, con la apasionante tarea de ser transformados día a día en la imagen del Maestro y unirnos a Él para restaurar y reconciliar el mundo con el Padre. Cosas, estas últimas, que hacemos en el contexto de la vida cotidiana.

Pero si aún no hemos entendido que el llamado de Jesús es el que acabo de mencionar, no me extraña que vivamos añorando el mundo. Seremos gente con el corazón partido, ni seguiremos al Maestro como Él espera, ni disfrutaremos del mundo como anhelamos. En fin, seremos un desastre.

¿Corazón partido?