Venid benditos de mi Padre; recibid en propiedad el reino que se ha preparado desde el principio del mundo. Porque estuve hambriento y vosotros me distéis de comer; estuve sediento, y me distéis de beber; llegué como un extraño y me recibisteis en vuestra casa; no tenía ropa y me la distéis; estuve enfermo y me visitasteis, en la cárcel y fuisteis a verme. (Mateo 25:34-36)

Pasión es, en imitación de Jesús, sentirnos responsables de un mundo roto y necesitado. Va más allá de sentirnos mal por la situación del mundo en general y de los más cercarnos en particular, nos lleva a implicarnos para que en la medida de nuestras responsabilidades esas necesidades puedan ser satisfechas. Nos plantea la pregunta: ¿Qué haría el Maestro si se encontrara delante de esta necesidad social, económica, emocional, espiritual, cultural, etc.? ¿Cómo actuaría Él y cómo espera que actuemos nosotros ante esa realidad?

El pasaje de Mateo 25 no narra una parábola; explica cómo será el juicio final y cuáles serán los criterios de evaluación. Mis alumnos, cuando doy clases en la universidad, sin excepción preguntan qué es lo que entrará en el examen. Jesús, en este pasaje, nos explica los criterios que serán usados para ser juzgados. Además, añade que cuando dejamos de satisfacer esas necesidades que se presentan ante nuestros ojos, el agraviado no es únicamente la persona a la que no atendemos, lo es el propio Jesús, ya que como alguien afirmó: "En el necesitado nos encontramos con Jesús disfrazado".

Enmarquemos de nuevo el tema. La encarnación se plasma en una presencia que nos lleva a una proximidad -empatía con el necesitado-, que nos lleva a una pasión -satisfacer, en la medida de nuestras posibilidades esas necesidades-. Todo esto nos guiará a la proclamación.

¿Cómo respondes a las necesidades que hay a tu alrededor? ¿Cómo puede ayudarte el entender que en el necesitado interactúas con el mismo Jesús?

 


Venid benditos de mi Padre; recibid en propiedad el reino que se ha preparado desde el principio del mundo. Porque estuve hambriento y vosotros me distéis de comer; estuve sediento, y me distéis de beber; llegué como un extraño y me recibisteis en vuestra casa; no tenía ropa y me la distéis; estuve enfermo y me visitasteis, en la cárcel y fuisteis a verme. (Mateo 25:34-36)

Pasión es, en imitación de Jesús, sentirnos responsables de un mundo roto y necesitado. Va más allá de sentirnos mal por la situación del mundo en general y de los más cercarnos en particular, nos lleva a implicarnos para que en la medida de nuestras responsabilidades esas necesidades puedan ser satisfechas. Nos plantea la pregunta: ¿Qué haría el Maestro si se encontrara delante de esta necesidad social, económica, emocional, espiritual, cultural, etc.? ¿Cómo actuaría Él y cómo espera que actuemos nosotros ante esa realidad?

El pasaje de Mateo 25 no narra una parábola; explica cómo será el juicio final y cuáles serán los criterios de evaluación. Mis alumnos, cuando doy clases en la universidad, sin excepción preguntan qué es lo que entrará en el examen. Jesús, en este pasaje, nos explica los criterios que serán usados para ser juzgados. Además, añade que cuando dejamos de satisfacer esas necesidades que se presentan ante nuestros ojos, el agraviado no es únicamente la persona a la que no atendemos, lo es el propio Jesús, ya que como alguien afirmó: "En el necesitado nos encontramos con Jesús disfrazado".

Enmarquemos de nuevo el tema. La encarnación se plasma en una presencia que nos lleva a una proximidad -empatía con el necesitado-, que nos lleva a una pasión -satisfacer, en la medida de nuestras posibilidades esas necesidades-. Todo esto nos guiará a la proclamación.

¿Cómo respondes a las necesidades que hay a tu alrededor? ¿Cómo puede ayudarte el entender que en el necesitado interactúas con el mismo Jesús?

 


Venid benditos de mi Padre; recibid en propiedad el reino que se ha preparado desde el principio del mundo. Porque estuve hambriento y vosotros me distéis de comer; estuve sediento, y me distéis de beber; llegué como un extraño y me recibisteis en vuestra casa; no tenía ropa y me la distéis; estuve enfermo y me visitasteis, en la cárcel y fuisteis a verme. (Mateo 25:34-36)

Pasión es, en imitación de Jesús, sentirnos responsables de un mundo roto y necesitado. Va más allá de sentirnos mal por la situación del mundo en general y de los más cercarnos en particular, nos lleva a implicarnos para que en la medida de nuestras responsabilidades esas necesidades puedan ser satisfechas. Nos plantea la pregunta: ¿Qué haría el Maestro si se encontrara delante de esta necesidad social, económica, emocional, espiritual, cultural, etc.? ¿Cómo actuaría Él y cómo espera que actuemos nosotros ante esa realidad?

El pasaje de Mateo 25 no narra una parábola; explica cómo será el juicio final y cuáles serán los criterios de evaluación. Mis alumnos, cuando doy clases en la universidad, sin excepción preguntan qué es lo que entrará en el examen. Jesús, en este pasaje, nos explica los criterios que serán usados para ser juzgados. Además, añade que cuando dejamos de satisfacer esas necesidades que se presentan ante nuestros ojos, el agraviado no es únicamente la persona a la que no atendemos, lo es el propio Jesús, ya que como alguien afirmó: "En el necesitado nos encontramos con Jesús disfrazado".

Enmarquemos de nuevo el tema. La encarnación se plasma en una presencia que nos lleva a una proximidad -empatía con el necesitado-, que nos lleva a una pasión -satisfacer, en la medida de nuestras posibilidades esas necesidades-. Todo esto nos guiará a la proclamación.

¿Cómo respondes a las necesidades que hay a tu alrededor? ¿Cómo puede ayudarte el entender que en el necesitado interactúas con el mismo Jesús?