Dios mío, sálvame de la gente mentirosa; sálvame de la gente embustera. (Salmo 120:2)


Hay relaciones que simplemente son tóxicas. Lo son porque lejos de bendecir nuestra vida la envenenan. Sus actitudes, conversaciones, acciones u omisiones, valores, actitudes, etc., no solo no nos aportan ningún bien -lo cual sería una situación de neutralidad- sino que, realmente, nos dañan y nos afectan muy negativamente en nuestra propia vida emocional, física o espiritual. 

No hay ninguna virtud en aguantar este tipo de relaciones. No es algo que crea que el Señor nos pide; a juzgar por lo que leemos en el salmo el autor del mismo pide a Dios ser liberado de este tipo de relaciones. Tal vez una primera petición que le podemos hacer al Señor es que nos ayude a identificar ese tipo de relaciones, que nos ayude a darnos cuenta que ciertas cosas no son normales por más que las consideremos así. Tal vez una segunda petición consiste en identificar los efectos que estas relaciones ejercen sobre nosotros. Finalmente, pedirle a Dios la capacidad y fuerza para distanciarnos de esa relación e incluso romperla. Esto último puede ser difícil porque se genera una codependencia. 

Terminar este comentario haciendo una pregunta retórica ¿Es posible que nosotros seamos personas tóxicas para otros? En esto, también el Espíritu Santo nos ha de dar discernimiento para reconocerlo y valor para terminarlo.

¿Cuál es tu situación?

 



Dios mío, sálvame de la gente mentirosa; sálvame de la gente embustera. (Salmo 120:2)


Hay relaciones que simplemente son tóxicas. Lo son porque lejos de bendecir nuestra vida la envenenan. Sus actitudes, conversaciones, acciones u omisiones, valores, actitudes, etc., no solo no nos aportan ningún bien -lo cual sería una situación de neutralidad- sino que, realmente, nos dañan y nos afectan muy negativamente en nuestra propia vida emocional, física o espiritual. 

No hay ninguna virtud en aguantar este tipo de relaciones. No es algo que crea que el Señor nos pide; a juzgar por lo que leemos en el salmo el autor del mismo pide a Dios ser liberado de este tipo de relaciones. Tal vez una primera petición que le podemos hacer al Señor es que nos ayude a identificar ese tipo de relaciones, que nos ayude a darnos cuenta que ciertas cosas no son normales por más que las consideremos así. Tal vez una segunda petición consiste en identificar los efectos que estas relaciones ejercen sobre nosotros. Finalmente, pedirle a Dios la capacidad y fuerza para distanciarnos de esa relación e incluso romperla. Esto último puede ser difícil porque se genera una codependencia. 

Terminar este comentario haciendo una pregunta retórica ¿Es posible que nosotros seamos personas tóxicas para otros? En esto, también el Espíritu Santo nos ha de dar discernimiento para reconocerlo y valor para terminarlo.

¿Cuál es tu situación?

 



Dios mío, sálvame de la gente mentirosa; sálvame de la gente embustera. (Salmo 120:2)


Hay relaciones que simplemente son tóxicas. Lo son porque lejos de bendecir nuestra vida la envenenan. Sus actitudes, conversaciones, acciones u omisiones, valores, actitudes, etc., no solo no nos aportan ningún bien -lo cual sería una situación de neutralidad- sino que, realmente, nos dañan y nos afectan muy negativamente en nuestra propia vida emocional, física o espiritual. 

No hay ninguna virtud en aguantar este tipo de relaciones. No es algo que crea que el Señor nos pide; a juzgar por lo que leemos en el salmo el autor del mismo pide a Dios ser liberado de este tipo de relaciones. Tal vez una primera petición que le podemos hacer al Señor es que nos ayude a identificar ese tipo de relaciones, que nos ayude a darnos cuenta que ciertas cosas no son normales por más que las consideremos así. Tal vez una segunda petición consiste en identificar los efectos que estas relaciones ejercen sobre nosotros. Finalmente, pedirle a Dios la capacidad y fuerza para distanciarnos de esa relación e incluso romperla. Esto último puede ser difícil porque se genera una codependencia. 

Terminar este comentario haciendo una pregunta retórica ¿Es posible que nosotros seamos personas tóxicas para otros? En esto, también el Espíritu Santo nos ha de dar discernimiento para reconocerlo y valor para terminarlo.

¿Cuál es tu situación?