Pero Tú lo has visto, tu miras la miseria y el dolor para acogerlos en tus manos. En Ti se abandona el desvalido, Tú eres quien protege al huérfano... haces justicia al huérfano y al oprimido. (Salmo 10: 14 y 18)


El Dios de la Biblia es único y extraño. En todas las cosmogonías de la antigüedad los dioses siempre están al lado de los reyes, los guerreros, los poderosos en general. De hecho, es frecuente que esas clases sustenten su poder y su dominio sobre la divinidad. Los dioses han establecido un orden en el mundo que debe ser respetado, cuestionarlo significa poner en duda la voluntad de los dioses. El poderoso impone su voluntad de forma indiscutible sancionado por el favor de dios. Consecuentemente la violencia y la fuerza ejercida por los poderosos se normaliza y no se cuestiona.

El Dios de la Biblia es extraño. Nunca se manifiesta como el protector del poderoso, antes al contrario, el Señor se proclama, y así lo anuncia una y otra vez a su pueblo, como el defensor de todos aquellos que son vulnerables -entendiendo por vulnerabilidad la situación de desamparo, de carencia de recursos, fuerzas y oportunidades-. Dios, seamos claros, está del lado del vulnerable y, como nos ha comunicado, nos exigirá cuentas por el modo en que lo tratemos.

¿Qué hemos de hacer nosotros hijos de ese Dios? ¿Seguiremos la tradición familiar e imitaremos a nuestro Padre tomando partido y buscando la defensa del vulnerable o, por el contrario, le daremos la espalda a esa preocupación de nuestro progenitor? Tal vez en este momento de tanto dolor y sufrimiento a nivel universal es el momento de estar a la altura del nombre familiar y honrar al Padre, no solo con nuestros labios, sino también con nuestra conducta imitativa. 


¿Cuán evidente es en tu vida la tradición familiar de la que he hablado?

 



Pero Tú lo has visto, tu miras la miseria y el dolor para acogerlos en tus manos. En Ti se abandona el desvalido, Tú eres quien protege al huérfano... haces justicia al huérfano y al oprimido. (Salmo 10: 14 y 18)


El Dios de la Biblia es único y extraño. En todas las cosmogonías de la antigüedad los dioses siempre están al lado de los reyes, los guerreros, los poderosos en general. De hecho, es frecuente que esas clases sustenten su poder y su dominio sobre la divinidad. Los dioses han establecido un orden en el mundo que debe ser respetado, cuestionarlo significa poner en duda la voluntad de los dioses. El poderoso impone su voluntad de forma indiscutible sancionado por el favor de dios. Consecuentemente la violencia y la fuerza ejercida por los poderosos se normaliza y no se cuestiona.

El Dios de la Biblia es extraño. Nunca se manifiesta como el protector del poderoso, antes al contrario, el Señor se proclama, y así lo anuncia una y otra vez a su pueblo, como el defensor de todos aquellos que son vulnerables -entendiendo por vulnerabilidad la situación de desamparo, de carencia de recursos, fuerzas y oportunidades-. Dios, seamos claros, está del lado del vulnerable y, como nos ha comunicado, nos exigirá cuentas por el modo en que lo tratemos.

¿Qué hemos de hacer nosotros hijos de ese Dios? ¿Seguiremos la tradición familiar e imitaremos a nuestro Padre tomando partido y buscando la defensa del vulnerable o, por el contrario, le daremos la espalda a esa preocupación de nuestro progenitor? Tal vez en este momento de tanto dolor y sufrimiento a nivel universal es el momento de estar a la altura del nombre familiar y honrar al Padre, no solo con nuestros labios, sino también con nuestra conducta imitativa. 


¿Cuán evidente es en tu vida la tradición familiar de la que he hablado?

 



Pero Tú lo has visto, tu miras la miseria y el dolor para acogerlos en tus manos. En Ti se abandona el desvalido, Tú eres quien protege al huérfano... haces justicia al huérfano y al oprimido. (Salmo 10: 14 y 18)


El Dios de la Biblia es único y extraño. En todas las cosmogonías de la antigüedad los dioses siempre están al lado de los reyes, los guerreros, los poderosos en general. De hecho, es frecuente que esas clases sustenten su poder y su dominio sobre la divinidad. Los dioses han establecido un orden en el mundo que debe ser respetado, cuestionarlo significa poner en duda la voluntad de los dioses. El poderoso impone su voluntad de forma indiscutible sancionado por el favor de dios. Consecuentemente la violencia y la fuerza ejercida por los poderosos se normaliza y no se cuestiona.

El Dios de la Biblia es extraño. Nunca se manifiesta como el protector del poderoso, antes al contrario, el Señor se proclama, y así lo anuncia una y otra vez a su pueblo, como el defensor de todos aquellos que son vulnerables -entendiendo por vulnerabilidad la situación de desamparo, de carencia de recursos, fuerzas y oportunidades-. Dios, seamos claros, está del lado del vulnerable y, como nos ha comunicado, nos exigirá cuentas por el modo en que lo tratemos.

¿Qué hemos de hacer nosotros hijos de ese Dios? ¿Seguiremos la tradición familiar e imitaremos a nuestro Padre tomando partido y buscando la defensa del vulnerable o, por el contrario, le daremos la espalda a esa preocupación de nuestro progenitor? Tal vez en este momento de tanto dolor y sufrimiento a nivel universal es el momento de estar a la altura del nombre familiar y honrar al Padre, no solo con nuestros labios, sino también con nuestra conducta imitativa. 


¿Cuán evidente es en tu vida la tradición familiar de la que he hablado?