A este Juan se había referido el profeta Isaías cuando dijo: Se oye una voz; alguien clama en el desierto: ¡Preparad el camino del Señor; abrid sendas rectas para él". (Mateo 3:3)


Juan, el primo de Jesús, fue enviado por Dios para preparar el camino para la llegada del Mesías. Su predicación, su mensaje, de algún modo, generó un ambiente de expectación y también una situación espiritual que favoreció la aparición de Jesús, su predicación y su ministerio. Su mensaje estaba centrada en la necesidad de la conversión y el arrepentimiento; hablaba de la importancia de un cambio en la manera de pensar y vivir, un cambio que pudiera ser evidente en el estilo de vida. El mensaje de Juan fue calando en todos los estratos de la sociedad y anticipó la llegada del tan esperado Mesías. Juan preparó la tierra para la semilla que posteriormente plantó Jesús.

De algún modo, todos nosotros podemos y debemos jugar este mismo papel que desempeñó el bautista. Con nuestras palabras y, sobre todo, con nuestro estilo de vida podemos preparar el camino en el corazón de las personas para que éstas puedan dar pasos significativos hacia el Maestro. Se ha dicho en repetidas ocasiones que nuestra vida es el evangelio que, de forma constante, leen aquellos que no conocen a Jesús y se encuentran en los ámbitos en los que nos desempeñamos. Nuestro testimonio verbal y vivencial puede ser usado por el Espíritu Santo de Dios para acercar las personas a su conocimiento. Del mismo modo, también nuestra forma de vivir puede actuar en sentido opuesto, alejando a aquellos que están en nuestro entorno del conocimiento de Jesús.


¿Dirías que tu vida aleja o acerca a las personas al conocimiento del Señor?



A este Juan se había referido el profeta Isaías cuando dijo: Se oye una voz; alguien clama en el desierto: ¡Preparad el camino del Señor; abrid sendas rectas para él". (Mateo 3:3)


Juan, el primo de Jesús, fue enviado por Dios para preparar el camino para la llegada del Mesías. Su predicación, su mensaje, de algún modo, generó un ambiente de expectación y también una situación espiritual que favoreció la aparición de Jesús, su predicación y su ministerio. Su mensaje estaba centrada en la necesidad de la conversión y el arrepentimiento; hablaba de la importancia de un cambio en la manera de pensar y vivir, un cambio que pudiera ser evidente en el estilo de vida. El mensaje de Juan fue calando en todos los estratos de la sociedad y anticipó la llegada del tan esperado Mesías. Juan preparó la tierra para la semilla que posteriormente plantó Jesús.

De algún modo, todos nosotros podemos y debemos jugar este mismo papel que desempeñó el bautista. Con nuestras palabras y, sobre todo, con nuestro estilo de vida podemos preparar el camino en el corazón de las personas para que éstas puedan dar pasos significativos hacia el Maestro. Se ha dicho en repetidas ocasiones que nuestra vida es el evangelio que, de forma constante, leen aquellos que no conocen a Jesús y se encuentran en los ámbitos en los que nos desempeñamos. Nuestro testimonio verbal y vivencial puede ser usado por el Espíritu Santo de Dios para acercar las personas a su conocimiento. Del mismo modo, también nuestra forma de vivir puede actuar en sentido opuesto, alejando a aquellos que están en nuestro entorno del conocimiento de Jesús.


¿Dirías que tu vida aleja o acerca a las personas al conocimiento del Señor?



A este Juan se había referido el profeta Isaías cuando dijo: Se oye una voz; alguien clama en el desierto: ¡Preparad el camino del Señor; abrid sendas rectas para él". (Mateo 3:3)


Juan, el primo de Jesús, fue enviado por Dios para preparar el camino para la llegada del Mesías. Su predicación, su mensaje, de algún modo, generó un ambiente de expectación y también una situación espiritual que favoreció la aparición de Jesús, su predicación y su ministerio. Su mensaje estaba centrada en la necesidad de la conversión y el arrepentimiento; hablaba de la importancia de un cambio en la manera de pensar y vivir, un cambio que pudiera ser evidente en el estilo de vida. El mensaje de Juan fue calando en todos los estratos de la sociedad y anticipó la llegada del tan esperado Mesías. Juan preparó la tierra para la semilla que posteriormente plantó Jesús.

De algún modo, todos nosotros podemos y debemos jugar este mismo papel que desempeñó el bautista. Con nuestras palabras y, sobre todo, con nuestro estilo de vida podemos preparar el camino en el corazón de las personas para que éstas puedan dar pasos significativos hacia el Maestro. Se ha dicho en repetidas ocasiones que nuestra vida es el evangelio que, de forma constante, leen aquellos que no conocen a Jesús y se encuentran en los ámbitos en los que nos desempeñamos. Nuestro testimonio verbal y vivencial puede ser usado por el Espíritu Santo de Dios para acercar las personas a su conocimiento. Del mismo modo, también nuestra forma de vivir puede actuar en sentido opuesto, alejando a aquellos que están en nuestro entorno del conocimiento de Jesús.


¿Dirías que tu vida aleja o acerca a las personas al conocimiento del Señor?