Andad en el Espíritu y nos busquéis satisfacer vuestros propios malos deseos. (Gálatas 5:16)


Como frase queda muy bien. Seguro que muchos de nosotros la tenemos subrayada en nuestras Biblias (o la teníamos cuando todavía usábamos versiones en papel de la misma) Sin embargo, a efectos prácticos ¿Qué significa caminar en el Espíritu, cómo es posible llevarlo a cabo?

En la Biblia, salvo que el contexto nos indique algo diferente, caminar es un sinónimo de la forma en que vivimos la vida cotidiana. De hecho, en la sabiduría popular también se usa con ese mismo sentido; pensemos, por ejemplo, en algunos de los refranes más populares y conocidos: "Quien mal anda, mal acaba", "Dime con quién andas y te diré quién eres" "Si tomas mal camino, no esperes buen destino". La lista es realmente interminable. Hecha esta aclaración podemos deducir que la recomendación del apóstol Pablo está relacionada con la forma en que vivimos o nos desempeñamos en la vida cotidiana. 

Es una realidad que la vida -nos guste o no- está conformada de hábitos que van moldeando quiénes somos y a la postre cómo vivimos. La Palabra nos invita a desarrollar el hábito de hacer del control, la guía y la dirección del Espíritu de Dios no algo puntual, excepcional o dramático en nuestras vidas; no una experiencia de un sólo momento y con fuerte contenido emocional. Más bien un hábito tranquilo de vivir día a día, momento a momento, bajo el control del Espíritu de Jesús. Además, el apóstol contrapone el caminar bajo el Espíritu como la única y efectiva forma de no dejarnos llevar o dominar por nuestra vieja naturaleza, esa tan creativa y siempre predispuesta a buscar y encontrar oportunidades para vivir al margen de Dios. 

Pero ¿Cómo se puede llevar esto a la práctica? El misterio es fácil de responder. En la medida en que práctico la respiración espiritual -de la cual ya hemos hablado- estoy caminando en el Espíritu. Cuando de forma intencional y consciente vivo practicando ese tipo de respiración,l voy permitiendo que el Espíritu de Jesús sea la influencia principal y determinante en mi vida y eso, poco a poco, día a día, se va convirtiendo en un hábito que genera un carácter que genera unos frutos que, a la larga, genera un destino.

En resumidas cuentas, tal y como comentaba cuando hablaba del ritual de la mañana, comencemos el día poniéndolo bajo el control del Espíritu de Dios y cada vez que detectemos pecado en nuestra vida, respiremos espiritualmente, inhalemos y exhalemos. A eso se reduce el andar en el Espíritu.


Quien mal anda mal acaba ¿Cómo andas?


Andad en el Espíritu y nos busquéis satisfacer vuestros propios malos deseos. (Gálatas 5:16)


Como frase queda muy bien. Seguro que muchos de nosotros la tenemos subrayada en nuestras Biblias (o la teníamos cuando todavía usábamos versiones en papel de la misma) Sin embargo, a efectos prácticos ¿Qué significa caminar en el Espíritu, cómo es posible llevarlo a cabo?

En la Biblia, salvo que el contexto nos indique algo diferente, caminar es un sinónimo de la forma en que vivimos la vida cotidiana. De hecho, en la sabiduría popular también se usa con ese mismo sentido; pensemos, por ejemplo, en algunos de los refranes más populares y conocidos: "Quien mal anda, mal acaba", "Dime con quién andas y te diré quién eres" "Si tomas mal camino, no esperes buen destino". La lista es realmente interminable. Hecha esta aclaración podemos deducir que la recomendación del apóstol Pablo está relacionada con la forma en que vivimos o nos desempeñamos en la vida cotidiana. 

Es una realidad que la vida -nos guste o no- está conformada de hábitos que van moldeando quiénes somos y a la postre cómo vivimos. La Palabra nos invita a desarrollar el hábito de hacer del control, la guía y la dirección del Espíritu de Dios no algo puntual, excepcional o dramático en nuestras vidas; no una experiencia de un sólo momento y con fuerte contenido emocional. Más bien un hábito tranquilo de vivir día a día, momento a momento, bajo el control del Espíritu de Jesús. Además, el apóstol contrapone el caminar bajo el Espíritu como la única y efectiva forma de no dejarnos llevar o dominar por nuestra vieja naturaleza, esa tan creativa y siempre predispuesta a buscar y encontrar oportunidades para vivir al margen de Dios. 

Pero ¿Cómo se puede llevar esto a la práctica? El misterio es fácil de responder. En la medida en que práctico la respiración espiritual -de la cual ya hemos hablado- estoy caminando en el Espíritu. Cuando de forma intencional y consciente vivo practicando ese tipo de respiración,l voy permitiendo que el Espíritu de Jesús sea la influencia principal y determinante en mi vida y eso, poco a poco, día a día, se va convirtiendo en un hábito que genera un carácter que genera unos frutos que, a la larga, genera un destino.

En resumidas cuentas, tal y como comentaba cuando hablaba del ritual de la mañana, comencemos el día poniéndolo bajo el control del Espíritu de Dios y cada vez que detectemos pecado en nuestra vida, respiremos espiritualmente, inhalemos y exhalemos. A eso se reduce el andar en el Espíritu.


Quien mal anda mal acaba ¿Cómo andas?


Andad en el Espíritu y nos busquéis satisfacer vuestros propios malos deseos. (Gálatas 5:16)


Como frase queda muy bien. Seguro que muchos de nosotros la tenemos subrayada en nuestras Biblias (o la teníamos cuando todavía usábamos versiones en papel de la misma) Sin embargo, a efectos prácticos ¿Qué significa caminar en el Espíritu, cómo es posible llevarlo a cabo?

En la Biblia, salvo que el contexto nos indique algo diferente, caminar es un sinónimo de la forma en que vivimos la vida cotidiana. De hecho, en la sabiduría popular también se usa con ese mismo sentido; pensemos, por ejemplo, en algunos de los refranes más populares y conocidos: "Quien mal anda, mal acaba", "Dime con quién andas y te diré quién eres" "Si tomas mal camino, no esperes buen destino". La lista es realmente interminable. Hecha esta aclaración podemos deducir que la recomendación del apóstol Pablo está relacionada con la forma en que vivimos o nos desempeñamos en la vida cotidiana. 

Es una realidad que la vida -nos guste o no- está conformada de hábitos que van moldeando quiénes somos y a la postre cómo vivimos. La Palabra nos invita a desarrollar el hábito de hacer del control, la guía y la dirección del Espíritu de Dios no algo puntual, excepcional o dramático en nuestras vidas; no una experiencia de un sólo momento y con fuerte contenido emocional. Más bien un hábito tranquilo de vivir día a día, momento a momento, bajo el control del Espíritu de Jesús. Además, el apóstol contrapone el caminar bajo el Espíritu como la única y efectiva forma de no dejarnos llevar o dominar por nuestra vieja naturaleza, esa tan creativa y siempre predispuesta a buscar y encontrar oportunidades para vivir al margen de Dios. 

Pero ¿Cómo se puede llevar esto a la práctica? El misterio es fácil de responder. En la medida en que práctico la respiración espiritual -de la cual ya hemos hablado- estoy caminando en el Espíritu. Cuando de forma intencional y consciente vivo practicando ese tipo de respiración,l voy permitiendo que el Espíritu de Jesús sea la influencia principal y determinante en mi vida y eso, poco a poco, día a día, se va convirtiendo en un hábito que genera un carácter que genera unos frutos que, a la larga, genera un destino.

En resumidas cuentas, tal y como comentaba cuando hablaba del ritual de la mañana, comencemos el día poniéndolo bajo el control del Espíritu de Dios y cada vez que detectemos pecado en nuestra vida, respiremos espiritualmente, inhalemos y exhalemos. A eso se reduce el andar en el Espíritu.


Quien mal anda mal acaba ¿Cómo andas?


Andad en el Espíritu y nos busquéis satisfacer vuestros propios malos deseos. (Gálatas 5:16)


Como frase queda muy bien. Seguro que muchos de nosotros la tenemos subrayada en nuestras Biblias (o la teníamos cuando todavía usábamos versiones en papel de la misma) Sin embargo, a efectos prácticos ¿Qué significa caminar en el Espíritu, cómo es posible llevarlo a cabo?

En la Biblia, salvo que el contexto nos indique algo diferente, caminar es un sinónimo de la forma en que vivimos la vida cotidiana. De hecho, en la sabiduría popular también se usa con ese mismo sentido; pensemos, por ejemplo, en algunos de los refranes más populares y conocidos: "Quien mal anda, mal acaba", "Dime con quién andas y te diré quién eres" "Si tomas mal camino, no esperes buen destino". La lista es realmente interminable. Hecha esta aclaración podemos deducir que la recomendación del apóstol Pablo está relacionada con la forma en que vivimos o nos desempeñamos en la vida cotidiana. 

Es una realidad que la vida -nos guste o no- está conformada de hábitos que van moldeando quiénes somos y a la postre cómo vivimos. La Palabra nos invita a desarrollar el hábito de hacer del control, la guía y la dirección del Espíritu de Dios no algo puntual, excepcional o dramático en nuestras vidas; no una experiencia de un sólo momento y con fuerte contenido emocional. Más bien un hábito tranquilo de vivir día a día, momento a momento, bajo el control del Espíritu de Jesús. Además, el apóstol contrapone el caminar bajo el Espíritu como la única y efectiva forma de no dejarnos llevar o dominar por nuestra vieja naturaleza, esa tan creativa y siempre predispuesta a buscar y encontrar oportunidades para vivir al margen de Dios. 

Pero ¿Cómo se puede llevar esto a la práctica? El misterio es fácil de responder. En la medida en que práctico la respiración espiritual -de la cual ya hemos hablado- estoy caminando en el Espíritu. Cuando de forma intencional y consciente vivo practicando ese tipo de respiración,l voy permitiendo que el Espíritu de Jesús sea la influencia principal y determinante en mi vida y eso, poco a poco, día a día, se va convirtiendo en un hábito que genera un carácter que genera unos frutos que, a la larga, genera un destino.

En resumidas cuentas, tal y como comentaba cuando hablaba del ritual de la mañana, comencemos el día poniéndolo bajo el control del Espíritu de Dios y cada vez que detectemos pecado en nuestra vida, respiremos espiritualmente, inhalemos y exhalemos. A eso se reduce el andar en el Espíritu.


Quien mal anda mal acaba ¿Cómo andas?