Hasta ahora, ninguna prueba os ha sobrevenido que no pueda considerarse humanamente soportable. Dios es fiel y no permitirá que seáis puestos a prueba más allá de vuestras fuerzas; al contrario, junto con la prueba os proporcionará también la manera de superarla con éxito. (1 Corintios 10:13)


Las infraestructuras, como el puente de la fotografía, son sometidas a pruebas de estrés. Son llevadas al límite para ver si podrán resistir y ser fiables. Estos tests permiten detectar posibles deficiencias en la estructura y de esa manera actuar sobre las mismas a fin de reforzarlas y prevenir potenciales accidentes. Lo mismo sucede con los nuevos modelos de automóviles, antes de ser sacados al mercado han de pasar numerosas pruebas que permitan detectar fallos de seguridad y prever potenciales peligros para peatones y ocupantes. Las entidades bancarias, al menos en Europa, después de la crisis del año 2008 están obligadas a someterse a este tipo de pruebas para poder determinar su capacidad de respuesta si se repitiera una crisis financiera.

Este es el sentido que le veo a la enseñanza de Pablo en este versículo. El apóstol no está hablando de tentaciones, en el sentido de aquellas que provienen del maligno; se refiere a las pruebas que forman parte de la vida de cualquier ser humano. Dolor, enfermedad, pérdidas, accidentes, conflictos, relaciones rotas, etc. Desde su perspectiva, y así lo corroboran otros pasajes similares de las Escrituras, estas situaciones son pruebas de estrés que ponen en evidencia la calidad de nuestra fe, nuestra capacidad de respuesta ante las crisis y situaciones duras de la vida. Porque todo va bien cuando todo va bien.

Desde hace dos meses y como consecuencia de mi accidente padezco dolor intenso que me produce una dificultad grande para dormir, que me hace ir cansado todo el día. Puedo, y lo hago, pedirle al Señor que alivie mi situación, pero también quiero ser sensible a lo que esta circunstancia está sacando a la superficie sobre mi carácter, mi forma de afrontar las dificultades y qué es lo que el Señor quiere enseñarme y cómo desea usarlo para formar el carácter de Jesús en mi vida. No cabe la menor duda que el dolor me está enseñando cosas sobre mí que, de otra manera, nunca hubiera aprendido, ni siquiera las hubiera notado.

¿Qué puedes aprender de las pruebas que estás experimentando?







 



Hasta ahora, ninguna prueba os ha sobrevenido que no pueda considerarse humanamente soportable. Dios es fiel y no permitirá que seáis puestos a prueba más allá de vuestras fuerzas; al contrario, junto con la prueba os proporcionará también la manera de superarla con éxito. (1 Corintios 10:13)


Las infraestructuras, como el puente de la fotografía, son sometidas a pruebas de estrés. Son llevadas al límite para ver si podrán resistir y ser fiables. Estos tests permiten detectar posibles deficiencias en la estructura y de esa manera actuar sobre las mismas a fin de reforzarlas y prevenir potenciales accidentes. Lo mismo sucede con los nuevos modelos de automóviles, antes de ser sacados al mercado han de pasar numerosas pruebas que permitan detectar fallos de seguridad y prever potenciales peligros para peatones y ocupantes. Las entidades bancarias, al menos en Europa, después de la crisis del año 2008 están obligadas a someterse a este tipo de pruebas para poder determinar su capacidad de respuesta si se repitiera una crisis financiera.

Este es el sentido que le veo a la enseñanza de Pablo en este versículo. El apóstol no está hablando de tentaciones, en el sentido de aquellas que provienen del maligno; se refiere a las pruebas que forman parte de la vida de cualquier ser humano. Dolor, enfermedad, pérdidas, accidentes, conflictos, relaciones rotas, etc. Desde su perspectiva, y así lo corroboran otros pasajes similares de las Escrituras, estas situaciones son pruebas de estrés que ponen en evidencia la calidad de nuestra fe, nuestra capacidad de respuesta ante las crisis y situaciones duras de la vida. Porque todo va bien cuando todo va bien.

Desde hace dos meses y como consecuencia de mi accidente padezco dolor intenso que me produce una dificultad grande para dormir, que me hace ir cansado todo el día. Puedo, y lo hago, pedirle al Señor que alivie mi situación, pero también quiero ser sensible a lo que esta circunstancia está sacando a la superficie sobre mi carácter, mi forma de afrontar las dificultades y qué es lo que el Señor quiere enseñarme y cómo desea usarlo para formar el carácter de Jesús en mi vida. No cabe la menor duda que el dolor me está enseñando cosas sobre mí que, de otra manera, nunca hubiera aprendido, ni siquiera las hubiera notado.

¿Qué puedes aprender de las pruebas que estás experimentando?







 



Hasta ahora, ninguna prueba os ha sobrevenido que no pueda considerarse humanamente soportable. Dios es fiel y no permitirá que seáis puestos a prueba más allá de vuestras fuerzas; al contrario, junto con la prueba os proporcionará también la manera de superarla con éxito. (1 Corintios 10:13)


Las infraestructuras, como el puente de la fotografía, son sometidas a pruebas de estrés. Son llevadas al límite para ver si podrán resistir y ser fiables. Estos tests permiten detectar posibles deficiencias en la estructura y de esa manera actuar sobre las mismas a fin de reforzarlas y prevenir potenciales accidentes. Lo mismo sucede con los nuevos modelos de automóviles, antes de ser sacados al mercado han de pasar numerosas pruebas que permitan detectar fallos de seguridad y prever potenciales peligros para peatones y ocupantes. Las entidades bancarias, al menos en Europa, después de la crisis del año 2008 están obligadas a someterse a este tipo de pruebas para poder determinar su capacidad de respuesta si se repitiera una crisis financiera.

Este es el sentido que le veo a la enseñanza de Pablo en este versículo. El apóstol no está hablando de tentaciones, en el sentido de aquellas que provienen del maligno; se refiere a las pruebas que forman parte de la vida de cualquier ser humano. Dolor, enfermedad, pérdidas, accidentes, conflictos, relaciones rotas, etc. Desde su perspectiva, y así lo corroboran otros pasajes similares de las Escrituras, estas situaciones son pruebas de estrés que ponen en evidencia la calidad de nuestra fe, nuestra capacidad de respuesta ante las crisis y situaciones duras de la vida. Porque todo va bien cuando todo va bien.

Desde hace dos meses y como consecuencia de mi accidente padezco dolor intenso que me produce una dificultad grande para dormir, que me hace ir cansado todo el día. Puedo, y lo hago, pedirle al Señor que alivie mi situación, pero también quiero ser sensible a lo que esta circunstancia está sacando a la superficie sobre mi carácter, mi forma de afrontar las dificultades y qué es lo que el Señor quiere enseñarme y cómo desea usarlo para formar el carácter de Jesús en mi vida. No cabe la menor duda que el dolor me está enseñando cosas sobre mí que, de otra manera, nunca hubiera aprendido, ni siquiera las hubiera notado.

¿Qué puedes aprender de las pruebas que estás experimentando?