Las culpas nos tienen abrumados, pero tú perdonas nuestros pecados. (Salmo 65)

Hay una culpa que es saludable y que nos lleva al arrepentimiento y, consecuentemente al cambio (véase 2 Corintios 7:10) en nuestras acciones, actitudes o motivaciones. Sin embargo, hay una culpa que es disfuncional, tóxica y que nos puede sobrecargar en la vida e impedirnos disfrutar el presente y movernos con libertad hacia el futuro.

Esa carga viene de Satanás el mentiroso desde el principio y, tal y como dice Jesús en el evangelio de Juan, padre de toda mentira. Pero, aunque parezca paradójico, las mentiras de Satanás están basadas en la verdad, mejor dicho, en medias verdades que usa en contra nuestra para continuar controlándonos ya que legalmente no tiene capacidad para ello.

Pensemos, por ejemplo, en la culpa que viene de pecados cometidos en el pasado. Pecados que con seguridad hemos confesado una y otra vez, pero que, sin embargo, la culpa sigue acompañándonos y no tenemos manera de librarnos de ella. Esta es la culpa que proviene del diablo. Él usa la verdad de nuestro pecado cometido para recordarnos una y otra vez que no somos merecedores de perdón, que es dudoso que Dios pueda perdonar a alguien como nosotros y que, por tanto, seríamos unos hipócritas si nos perdonáramos a nosotros mismos. 

Al creer esa mentira, no somos merecedores del perdón del Señor ni del nuestro, basada en una verdad, hemos pecado en el pasado y, tal vez, de una manera grave, experimentamos las consecuencias de esa mentira y vivimos abrumados por la culpa. El único remedio posible es confrontar la mentira de Satanás que genera culpa, con la verdad de Dios -nuestros pecados han sido perdonados- y, por tanto, experimentar libertad. Ahora bien, ese es un proceso constante de confrontar la mentira con la verdad.

¿Qué mentiras de Satanás te estás creyendo? ¿Qué efecto tienen sobre ti?

 



Las culpas nos tienen abrumados, pero tú perdonas nuestros pecados. (Salmo 65)

Hay una culpa que es saludable y que nos lleva al arrepentimiento y, consecuentemente al cambio (véase 2 Corintios 7:10) en nuestras acciones, actitudes o motivaciones. Sin embargo, hay una culpa que es disfuncional, tóxica y que nos puede sobrecargar en la vida e impedirnos disfrutar el presente y movernos con libertad hacia el futuro.

Esa carga viene de Satanás el mentiroso desde el principio y, tal y como dice Jesús en el evangelio de Juan, padre de toda mentira. Pero, aunque parezca paradójico, las mentiras de Satanás están basadas en la verdad, mejor dicho, en medias verdades que usa en contra nuestra para continuar controlándonos ya que legalmente no tiene capacidad para ello.

Pensemos, por ejemplo, en la culpa que viene de pecados cometidos en el pasado. Pecados que con seguridad hemos confesado una y otra vez, pero que, sin embargo, la culpa sigue acompañándonos y no tenemos manera de librarnos de ella. Esta es la culpa que proviene del diablo. Él usa la verdad de nuestro pecado cometido para recordarnos una y otra vez que no somos merecedores de perdón, que es dudoso que Dios pueda perdonar a alguien como nosotros y que, por tanto, seríamos unos hipócritas si nos perdonáramos a nosotros mismos. 

Al creer esa mentira, no somos merecedores del perdón del Señor ni del nuestro, basada en una verdad, hemos pecado en el pasado y, tal vez, de una manera grave, experimentamos las consecuencias de esa mentira y vivimos abrumados por la culpa. El único remedio posible es confrontar la mentira de Satanás que genera culpa, con la verdad de Dios -nuestros pecados han sido perdonados- y, por tanto, experimentar libertad. Ahora bien, ese es un proceso constante de confrontar la mentira con la verdad.

¿Qué mentiras de Satanás te estás creyendo? ¿Qué efecto tienen sobre ti?

 



Las culpas nos tienen abrumados, pero tú perdonas nuestros pecados. (Salmo 65)

Hay una culpa que es saludable y que nos lleva al arrepentimiento y, consecuentemente al cambio (véase 2 Corintios 7:10) en nuestras acciones, actitudes o motivaciones. Sin embargo, hay una culpa que es disfuncional, tóxica y que nos puede sobrecargar en la vida e impedirnos disfrutar el presente y movernos con libertad hacia el futuro.

Esa carga viene de Satanás el mentiroso desde el principio y, tal y como dice Jesús en el evangelio de Juan, padre de toda mentira. Pero, aunque parezca paradójico, las mentiras de Satanás están basadas en la verdad, mejor dicho, en medias verdades que usa en contra nuestra para continuar controlándonos ya que legalmente no tiene capacidad para ello.

Pensemos, por ejemplo, en la culpa que viene de pecados cometidos en el pasado. Pecados que con seguridad hemos confesado una y otra vez, pero que, sin embargo, la culpa sigue acompañándonos y no tenemos manera de librarnos de ella. Esta es la culpa que proviene del diablo. Él usa la verdad de nuestro pecado cometido para recordarnos una y otra vez que no somos merecedores de perdón, que es dudoso que Dios pueda perdonar a alguien como nosotros y que, por tanto, seríamos unos hipócritas si nos perdonáramos a nosotros mismos. 

Al creer esa mentira, no somos merecedores del perdón del Señor ni del nuestro, basada en una verdad, hemos pecado en el pasado y, tal vez, de una manera grave, experimentamos las consecuencias de esa mentira y vivimos abrumados por la culpa. El único remedio posible es confrontar la mentira de Satanás que genera culpa, con la verdad de Dios -nuestros pecados han sido perdonados- y, por tanto, experimentar libertad. Ahora bien, ese es un proceso constante de confrontar la mentira con la verdad.

¿Qué mentiras de Satanás te estás creyendo? ¿Qué efecto tienen sobre ti?