¿Quién es el que ama la vida y desea días para ser feliz? Guarda tu lengua del mal, y tus labios de la mentira; aléjate del mal, haz el bien, busca la paz, marcha tras ella. (Salmo 34:13-14)


Hay muchas fórmulas para una vida plena y feliz y el salmista nos ofrece la suya propia que tiene valor porque creemos que es inspirada por el Señor. Al mirar los ingredientes de la que propone veo que básicamente están muy orientados, o tienen mucho que ver, con las relaciones interpersonales. No cabe la menor duda que éstas son un ingrediente fundamental para poder vivir vidas llenas de sentido, satisfacción y felicidad. De lo mencionado por David dos aspectos tienen que ver con el control de nuestra lengua; los otros tienen que ver con el control de nuestras conductas. En esencia lo que nos está diciendo el salmista que no puede haber felicidad y amor por la vida cuando tenemos las relaciones interpersonales dañadas. Somos seres sociales, así nos ha creado y diseñado el Señor, y consecuentemente el aspecto de las relaciones es central. 

Sabemos que lo que sale de nuestra lengua puede hacer un tremendo daño a las personas. También nuestros silencios cuando una palabra es necesitada. Los comentarios hechos a otros y sobre otros tienen la capacidad de destruir o, como mínimo, socavar las relaciones interpersonales. Las mentiras destruyen la confianza entre las personas ¿Qué fiabilidad puede tener lo que siga a continuación de una mentira detectada? 

Si lo que sale de nuestra lengua puede dañar las relaciones y éstas están íntimamente relacionadas con tener un sentido de felicidad en la vida, el salmista también propone aquellas acciones que pueden ayudarnos a fortalecer las relaciones. La primera es alejarnos del mal que podamos causar a nuestro prójimo. Las otras dos son totalmente pro activas, buscar el bien del otro y buscar la paz en las relaciones interpersonales. No me cabe duda que quienes evitan lo primero y promueven lo segundo generarán en su entorno relaciones satisfactorias que darán mejor sentido y sabor a sus vidas.


Si sometes tu vida a una evaluación de cuán presentes están esas características en tu vida ¿Qué obtienes? ¿Qué precisas fomentar?


¿Quién es el que ama la vida y desea días para ser feliz? Guarda tu lengua del mal, y tus labios de la mentira; aléjate del mal, haz el bien, busca la paz, marcha tras ella. (Salmo 34:13-14)


Hay muchas fórmulas para una vida plena y feliz y el salmista nos ofrece la suya propia que tiene valor porque creemos que es inspirada por el Señor. Al mirar los ingredientes de la que propone veo que básicamente están muy orientados, o tienen mucho que ver, con las relaciones interpersonales. No cabe la menor duda que éstas son un ingrediente fundamental para poder vivir vidas llenas de sentido, satisfacción y felicidad. De lo mencionado por David dos aspectos tienen que ver con el control de nuestra lengua; los otros tienen que ver con el control de nuestras conductas. En esencia lo que nos está diciendo el salmista que no puede haber felicidad y amor por la vida cuando tenemos las relaciones interpersonales dañadas. Somos seres sociales, así nos ha creado y diseñado el Señor, y consecuentemente el aspecto de las relaciones es central. 

Sabemos que lo que sale de nuestra lengua puede hacer un tremendo daño a las personas. También nuestros silencios cuando una palabra es necesitada. Los comentarios hechos a otros y sobre otros tienen la capacidad de destruir o, como mínimo, socavar las relaciones interpersonales. Las mentiras destruyen la confianza entre las personas ¿Qué fiabilidad puede tener lo que siga a continuación de una mentira detectada? 

Si lo que sale de nuestra lengua puede dañar las relaciones y éstas están íntimamente relacionadas con tener un sentido de felicidad en la vida, el salmista también propone aquellas acciones que pueden ayudarnos a fortalecer las relaciones. La primera es alejarnos del mal que podamos causar a nuestro prójimo. Las otras dos son totalmente pro activas, buscar el bien del otro y buscar la paz en las relaciones interpersonales. No me cabe duda que quienes evitan lo primero y promueven lo segundo generarán en su entorno relaciones satisfactorias que darán mejor sentido y sabor a sus vidas.


Si sometes tu vida a una evaluación de cuán presentes están esas características en tu vida ¿Qué obtienes? ¿Qué precisas fomentar?


¿Quién es el que ama la vida y desea días para ser feliz? Guarda tu lengua del mal, y tus labios de la mentira; aléjate del mal, haz el bien, busca la paz, marcha tras ella. (Salmo 34:13-14)


Hay muchas fórmulas para una vida plena y feliz y el salmista nos ofrece la suya propia que tiene valor porque creemos que es inspirada por el Señor. Al mirar los ingredientes de la que propone veo que básicamente están muy orientados, o tienen mucho que ver, con las relaciones interpersonales. No cabe la menor duda que éstas son un ingrediente fundamental para poder vivir vidas llenas de sentido, satisfacción y felicidad. De lo mencionado por David dos aspectos tienen que ver con el control de nuestra lengua; los otros tienen que ver con el control de nuestras conductas. En esencia lo que nos está diciendo el salmista que no puede haber felicidad y amor por la vida cuando tenemos las relaciones interpersonales dañadas. Somos seres sociales, así nos ha creado y diseñado el Señor, y consecuentemente el aspecto de las relaciones es central. 

Sabemos que lo que sale de nuestra lengua puede hacer un tremendo daño a las personas. También nuestros silencios cuando una palabra es necesitada. Los comentarios hechos a otros y sobre otros tienen la capacidad de destruir o, como mínimo, socavar las relaciones interpersonales. Las mentiras destruyen la confianza entre las personas ¿Qué fiabilidad puede tener lo que siga a continuación de una mentira detectada? 

Si lo que sale de nuestra lengua puede dañar las relaciones y éstas están íntimamente relacionadas con tener un sentido de felicidad en la vida, el salmista también propone aquellas acciones que pueden ayudarnos a fortalecer las relaciones. La primera es alejarnos del mal que podamos causar a nuestro prójimo. Las otras dos son totalmente pro activas, buscar el bien del otro y buscar la paz en las relaciones interpersonales. No me cabe duda que quienes evitan lo primero y promueven lo segundo generarán en su entorno relaciones satisfactorias que darán mejor sentido y sabor a sus vidas.


Si sometes tu vida a una evaluación de cuán presentes están esas características en tu vida ¿Qué obtienes? ¿Qué precisas fomentar?