De Salomón. Oh Dios, confía tus juicios al rey, tu justicia al hijo del monarca. Él juzgará a tu pueblo con justicia, a los humildes con rectitud. De los montes llegará al pueblo la paz, de las colinas la justicia. Hará justicia a los humildes, salvará a los oprimidos, aplastará al explotador. (Salmo 72:1-3)

Este salmo, dicen los estudiosos, era un cántico que acompañaba a la ceremonia de coronación de un nuevo rey. En este se describe lo que deberían ser las cualidades que acompañaran al nuevo monarca. Como no podía ser de otra manera se pide que el rey sea justo, ejerza justicia y defienda al vulnerable. Digo que no podía ser de otra manera porque el Señor es un Dios justo y se declara a Sí mismo como el defensor del vulnerable (el pobre, el huérfano, la viuda y el extranjero en el lenguaje de Antiguo Testamento) En cuatro ocasiones se expresa la idea de la justicia asociada a los actos de gobierno.

Los gobernantes con demasiada frecuencia nos toman el pelo a los seguidores de Jesús. Conocen muy bien nuestros puntos débiles y como buenos magos saben distraer nuestra atención del punto principal para poder sacar el conejo de la chistera sin que nos demos cuenta. Nos hacen centrarnos en el aborto y la ideología de genero y de esa manera pueden continuar siendo injustos a nivel económico, político y social. Nos dan la zanahoria y así nos olvidamos de su corrupción e injusticia. ¡Qué bien nos conocen, cómo nos manipulan! Nos hacen creer que el Dios justo es completamente indiferente a la pobreza, la opresión, la violencia, la explotación, la acumulación de riqueza, los 500 millones de empleos que se perderán como consecuencia de la pandemia del COVID19, las crisis humanitarias que desplazan a millones de personas por la guerra y el hambre. A Él solo le preocupan cuestiones de género y aborto. Ya les interesa a esos gobernantes que sigamos creyendo que el mundo no es nuestro hogar, que debemos ser felices en nuestra arca mientras esperamos que Dios nos salve definitivamente del diluvio. 

En el primer discurso de Jesús en la sinagoga de Nazaret leyó el libro del profeta Isaías donde se habla de traer justicia al mundo; después de haberlo hecho afirmó: Este pasaje de la Escritura se ha cumplido hoy mismo en vuestra presencia.

Cuando valores a tus gobernantes no lo hagas por simpatía o antipatía, atiende a los criterios de la Palabra.

 



De Salomón. Oh Dios, confía tus juicios al rey, tu justicia al hijo del monarca. Él juzgará a tu pueblo con justicia, a los humildes con rectitud. De los montes llegará al pueblo la paz, de las colinas la justicia. Hará justicia a los humildes, salvará a los oprimidos, aplastará al explotador. (Salmo 72:1-3)

Este salmo, dicen los estudiosos, era un cántico que acompañaba a la ceremonia de coronación de un nuevo rey. En este se describe lo que deberían ser las cualidades que acompañaran al nuevo monarca. Como no podía ser de otra manera se pide que el rey sea justo, ejerza justicia y defienda al vulnerable. Digo que no podía ser de otra manera porque el Señor es un Dios justo y se declara a Sí mismo como el defensor del vulnerable (el pobre, el huérfano, la viuda y el extranjero en el lenguaje de Antiguo Testamento) En cuatro ocasiones se expresa la idea de la justicia asociada a los actos de gobierno.

Los gobernantes con demasiada frecuencia nos toman el pelo a los seguidores de Jesús. Conocen muy bien nuestros puntos débiles y como buenos magos saben distraer nuestra atención del punto principal para poder sacar el conejo de la chistera sin que nos demos cuenta. Nos hacen centrarnos en el aborto y la ideología de genero y de esa manera pueden continuar siendo injustos a nivel económico, político y social. Nos dan la zanahoria y así nos olvidamos de su corrupción e injusticia. ¡Qué bien nos conocen, cómo nos manipulan! Nos hacen creer que el Dios justo es completamente indiferente a la pobreza, la opresión, la violencia, la explotación, la acumulación de riqueza, los 500 millones de empleos que se perderán como consecuencia de la pandemia del COVID19, las crisis humanitarias que desplazan a millones de personas por la guerra y el hambre. A Él solo le preocupan cuestiones de género y aborto. Ya les interesa a esos gobernantes que sigamos creyendo que el mundo no es nuestro hogar, que debemos ser felices en nuestra arca mientras esperamos que Dios nos salve definitivamente del diluvio. 

En el primer discurso de Jesús en la sinagoga de Nazaret leyó el libro del profeta Isaías donde se habla de traer justicia al mundo; después de haberlo hecho afirmó: Este pasaje de la Escritura se ha cumplido hoy mismo en vuestra presencia.

Cuando valores a tus gobernantes no lo hagas por simpatía o antipatía, atiende a los criterios de la Palabra.

 



De Salomón. Oh Dios, confía tus juicios al rey, tu justicia al hijo del monarca. Él juzgará a tu pueblo con justicia, a los humildes con rectitud. De los montes llegará al pueblo la paz, de las colinas la justicia. Hará justicia a los humildes, salvará a los oprimidos, aplastará al explotador. (Salmo 72:1-3)

Este salmo, dicen los estudiosos, era un cántico que acompañaba a la ceremonia de coronación de un nuevo rey. En este se describe lo que deberían ser las cualidades que acompañaran al nuevo monarca. Como no podía ser de otra manera se pide que el rey sea justo, ejerza justicia y defienda al vulnerable. Digo que no podía ser de otra manera porque el Señor es un Dios justo y se declara a Sí mismo como el defensor del vulnerable (el pobre, el huérfano, la viuda y el extranjero en el lenguaje de Antiguo Testamento) En cuatro ocasiones se expresa la idea de la justicia asociada a los actos de gobierno.

Los gobernantes con demasiada frecuencia nos toman el pelo a los seguidores de Jesús. Conocen muy bien nuestros puntos débiles y como buenos magos saben distraer nuestra atención del punto principal para poder sacar el conejo de la chistera sin que nos demos cuenta. Nos hacen centrarnos en el aborto y la ideología de genero y de esa manera pueden continuar siendo injustos a nivel económico, político y social. Nos dan la zanahoria y así nos olvidamos de su corrupción e injusticia. ¡Qué bien nos conocen, cómo nos manipulan! Nos hacen creer que el Dios justo es completamente indiferente a la pobreza, la opresión, la violencia, la explotación, la acumulación de riqueza, los 500 millones de empleos que se perderán como consecuencia de la pandemia del COVID19, las crisis humanitarias que desplazan a millones de personas por la guerra y el hambre. A Él solo le preocupan cuestiones de género y aborto. Ya les interesa a esos gobernantes que sigamos creyendo que el mundo no es nuestro hogar, que debemos ser felices en nuestra arca mientras esperamos que Dios nos salve definitivamente del diluvio. 

En el primer discurso de Jesús en la sinagoga de Nazaret leyó el libro del profeta Isaías donde se habla de traer justicia al mundo; después de haberlo hecho afirmó: Este pasaje de la Escritura se ha cumplido hoy mismo en vuestra presencia.

Cuando valores a tus gobernantes no lo hagas por simpatía o antipatía, atiende a los criterios de la Palabra.