Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que se vea que la excelencia del poder es de Dios, y no de nosotros, (2 Corintios 4.:7)


En la mítica película, Indiana Jones, la última cruzada, Indi va en busca del Santo Grial, la copa en la cual, según las leyendas de la Edad Media, Jesús celebró la última cena con sus apóstoles. Al final de la película su padre está gravemente herido y sólo puede sanarse si bebe agua en el Santo Grial. Indiana se encuentra delante de multitud de copas de oro, plata y engastadas con todo tipo de joyas; griales todos ellos de alto valor y entre los cuales debe escoger cuál es el auténtico que usó Jesús con sus discípulos; sólo así su padre podrá ser salvado. Sin embargo, entre la multitud de copas enjoyadas hay una simple y sencilla copa de barro. Indiana hace la deducción correcta, alguien como Jesús sólo habría podido usar un recipiente de semejante sencillez. La toma, da de beber a su padre y, como no podía ser de otro modo, éste se salva y todos contentos. 

Esto es precisamente lo que Pablo quiere enseñarle a los Corintios; Dios, en su gracia y misericordia, ha escogido a lo vil y menospreciado del mundo. El Señor no nos ha escogido por lo que somos, sino, como nunca me cansaré de afirmar, a pesar de lo que somos. De esta manera queda en evidencia que el trabajo y el mérito únicamente es atribuible al Señor nuestro Dios. Si el Señor nos amó y escogió en nuestra realidad y miseria haríamos bien en reconocerla y aceptarla. Hacer ambas cosas es el punto de partida imprescindible para que Dios pueda hacer en nosotros una obra transformadora, poco a poco, paso a paso, hasta que cada día más nos podamos parecer a Jesús y su vida sea más evidente en nosotros. 


Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que se vea que la excelencia del poder es de Dios, y no de nosotros, (2 Corintios 4.:7)


En la mítica película, Indiana Jones, la última cruzada, Indi va en busca del Santo Grial, la copa en la cual, según las leyendas de la Edad Media, Jesús celebró la última cena con sus apóstoles. Al final de la película su padre está gravemente herido y sólo puede sanarse si bebe agua en el Santo Grial. Indiana se encuentra delante de multitud de copas de oro, plata y engastadas con todo tipo de joyas; griales todos ellos de alto valor y entre los cuales debe escoger cuál es el auténtico que usó Jesús con sus discípulos; sólo así su padre podrá ser salvado. Sin embargo, entre la multitud de copas enjoyadas hay una simple y sencilla copa de barro. Indiana hace la deducción correcta, alguien como Jesús sólo habría podido usar un recipiente de semejante sencillez. La toma, da de beber a su padre y, como no podía ser de otro modo, éste se salva y todos contentos. 

Esto es precisamente lo que Pablo quiere enseñarle a los Corintios; Dios, en su gracia y misericordia, ha escogido a lo vil y menospreciado del mundo. El Señor no nos ha escogido por lo que somos, sino, como nunca me cansaré de afirmar, a pesar de lo que somos. De esta manera queda en evidencia que el trabajo y el mérito únicamente es atribuible al Señor nuestro Dios. Si el Señor nos amó y escogió en nuestra realidad y miseria haríamos bien en reconocerla y aceptarla. Hacer ambas cosas es el punto de partida imprescindible para que Dios pueda hacer en nosotros una obra transformadora, poco a poco, paso a paso, hasta que cada día más nos podamos parecer a Jesús y su vida sea más evidente en nosotros. 


Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que se vea que la excelencia del poder es de Dios, y no de nosotros, (2 Corintios 4.:7)


En la mítica película, Indiana Jones, la última cruzada, Indi va en busca del Santo Grial, la copa en la cual, según las leyendas de la Edad Media, Jesús celebró la última cena con sus apóstoles. Al final de la película su padre está gravemente herido y sólo puede sanarse si bebe agua en el Santo Grial. Indiana se encuentra delante de multitud de copas de oro, plata y engastadas con todo tipo de joyas; griales todos ellos de alto valor y entre los cuales debe escoger cuál es el auténtico que usó Jesús con sus discípulos; sólo así su padre podrá ser salvado. Sin embargo, entre la multitud de copas enjoyadas hay una simple y sencilla copa de barro. Indiana hace la deducción correcta, alguien como Jesús sólo habría podido usar un recipiente de semejante sencillez. La toma, da de beber a su padre y, como no podía ser de otro modo, éste se salva y todos contentos. 

Esto es precisamente lo que Pablo quiere enseñarle a los Corintios; Dios, en su gracia y misericordia, ha escogido a lo vil y menospreciado del mundo. El Señor no nos ha escogido por lo que somos, sino, como nunca me cansaré de afirmar, a pesar de lo que somos. De esta manera queda en evidencia que el trabajo y el mérito únicamente es atribuible al Señor nuestro Dios. Si el Señor nos amó y escogió en nuestra realidad y miseria haríamos bien en reconocerla y aceptarla. Hacer ambas cosas es el punto de partida imprescindible para que Dios pueda hacer en nosotros una obra transformadora, poco a poco, paso a paso, hasta que cada día más nos podamos parecer a Jesús y su vida sea más evidente en nosotros.