A nadie, en efecto, restablecerá Dios en su amistad por la observancia de la ley, pues la misión de la ley es hacernos conscientes del pecado. (Romanos 3:20)


El pecado en la Biblia nunca es un problema de conductas, siempre es un problema del corazón. Por eso la Escritura afirma que sobre todo hay que guardar el corazón porque de él mana la vida. También Jesús nos dijo que del corazón del ser humano salen todas aquellas cosas que nosotros denominamos pecado. Engañoso al máximo, indica Jeremías, es el corazón del ser humano. Por eso invitamos a Jesús a que venga a morar a nuestro corazón y también, por eso, afirma el profeta Ezequiel que Dios -cuando nos volvamos a Él- cambiará nuestro corazón de piedra por uno de carne. En el mundo hebreo el corazón es el centro de control de la vida, es allí donde se toman las decisiones y se decide el proyecto vital de cada persona. El pecado consiste en volverle la espalda a Dios, en declararnos independientes con respecto a Él, su autoridad y su jurisdicción. 

Un problema interno puede seguir sin ser detectado a menos que haya síntomas exteriores que nos permitan descubrirlo. Hay enfermedades que son asintomáticas -es decir, se desarrollan en el interior sin ninguna manifestación externa y, cuando esta se da, ya es demasiado tarde porque el mal está tremendamente extendido-. Los síntomas permiten diagnosticar un problema más de fondo, más serio, más importante. Lo mismo sucede con el pecado, aquello que nosotros denominamos como tal -las conductas externas- son simplemente síntomas de un problema interior -el vivir de espaldas al Señor, en franca rebelión hacia Él- Hemos de ser cuidadosos de no atacar los síntomas y de ese modo enmascarar el problema que los genera.

Pablo indica que ese es precisamente el propósito de la Ley, poner de manifiesto el pecado. Nuestra incapacidad de cumplir la misma nos hace ver que tenemos un serio problema del cual nuestras conductas, actitudes, valores y prioridades son simplemente un leve síntoma. La Ley no crea el pecado, lo pone de manifiesto, lo saca a la luz, lo evidencia, y al hacerlo nos hace ver que tenemos un serio problema que debemos afrontar y atajar.


Mira tu vida ¿Qué evidencian los síntomas?