Y es que si la tristeza está en conformidad con la voluntad de Dios, produce un saludable cambio de actitud del que no hay que lamentarse; en cambio, la tristeza producida por el mundo ocasiona la muerte. (2 Corintios 8:10)

La tristeza es una de las seis emociones básicas del ser humano según Paul Ekman, junto con el miedo, la ira, el asco, la felicidad y la sorpresa. Es una clase de dolor emocional o estado afectivo provocado por un decaimiento espiritual y expresado a menudo mediante el llanto, el rostro abatido, la falta de apetito, la lasitud etc. A menudo nos sentimos tristes cuando nuestras expectativas no se ven cumplidas o cuando las circunstancias de la vida son más dolorosas que alegres. El sentimiento opuesto es la alegría. Así es definida la tristeza. 

El apóstol Pablo habla de dos tipos de tristeza que aunque producen los mismos síntomas proceden de diferentes fuentes. Hay una que procede del Señor, dicho de otro modo, es Él quien la genera, sin embargo, lo hace con el propósito de que haya un cambio en nuestra actitud que, naturalmente, pueda reflejarse en nuestras acciones. Esa tristeza nos debería a llevar a pensar acerca de nuestra forma de vivir, a mirar las consecuencias o implicaciones de la misma y, como consecuencia, dar un giro a las situaciones; produce arrepentimiento y éste lleva al cambio y el crecimiento, tiene un propósito saludable. Dios no nos genera tristeza para hundirnos, antes bien, lo hace para desarrollarnos.

La otra tristeza es la producida por el mundo. Pensemos en esta palabra en un sentido amplio; es la tristeza producida por otros, por las circunstancias adversas, por las expectativas fracasadas. Es una tristeza que si no es articulada y manejada de forma adecuada produce, como bien dice el apóstol, muerte. No quiere decir que nos vayamos a morir necesariamente. Hemos de tomar esta palabra en el sentido amplio de degradación, hundimiento, desesperación. La primera tristeza hemos de darle la bienvenida; la segunda hemos de aprender a gestionarla saludablemente.


¿Estás experimentando tristeza? ¿De qué tipo? ¿Qué puedes aprender al observarla?


Y es que si la tristeza está en conformidad con la voluntad de Dios, produce un saludable cambio de actitud del que no hay que lamentarse; en cambio, la tristeza producida por el mundo ocasiona la muerte. (2 Corintios 8:10)

La tristeza es una de las seis emociones básicas del ser humano según Paul Ekman, junto con el miedo, la ira, el asco, la felicidad y la sorpresa. Es una clase de dolor emocional o estado afectivo provocado por un decaimiento espiritual y expresado a menudo mediante el llanto, el rostro abatido, la falta de apetito, la lasitud etc. A menudo nos sentimos tristes cuando nuestras expectativas no se ven cumplidas o cuando las circunstancias de la vida son más dolorosas que alegres. El sentimiento opuesto es la alegría. Así es definida la tristeza. 

El apóstol Pablo habla de dos tipos de tristeza que aunque producen los mismos síntomas proceden de diferentes fuentes. Hay una que procede del Señor, dicho de otro modo, es Él quien la genera, sin embargo, lo hace con el propósito de que haya un cambio en nuestra actitud que, naturalmente, pueda reflejarse en nuestras acciones. Esa tristeza nos debería a llevar a pensar acerca de nuestra forma de vivir, a mirar las consecuencias o implicaciones de la misma y, como consecuencia, dar un giro a las situaciones; produce arrepentimiento y éste lleva al cambio y el crecimiento, tiene un propósito saludable. Dios no nos genera tristeza para hundirnos, antes bien, lo hace para desarrollarnos.

La otra tristeza es la producida por el mundo. Pensemos en esta palabra en un sentido amplio; es la tristeza producida por otros, por las circunstancias adversas, por las expectativas fracasadas. Es una tristeza que si no es articulada y manejada de forma adecuada produce, como bien dice el apóstol, muerte. No quiere decir que nos vayamos a morir necesariamente. Hemos de tomar esta palabra en el sentido amplio de degradación, hundimiento, desesperación. La primera tristeza hemos de darle la bienvenida; la segunda hemos de aprender a gestionarla saludablemente.


¿Estás experimentando tristeza? ¿De qué tipo? ¿Qué puedes aprender al observarla?


Y es que si la tristeza está en conformidad con la voluntad de Dios, produce un saludable cambio de actitud del que no hay que lamentarse; en cambio, la tristeza producida por el mundo ocasiona la muerte. (2 Corintios 8:10)

La tristeza es una de las seis emociones básicas del ser humano según Paul Ekman, junto con el miedo, la ira, el asco, la felicidad y la sorpresa. Es una clase de dolor emocional o estado afectivo provocado por un decaimiento espiritual y expresado a menudo mediante el llanto, el rostro abatido, la falta de apetito, la lasitud etc. A menudo nos sentimos tristes cuando nuestras expectativas no se ven cumplidas o cuando las circunstancias de la vida son más dolorosas que alegres. El sentimiento opuesto es la alegría. Así es definida la tristeza. 

El apóstol Pablo habla de dos tipos de tristeza que aunque producen los mismos síntomas proceden de diferentes fuentes. Hay una que procede del Señor, dicho de otro modo, es Él quien la genera, sin embargo, lo hace con el propósito de que haya un cambio en nuestra actitud que, naturalmente, pueda reflejarse en nuestras acciones. Esa tristeza nos debería a llevar a pensar acerca de nuestra forma de vivir, a mirar las consecuencias o implicaciones de la misma y, como consecuencia, dar un giro a las situaciones; produce arrepentimiento y éste lleva al cambio y el crecimiento, tiene un propósito saludable. Dios no nos genera tristeza para hundirnos, antes bien, lo hace para desarrollarnos.

La otra tristeza es la producida por el mundo. Pensemos en esta palabra en un sentido amplio; es la tristeza producida por otros, por las circunstancias adversas, por las expectativas fracasadas. Es una tristeza que si no es articulada y manejada de forma adecuada produce, como bien dice el apóstol, muerte. No quiere decir que nos vayamos a morir necesariamente. Hemos de tomar esta palabra en el sentido amplio de degradación, hundimiento, desesperación. La primera tristeza hemos de darle la bienvenida; la segunda hemos de aprender a gestionarla saludablemente.


¿Estás experimentando tristeza? ¿De qué tipo? ¿Qué puedes aprender al observarla?