Y no es que Dios haya sido infiel a sus promesas. Lo que sucede es que no todos los que descienden de Israel son israelitas de verdad. Ni tampoco los que descienden de Abrahán son todos hijos auténticos suyos, sino únicamente, como dice la Escritura, a través de Isaac tendrás tu descendencia. (Romanos 6-7)


Todo pasaje bíblico tiene siempre, cómo mínimo, dos niveles de interpretación. El primer nivel es ¿Qué deseaban el Señor enseñar por medio del mismo a los destinatarios originales? El segundo nivel es ¿Qué desea enseñarnos a nosotros que vivimos en un mundo total y radicalmente diferente al de los romanos del siglo I de nuestra era?

Estos capítulos de la epístola paulina han dado lugar a innumerables discusiones teológicas y han creado escuelas y, lo que es más lamentable, separación y enfrentamiento entre los seguidores de Jesús (hemos de reconocer que en eso somos especialistas). Personalmente lo que más me preocupa es qué mensaje contienen para mí y cuando los leo no puedo dejar de hacerlo desde mi realidad actual. En todos estos pasajes veo, por decirlo de alguna manera, una "alerta para navegantes"; son textos que explican la evolución que Israel tuvo con respecto a Dios y su revelación y que, por tanto, nos sirven como espejo para mirarnos y tratar de ver qué paralelismo puede haber entre ellos y nosotros. 

En concreto, estos versículos me hacen pensar que no son todos los que están, ni están todos los que son. Del mismo modo que no todos los descendientes de Israel son auténticos israelitas, también podemos afirmar que no todos los que afirman ser seguidores de Jesús lo son. No es una cuestión de conocimiento ni creencias correctas -lo cual es importante-; se trata de cómo esas se plasman en la realidad cotidiana, en el diario vivir, en nuestra forma de desempeñarnos en el mundo roto. El Maestro afirmó que el signo distintivo de sus seguidores sería el amor, los frutos, la imitación del Padre, la práctica del bien, el perdón, el servicio y así podríamos seguir. Nunca afirmó que la doctrina correcta sería el sello que diera autenticidad a sus seguidores. Doctrina correcta ¡Si! pero acompañada de la práctica correcta.


¿De qué sirve el conocimiento sin práctica?


Y no es que Dios haya sido infiel a sus promesas. Lo que sucede es que no todos los que descienden de Israel son israelitas de verdad. Ni tampoco los que descienden de Abrahán son todos hijos auténticos suyos, sino únicamente, como dice la Escritura, a través de Isaac tendrás tu descendencia. (Romanos 6-7)


Todo pasaje bíblico tiene siempre, cómo mínimo, dos niveles de interpretación. El primer nivel es ¿Qué deseaban el Señor enseñar por medio del mismo a los destinatarios originales? El segundo nivel es ¿Qué desea enseñarnos a nosotros que vivimos en un mundo total y radicalmente diferente al de los romanos del siglo I de nuestra era?

Estos capítulos de la epístola paulina han dado lugar a innumerables discusiones teológicas y han creado escuelas y, lo que es más lamentable, separación y enfrentamiento entre los seguidores de Jesús (hemos de reconocer que en eso somos especialistas). Personalmente lo que más me preocupa es qué mensaje contienen para mí y cuando los leo no puedo dejar de hacerlo desde mi realidad actual. En todos estos pasajes veo, por decirlo de alguna manera, una "alerta para navegantes"; son textos que explican la evolución que Israel tuvo con respecto a Dios y su revelación y que, por tanto, nos sirven como espejo para mirarnos y tratar de ver qué paralelismo puede haber entre ellos y nosotros. 

En concreto, estos versículos me hacen pensar que no son todos los que están, ni están todos los que son. Del mismo modo que no todos los descendientes de Israel son auténticos israelitas, también podemos afirmar que no todos los que afirman ser seguidores de Jesús lo son. No es una cuestión de conocimiento ni creencias correctas -lo cual es importante-; se trata de cómo esas se plasman en la realidad cotidiana, en el diario vivir, en nuestra forma de desempeñarnos en el mundo roto. El Maestro afirmó que el signo distintivo de sus seguidores sería el amor, los frutos, la imitación del Padre, la práctica del bien, el perdón, el servicio y así podríamos seguir. Nunca afirmó que la doctrina correcta sería el sello que diera autenticidad a sus seguidores. Doctrina correcta ¡Si! pero acompañada de la práctica correcta.


¿De qué sirve el conocimiento sin práctica?


Y no es que Dios haya sido infiel a sus promesas. Lo que sucede es que no todos los que descienden de Israel son israelitas de verdad. Ni tampoco los que descienden de Abrahán son todos hijos auténticos suyos, sino únicamente, como dice la Escritura, a través de Isaac tendrás tu descendencia. (Romanos 6-7)


Todo pasaje bíblico tiene siempre, cómo mínimo, dos niveles de interpretación. El primer nivel es ¿Qué deseaban el Señor enseñar por medio del mismo a los destinatarios originales? El segundo nivel es ¿Qué desea enseñarnos a nosotros que vivimos en un mundo total y radicalmente diferente al de los romanos del siglo I de nuestra era?

Estos capítulos de la epístola paulina han dado lugar a innumerables discusiones teológicas y han creado escuelas y, lo que es más lamentable, separación y enfrentamiento entre los seguidores de Jesús (hemos de reconocer que en eso somos especialistas). Personalmente lo que más me preocupa es qué mensaje contienen para mí y cuando los leo no puedo dejar de hacerlo desde mi realidad actual. En todos estos pasajes veo, por decirlo de alguna manera, una "alerta para navegantes"; son textos que explican la evolución que Israel tuvo con respecto a Dios y su revelación y que, por tanto, nos sirven como espejo para mirarnos y tratar de ver qué paralelismo puede haber entre ellos y nosotros. 

En concreto, estos versículos me hacen pensar que no son todos los que están, ni están todos los que son. Del mismo modo que no todos los descendientes de Israel son auténticos israelitas, también podemos afirmar que no todos los que afirman ser seguidores de Jesús lo son. No es una cuestión de conocimiento ni creencias correctas -lo cual es importante-; se trata de cómo esas se plasman en la realidad cotidiana, en el diario vivir, en nuestra forma de desempeñarnos en el mundo roto. El Maestro afirmó que el signo distintivo de sus seguidores sería el amor, los frutos, la imitación del Padre, la práctica del bien, el perdón, el servicio y así podríamos seguir. Nunca afirmó que la doctrina correcta sería el sello que diera autenticidad a sus seguidores. Doctrina correcta ¡Si! pero acompañada de la práctica correcta.


¿De qué sirve el conocimiento sin práctica?