Nuestros días decaen bajo tu furia, como un suspiro pasan nuestros años. Setenta años dura nuestra vida, durará ochenta si se es fuerte; pero es su brío tarea inútil, pues pronto pasa y desaparecemos... Enséñanos a contar nuestros días y tendremos así un corazón sabio. (Salmo 90:10-12)

La vejez es inevitable. La sabiduría es algo que buscamos de forma intencional. La primera llega, la segunda se cultiva a lo largo de toda una vida, día tras días buscando alinear nuestra vida con los principios de la Escritura que reflejan el carácter de Dios. Esta es la sabiduría bíblica, que no debemos confundir con el conocimiento, con la adquisición de información. 

Todos, si el Padre lo permite, envejeceremos, pero no todos nos volveremos sabios. La vida pasará por nosotros y nosotros por ella sin que el carácter de Jesús sea más y más evidente en nosotros, sin que hayamos sido transformados por el trabajo del Espíritu Santo, sin que, en definitiva, nos hayamos vuelto más sabios. 

Para muchos ese día parece lejano, distante y, por tanto, no es una fuente de preocupación. Ya habrá tiempo para alinearnos con Dios y su propuesta de vida, afirman. Pero los días pasan rápidos y el proceso de volverse sabio no se improvisa, se cultiva, y los cultivos precisan su tiempo y cuidado.

Estoy seguro que, primero Dios, envejecerás, pero ¿serás sabio?



 



Nuestros días decaen bajo tu furia, como un suspiro pasan nuestros años. Setenta años dura nuestra vida, durará ochenta si se es fuerte; pero es su brío tarea inútil, pues pronto pasa y desaparecemos... Enséñanos a contar nuestros días y tendremos así un corazón sabio. (Salmo 90:10-12)

La vejez es inevitable. La sabiduría es algo que buscamos de forma intencional. La primera llega, la segunda se cultiva a lo largo de toda una vida, día tras días buscando alinear nuestra vida con los principios de la Escritura que reflejan el carácter de Dios. Esta es la sabiduría bíblica, que no debemos confundir con el conocimiento, con la adquisición de información. 

Todos, si el Padre lo permite, envejeceremos, pero no todos nos volveremos sabios. La vida pasará por nosotros y nosotros por ella sin que el carácter de Jesús sea más y más evidente en nosotros, sin que hayamos sido transformados por el trabajo del Espíritu Santo, sin que, en definitiva, nos hayamos vuelto más sabios. 

Para muchos ese día parece lejano, distante y, por tanto, no es una fuente de preocupación. Ya habrá tiempo para alinearnos con Dios y su propuesta de vida, afirman. Pero los días pasan rápidos y el proceso de volverse sabio no se improvisa, se cultiva, y los cultivos precisan su tiempo y cuidado.

Estoy seguro que, primero Dios, envejecerás, pero ¿serás sabio?



 



Nuestros días decaen bajo tu furia, como un suspiro pasan nuestros años. Setenta años dura nuestra vida, durará ochenta si se es fuerte; pero es su brío tarea inútil, pues pronto pasa y desaparecemos... Enséñanos a contar nuestros días y tendremos así un corazón sabio. (Salmo 90:10-12)

La vejez es inevitable. La sabiduría es algo que buscamos de forma intencional. La primera llega, la segunda se cultiva a lo largo de toda una vida, día tras días buscando alinear nuestra vida con los principios de la Escritura que reflejan el carácter de Dios. Esta es la sabiduría bíblica, que no debemos confundir con el conocimiento, con la adquisición de información. 

Todos, si el Padre lo permite, envejeceremos, pero no todos nos volveremos sabios. La vida pasará por nosotros y nosotros por ella sin que el carácter de Jesús sea más y más evidente en nosotros, sin que hayamos sido transformados por el trabajo del Espíritu Santo, sin que, en definitiva, nos hayamos vuelto más sabios. 

Para muchos ese día parece lejano, distante y, por tanto, no es una fuente de preocupación. Ya habrá tiempo para alinearnos con Dios y su propuesta de vida, afirman. Pero los días pasan rápidos y el proceso de volverse sabio no se improvisa, se cultiva, y los cultivos precisan su tiempo y cuidado.

Estoy seguro que, primero Dios, envejecerás, pero ¿serás sabio?