¿Quién eres tú para erigirte en juez de alguien que no está bajo tu dominio? Que se mantenga en pie o caiga, es algo que incumbe solamente a su amo. Y no cabe duda que le mantendrá en pie. Pues le sobre poder al Señor para mantenerlo. (Romanos 14:4)


Pablo alude en la primera parte del capítulo 14 de Romanos a un problema local de la comunidad de seguidores de Jesús en Roma, sin embargo, el principio que está en discusión es universal y nos sigue afectando a todos nosotros, solo hay que ver las continuas discusiones en Facebook sobre los temas más peregrinos.

Me gusta la traducción de las Escrituras que uso para mi tiempo devocional porque habla de no discutir sobre aquello que Pablo define como "cuestiones opinables" Es decir, aquellas cosas que la Palabra del Señor nos permite decantarnos tanto hacia un lado como hacia el contrario y, seamos sinceros, la Biblia está llena de ese tipo de temas y la cristiandad se ha desgastado, con grupos en los diferentes extremos lanzando anatemas unos sobre otros, por siglos y continua haciéndolo en la actualidad. Es lo más habitual que alguien que piensa de una manera se sienta investida de una razón santa para señalar con el dedo, criticar, juzgar y condenar a aquellos que no ven las cosas como él o ella las ve. Quien juzga, evidentemente, se coloca por encima del juzgado sintiéndose con la autoridad moral y espiritual de condenar al otro. Sin embargo, como dice el apóstol, esa actitud lejos de ser una de madurez en el Señor es descrita por Pablo como debilidad en la fe, "una fe poco formada" como expresa la traducción antes mencionada. 

Pablo aboga por la tolerancia ¡Qué difícil es se tolerante!, es decir, que no nos preocupemos del tema porque esos temas, en el caso de que fueran como nosotros pensamos y nuestro "oponente" estuviera equivocado, los juzgará el Señor, pues a nosotros no se nos ha dado ni esa autoridad, ni derecho, ni capacidad. Pienso que hay una mejor forma de actuar que la que habitualmente usamos, una que está más en línea con aquello que el apóstol nos sugiere, encomendar con amor y respeto al hermano al Señor. Hacerlo sabiendo que nosotros, aunque creamos que no, también podamos estar equivocados. Hacerlo sabiendo que será nuestro Padre quien tendrá cuidado de Él. Hacerlo conscientes de que es responsabilidad del Espíritu Santo de Dios cambiar la actitud y el pensar y proceder de nuestro hermano -si este estuviera equivocado- y no nuestro. Pienso que si siguiéramos estas instrucciones apostólicas -por otro lado tan claras y concisas- nuestras comunidades y la cristiandad en general tendrían más gozo, más credibilidad y andarían más conforme a la Palabra a los ojos del Señor y del mundo que nos observa.


Y tú ¿Cómo reaccionas ante la discrepancia? ¿Reflejas las enseñanzas del apóstol o, por el contrario, tu fe es "poco formada"?



¿Quién eres tú para erigirte en juez de alguien que no está bajo tu dominio? Que se mantenga en pie o caiga, es algo que incumbe solamente a su amo. Y no cabe duda que le mantendrá en pie. Pues le sobre poder al Señor para mantenerlo. (Romanos 14:4)


Pablo alude en la primera parte del capítulo 14 de Romanos a un problema local de la comunidad de seguidores de Jesús en Roma, sin embargo, el principio que está en discusión es universal y nos sigue afectando a todos nosotros, solo hay que ver las continuas discusiones en Facebook sobre los temas más peregrinos.

Me gusta la traducción de las Escrituras que uso para mi tiempo devocional porque habla de no discutir sobre aquello que Pablo define como "cuestiones opinables" Es decir, aquellas cosas que la Palabra del Señor nos permite decantarnos tanto hacia un lado como hacia el contrario y, seamos sinceros, la Biblia está llena de ese tipo de temas y la cristiandad se ha desgastado, con grupos en los diferentes extremos lanzando anatemas unos sobre otros, por siglos y continua haciéndolo en la actualidad. Es lo más habitual que alguien que piensa de una manera se sienta investida de una razón santa para señalar con el dedo, criticar, juzgar y condenar a aquellos que no ven las cosas como él o ella las ve. Quien juzga, evidentemente, se coloca por encima del juzgado sintiéndose con la autoridad moral y espiritual de condenar al otro. Sin embargo, como dice el apóstol, esa actitud lejos de ser una de madurez en el Señor es descrita por Pablo como debilidad en la fe, "una fe poco formada" como expresa la traducción antes mencionada. 

Pablo aboga por la tolerancia ¡Qué difícil es se tolerante!, es decir, que no nos preocupemos del tema porque esos temas, en el caso de que fueran como nosotros pensamos y nuestro "oponente" estuviera equivocado, los juzgará el Señor, pues a nosotros no se nos ha dado ni esa autoridad, ni derecho, ni capacidad. Pienso que hay una mejor forma de actuar que la que habitualmente usamos, una que está más en línea con aquello que el apóstol nos sugiere, encomendar con amor y respeto al hermano al Señor. Hacerlo sabiendo que nosotros, aunque creamos que no, también podamos estar equivocados. Hacerlo sabiendo que será nuestro Padre quien tendrá cuidado de Él. Hacerlo conscientes de que es responsabilidad del Espíritu Santo de Dios cambiar la actitud y el pensar y proceder de nuestro hermano -si este estuviera equivocado- y no nuestro. Pienso que si siguiéramos estas instrucciones apostólicas -por otro lado tan claras y concisas- nuestras comunidades y la cristiandad en general tendrían más gozo, más credibilidad y andarían más conforme a la Palabra a los ojos del Señor y del mundo que nos observa.


Y tú ¿Cómo reaccionas ante la discrepancia? ¿Reflejas las enseñanzas del apóstol o, por el contrario, tu fe es "poco formada"?



¿Quién eres tú para erigirte en juez de alguien que no está bajo tu dominio? Que se mantenga en pie o caiga, es algo que incumbe solamente a su amo. Y no cabe duda que le mantendrá en pie. Pues le sobre poder al Señor para mantenerlo. (Romanos 14:4)


Pablo alude en la primera parte del capítulo 14 de Romanos a un problema local de la comunidad de seguidores de Jesús en Roma, sin embargo, el principio que está en discusión es universal y nos sigue afectando a todos nosotros, solo hay que ver las continuas discusiones en Facebook sobre los temas más peregrinos.

Me gusta la traducción de las Escrituras que uso para mi tiempo devocional porque habla de no discutir sobre aquello que Pablo define como "cuestiones opinables" Es decir, aquellas cosas que la Palabra del Señor nos permite decantarnos tanto hacia un lado como hacia el contrario y, seamos sinceros, la Biblia está llena de ese tipo de temas y la cristiandad se ha desgastado, con grupos en los diferentes extremos lanzando anatemas unos sobre otros, por siglos y continua haciéndolo en la actualidad. Es lo más habitual que alguien que piensa de una manera se sienta investida de una razón santa para señalar con el dedo, criticar, juzgar y condenar a aquellos que no ven las cosas como él o ella las ve. Quien juzga, evidentemente, se coloca por encima del juzgado sintiéndose con la autoridad moral y espiritual de condenar al otro. Sin embargo, como dice el apóstol, esa actitud lejos de ser una de madurez en el Señor es descrita por Pablo como debilidad en la fe, "una fe poco formada" como expresa la traducción antes mencionada. 

Pablo aboga por la tolerancia ¡Qué difícil es se tolerante!, es decir, que no nos preocupemos del tema porque esos temas, en el caso de que fueran como nosotros pensamos y nuestro "oponente" estuviera equivocado, los juzgará el Señor, pues a nosotros no se nos ha dado ni esa autoridad, ni derecho, ni capacidad. Pienso que hay una mejor forma de actuar que la que habitualmente usamos, una que está más en línea con aquello que el apóstol nos sugiere, encomendar con amor y respeto al hermano al Señor. Hacerlo sabiendo que nosotros, aunque creamos que no, también podamos estar equivocados. Hacerlo sabiendo que será nuestro Padre quien tendrá cuidado de Él. Hacerlo conscientes de que es responsabilidad del Espíritu Santo de Dios cambiar la actitud y el pensar y proceder de nuestro hermano -si este estuviera equivocado- y no nuestro. Pienso que si siguiéramos estas instrucciones apostólicas -por otro lado tan claras y concisas- nuestras comunidades y la cristiandad en general tendrían más gozo, más credibilidad y andarían más conforme a la Palabra a los ojos del Señor y del mundo que nos observa.


Y tú ¿Cómo reaccionas ante la discrepancia? ¿Reflejas las enseñanzas del apóstol o, por el contrario, tu fe es "poco formada"?