David estaba muy preocupado, porque la gente, afligida por sus hijos e hijas, hablaba de apedrearlo. Pero reconfortado por el Señor su Dios... (1 Samuel 30:6)


La resiliencia es la capacidad que tienen los metales de volver a su estado primitivo después de haber sido sometidos a presión. Modernamente el término se usa para describir la capacidad de las personas de crecer en medio de la adversidad. (Si quieres tener una imagen bíblica te aconsejo leer los primeros versículos del capítulo 1 de Santiago donde, sin usar la palabra, describe el concepto)

No me cabe la menor duda que David era una persona resiliente. Llevaba años huyendo de Saúl para preservar su vida. Estuvo a punto de verse obligado a luchar en las filas de los filisteos contra su propia pueblo y, finalmente, cuando se libra de esa situación que le debió de provocar una increíble tensión, llega a su ciudad y la encuentra arrasada y toda la población secuestrada por los amalecitas. Es en ese contexto -la pérdida de absolutamente todo- donde encajan las palabras del versículo que encabeza esta entrada. La gente busca un culpable -cosa habitual cuando nos encontramos mal-, alguien contra quien canalizar su frustración, rabia, desesperación, etc. y quiere apedrear a David. En medio de toda esa situación Dios le reconforta. 

La resiliencia, ese crecer en medio de la adversidad, se desarrolla cuando podemos generar los recursos emocionales y espirituales para afrontarla, y estos, en los seguidores de Jesús nos vienen de Él, de su presencia en nuestras vidas, de su acompañamiento a través del valle de sombra de muerte. Porque la resiliencia, como los músculos, se desarrollan por medio del ejercicio.


¿Cuál es tu nivel de resiliencia? ¿Cómo puede ayudarte el Señor a desarrollarlo? ¿Qué puedes hacer tú al respecto?

 



David estaba muy preocupado, porque la gente, afligida por sus hijos e hijas, hablaba de apedrearlo. Pero reconfortado por el Señor su Dios... (1 Samuel 30:6)


La resiliencia es la capacidad que tienen los metales de volver a su estado primitivo después de haber sido sometidos a presión. Modernamente el término se usa para describir la capacidad de las personas de crecer en medio de la adversidad. (Si quieres tener una imagen bíblica te aconsejo leer los primeros versículos del capítulo 1 de Santiago donde, sin usar la palabra, describe el concepto)

No me cabe la menor duda que David era una persona resiliente. Llevaba años huyendo de Saúl para preservar su vida. Estuvo a punto de verse obligado a luchar en las filas de los filisteos contra su propia pueblo y, finalmente, cuando se libra de esa situación que le debió de provocar una increíble tensión, llega a su ciudad y la encuentra arrasada y toda la población secuestrada por los amalecitas. Es en ese contexto -la pérdida de absolutamente todo- donde encajan las palabras del versículo que encabeza esta entrada. La gente busca un culpable -cosa habitual cuando nos encontramos mal-, alguien contra quien canalizar su frustración, rabia, desesperación, etc. y quiere apedrear a David. En medio de toda esa situación Dios le reconforta. 

La resiliencia, ese crecer en medio de la adversidad, se desarrolla cuando podemos generar los recursos emocionales y espirituales para afrontarla, y estos, en los seguidores de Jesús nos vienen de Él, de su presencia en nuestras vidas, de su acompañamiento a través del valle de sombra de muerte. Porque la resiliencia, como los músculos, se desarrollan por medio del ejercicio.


¿Cuál es tu nivel de resiliencia? ¿Cómo puede ayudarte el Señor a desarrollarlo? ¿Qué puedes hacer tú al respecto?

 



David estaba muy preocupado, porque la gente, afligida por sus hijos e hijas, hablaba de apedrearlo. Pero reconfortado por el Señor su Dios... (1 Samuel 30:6)


La resiliencia es la capacidad que tienen los metales de volver a su estado primitivo después de haber sido sometidos a presión. Modernamente el término se usa para describir la capacidad de las personas de crecer en medio de la adversidad. (Si quieres tener una imagen bíblica te aconsejo leer los primeros versículos del capítulo 1 de Santiago donde, sin usar la palabra, describe el concepto)

No me cabe la menor duda que David era una persona resiliente. Llevaba años huyendo de Saúl para preservar su vida. Estuvo a punto de verse obligado a luchar en las filas de los filisteos contra su propia pueblo y, finalmente, cuando se libra de esa situación que le debió de provocar una increíble tensión, llega a su ciudad y la encuentra arrasada y toda la población secuestrada por los amalecitas. Es en ese contexto -la pérdida de absolutamente todo- donde encajan las palabras del versículo que encabeza esta entrada. La gente busca un culpable -cosa habitual cuando nos encontramos mal-, alguien contra quien canalizar su frustración, rabia, desesperación, etc. y quiere apedrear a David. En medio de toda esa situación Dios le reconforta. 

La resiliencia, ese crecer en medio de la adversidad, se desarrolla cuando podemos generar los recursos emocionales y espirituales para afrontarla, y estos, en los seguidores de Jesús nos vienen de Él, de su presencia en nuestras vidas, de su acompañamiento a través del valle de sombra de muerte. Porque la resiliencia, como los músculos, se desarrollan por medio del ejercicio.


¿Cuál es tu nivel de resiliencia? ¿Cómo puede ayudarte el Señor a desarrollarlo? ¿Qué puedes hacer tú al respecto?