Sin embargo, la verdad, es que os conviene que yo me vaya. Porque si yo no me voy; el Abogado no vendrá a vosotros; pero si me voy os lo enviaré. (Juan 16:7)

Hoy es domingo de Pentecostés y la Iglesia celebra la venida del Espíritu Santo enviado por el Padre. Las palabras de Jesús en el evangelio de Juan resultan, cuando menos sorprendentes. ¿Cómo es posible que afirmara que para nosotros es mejor que marchara? Cuando estaba con sus discípulos Jesús los animaba, enseñaba, reprendía, consolaba, orientaba, etc., etc. Estaba con ellos y su presencia era evidente en la forma en que los ministraba. 

Ciertamente, así era. Pero aquello también tenía unas limitaciones evidentes. Jesús, como cualquier otro ser humano, estaba condicionado por el tiempo y el espacio. Si estaba en Jerusalén no podía, al mismo tiempo estar en Jericó. De hecho, Marta y María, sus amigas, le recriminaron que su hermano Lázaro había muerto porque Jesús no había estado presente. De esto nace la afirmación de Jesús. Él ha enviado el Espíritu Santo quien vive en el corazón -el centro de control de la vida- de cada uno de nosotros. Su Espíritu lleva a cabo en cada seguidor del Maestro las mismas funciones que Jesús llevaba a cabo cuando estaba físicamente presente con sus discípulos; las mismas, justamente las mismas, pero sin las limitaciones del tiempo y del espacio que Jesús tenía que padecer.

No estás, no estamos solos. ¿Tienes necesidad de guía, dirección, discernimiento, coraje, consuelo, sabiduría, compañía? Jesús, quien ha prometido estar contigo cada día hasta el fin, te lo proveerá por medio de tu Espíritu Santo quien vive en ti.



Sin embargo, la verdad, es que os conviene que yo me vaya. Porque si yo no me voy; el Abogado no vendrá a vosotros; pero si me voy os lo enviaré. (Juan 16:7)

Hoy es domingo de Pentecostés y la Iglesia celebra la venida del Espíritu Santo enviado por el Padre. Las palabras de Jesús en el evangelio de Juan resultan, cuando menos sorprendentes. ¿Cómo es posible que afirmara que para nosotros es mejor que marchara? Cuando estaba con sus discípulos Jesús los animaba, enseñaba, reprendía, consolaba, orientaba, etc., etc. Estaba con ellos y su presencia era evidente en la forma en que los ministraba. 

Ciertamente, así era. Pero aquello también tenía unas limitaciones evidentes. Jesús, como cualquier otro ser humano, estaba condicionado por el tiempo y el espacio. Si estaba en Jerusalén no podía, al mismo tiempo estar en Jericó. De hecho, Marta y María, sus amigas, le recriminaron que su hermano Lázaro había muerto porque Jesús no había estado presente. De esto nace la afirmación de Jesús. Él ha enviado el Espíritu Santo quien vive en el corazón -el centro de control de la vida- de cada uno de nosotros. Su Espíritu lleva a cabo en cada seguidor del Maestro las mismas funciones que Jesús llevaba a cabo cuando estaba físicamente presente con sus discípulos; las mismas, justamente las mismas, pero sin las limitaciones del tiempo y del espacio que Jesús tenía que padecer.

No estás, no estamos solos. ¿Tienes necesidad de guía, dirección, discernimiento, coraje, consuelo, sabiduría, compañía? Jesús, quien ha prometido estar contigo cada día hasta el fin, te lo proveerá por medio de tu Espíritu Santo quien vive en ti.



Sin embargo, la verdad, es que os conviene que yo me vaya. Porque si yo no me voy; el Abogado no vendrá a vosotros; pero si me voy os lo enviaré. (Juan 16:7)

Hoy es domingo de Pentecostés y la Iglesia celebra la venida del Espíritu Santo enviado por el Padre. Las palabras de Jesús en el evangelio de Juan resultan, cuando menos sorprendentes. ¿Cómo es posible que afirmara que para nosotros es mejor que marchara? Cuando estaba con sus discípulos Jesús los animaba, enseñaba, reprendía, consolaba, orientaba, etc., etc. Estaba con ellos y su presencia era evidente en la forma en que los ministraba. 

Ciertamente, así era. Pero aquello también tenía unas limitaciones evidentes. Jesús, como cualquier otro ser humano, estaba condicionado por el tiempo y el espacio. Si estaba en Jerusalén no podía, al mismo tiempo estar en Jericó. De hecho, Marta y María, sus amigas, le recriminaron que su hermano Lázaro había muerto porque Jesús no había estado presente. De esto nace la afirmación de Jesús. Él ha enviado el Espíritu Santo quien vive en el corazón -el centro de control de la vida- de cada uno de nosotros. Su Espíritu lleva a cabo en cada seguidor del Maestro las mismas funciones que Jesús llevaba a cabo cuando estaba físicamente presente con sus discípulos; las mismas, justamente las mismas, pero sin las limitaciones del tiempo y del espacio que Jesús tenía que padecer.

No estás, no estamos solos. ¿Tienes necesidad de guía, dirección, discernimiento, coraje, consuelo, sabiduría, compañía? Jesús, quien ha prometido estar contigo cada día hasta el fin, te lo proveerá por medio de tu Espíritu Santo quien vive en ti.