La ley del Señor es perfecta, reconforta al ser humano; el mandato del Señor es firme, al sencillo hace sabio. (Salmo 19:7)

Vivimos en la era del conocimiento, la sociedad de la información. Nunca antes en la historia había habido tanto conocimiento disponible, para tantas personas y de una forma tan sencilla. No es exagerado afirmar que nos encontramos ante las generaciones más informadas y formadas de toda la historia de la humanidad. Todo al alcance de un clic. Ahora bien, otra cosa es poder diferenciar entre tanta información cuál es cierta, cuál no lo es, cuál es relevante o carece de relevancia. Aún más épica es la tarea de darle sentido y significado a todo el cúmulo de información a la que podemos acceder.

Información y sabiduría no son sinónimos. He conocido gente excepcionalmente formada y con una gran carencia de sabiduría y al revés. La sabiduría es definida en las Escrituras como la capacidad de vivir bien, de saber vivir, de encontrarle sentido y significado a la existencia. El respeto y reverencia a Dios y el cimentarnos en su Palabra es lo que nos da la capacidad para vivir bien, lo que nos otorga la sabiduría. Pero yo añadiría una matización más; Jesús afirmó que el sabio -el que sabe vivir- no es, únicamente el que conoce las Escrituras, sino aquel que las pone en práctica. Del mismo modo que he conocido a muchas personas formadas pero carentes de sabiduría, también he conocido y conozco a muchos que saben un montón de Biblia pero no son sabios, su estilo de vida no muestra sabiduría y, como afirmó el Maestro, somos conocidos por nuestros frutos.


¿Sabio o conocedor?

 



La ley del Señor es perfecta, reconforta al ser humano; el mandato del Señor es firme, al sencillo hace sabio. (Salmo 19:7)

Vivimos en la era del conocimiento, la sociedad de la información. Nunca antes en la historia había habido tanto conocimiento disponible, para tantas personas y de una forma tan sencilla. No es exagerado afirmar que nos encontramos ante las generaciones más informadas y formadas de toda la historia de la humanidad. Todo al alcance de un clic. Ahora bien, otra cosa es poder diferenciar entre tanta información cuál es cierta, cuál no lo es, cuál es relevante o carece de relevancia. Aún más épica es la tarea de darle sentido y significado a todo el cúmulo de información a la que podemos acceder.

Información y sabiduría no son sinónimos. He conocido gente excepcionalmente formada y con una gran carencia de sabiduría y al revés. La sabiduría es definida en las Escrituras como la capacidad de vivir bien, de saber vivir, de encontrarle sentido y significado a la existencia. El respeto y reverencia a Dios y el cimentarnos en su Palabra es lo que nos da la capacidad para vivir bien, lo que nos otorga la sabiduría. Pero yo añadiría una matización más; Jesús afirmó que el sabio -el que sabe vivir- no es, únicamente el que conoce las Escrituras, sino aquel que las pone en práctica. Del mismo modo que he conocido a muchas personas formadas pero carentes de sabiduría, también he conocido y conozco a muchos que saben un montón de Biblia pero no son sabios, su estilo de vida no muestra sabiduría y, como afirmó el Maestro, somos conocidos por nuestros frutos.


¿Sabio o conocedor?

 



La ley del Señor es perfecta, reconforta al ser humano; el mandato del Señor es firme, al sencillo hace sabio. (Salmo 19:7)

Vivimos en la era del conocimiento, la sociedad de la información. Nunca antes en la historia había habido tanto conocimiento disponible, para tantas personas y de una forma tan sencilla. No es exagerado afirmar que nos encontramos ante las generaciones más informadas y formadas de toda la historia de la humanidad. Todo al alcance de un clic. Ahora bien, otra cosa es poder diferenciar entre tanta información cuál es cierta, cuál no lo es, cuál es relevante o carece de relevancia. Aún más épica es la tarea de darle sentido y significado a todo el cúmulo de información a la que podemos acceder.

Información y sabiduría no son sinónimos. He conocido gente excepcionalmente formada y con una gran carencia de sabiduría y al revés. La sabiduría es definida en las Escrituras como la capacidad de vivir bien, de saber vivir, de encontrarle sentido y significado a la existencia. El respeto y reverencia a Dios y el cimentarnos en su Palabra es lo que nos da la capacidad para vivir bien, lo que nos otorga la sabiduría. Pero yo añadiría una matización más; Jesús afirmó que el sabio -el que sabe vivir- no es, únicamente el que conoce las Escrituras, sino aquel que las pone en práctica. Del mismo modo que he conocido a muchas personas formadas pero carentes de sabiduría, también he conocido y conozco a muchos que saben un montón de Biblia pero no son sabios, su estilo de vida no muestra sabiduría y, como afirmó el Maestro, somos conocidos por nuestros frutos.


¿Sabio o conocedor?