Y el Señor se acordó de de ella. Ana quedó embarazada y, pasado el tiempo debido, dio a luz un hijo al que puso por nombre Samuel.  (1 Samuel 1:20)


Siento el deseo y la necesidad de estudiar la vida de los profetas y los reyes del pueblo de Dios. Ver qué me puede enseñar el Señor a través de ellos. Acometamos, pues, la vida de Samuel.

Samuel, como tantos otras personas que jugaron un papel trascendental en la historia de la salvación, son hijos imposibles; como lo fue Isaac, José, Sansón,  Juan el Bautista, Jesús y el propio Samuel. Hijos que, de forma natural, no debían de haber sido, que nacieron por una intervención sobrenatural del Señor en respuesta a oraciones elevadas con fe. 

Dos cosas, pues, podemos obtener de este breve pasaje que marca el nacimiento del Samuel, que Dios continúa siendo sobrenatural y todopoderoso, y que continúa honrando las oraciones hechas conforme a su voluntad y su soberanía.

¿Qué está sucediendo en nuestras vidas, sea grande o pequeño, que exige la intervención sobrenatural del Señor porque ya hemos perdido el control y, a punto estamos, de perder la esperanza? Preséntalas, tal y como dice el apóstol Pablo, con acción de gracias.

 



Y el Señor se acordó de de ella. Ana quedó embarazada y, pasado el tiempo debido, dio a luz un hijo al que puso por nombre Samuel.  (1 Samuel 1:20)


Siento el deseo y la necesidad de estudiar la vida de los profetas y los reyes del pueblo de Dios. Ver qué me puede enseñar el Señor a través de ellos. Acometamos, pues, la vida de Samuel.

Samuel, como tantos otras personas que jugaron un papel trascendental en la historia de la salvación, son hijos imposibles; como lo fue Isaac, José, Sansón,  Juan el Bautista, Jesús y el propio Samuel. Hijos que, de forma natural, no debían de haber sido, que nacieron por una intervención sobrenatural del Señor en respuesta a oraciones elevadas con fe. 

Dos cosas, pues, podemos obtener de este breve pasaje que marca el nacimiento del Samuel, que Dios continúa siendo sobrenatural y todopoderoso, y que continúa honrando las oraciones hechas conforme a su voluntad y su soberanía.

¿Qué está sucediendo en nuestras vidas, sea grande o pequeño, que exige la intervención sobrenatural del Señor porque ya hemos perdido el control y, a punto estamos, de perder la esperanza? Preséntalas, tal y como dice el apóstol Pablo, con acción de gracias.

 



Y el Señor se acordó de de ella. Ana quedó embarazada y, pasado el tiempo debido, dio a luz un hijo al que puso por nombre Samuel.  (1 Samuel 1:20)


Siento el deseo y la necesidad de estudiar la vida de los profetas y los reyes del pueblo de Dios. Ver qué me puede enseñar el Señor a través de ellos. Acometamos, pues, la vida de Samuel.

Samuel, como tantos otras personas que jugaron un papel trascendental en la historia de la salvación, son hijos imposibles; como lo fue Isaac, José, Sansón,  Juan el Bautista, Jesús y el propio Samuel. Hijos que, de forma natural, no debían de haber sido, que nacieron por una intervención sobrenatural del Señor en respuesta a oraciones elevadas con fe. 

Dos cosas, pues, podemos obtener de este breve pasaje que marca el nacimiento del Samuel, que Dios continúa siendo sobrenatural y todopoderoso, y que continúa honrando las oraciones hechas conforme a su voluntad y su soberanía.

¿Qué está sucediendo en nuestras vidas, sea grande o pequeño, que exige la intervención sobrenatural del Señor porque ya hemos perdido el control y, a punto estamos, de perder la esperanza? Preséntalas, tal y como dice el apóstol Pablo, con acción de gracias.