Porque quiero misericordia y no sacrificio, conocer a Dios y no holocaustos. (Oseas 6:6)


Este pasaje no puede ser más claro y contundente. En el mismo de forma clara, específica y sencilla el propio Señor nos indica dos cosas que desea y también dos cosas que, simplemente, no desea. 

Comencemos por aquellas que desea. En primer lugar indica que quiere de parte de aquellos que le invocan una actitud y acción de misericordia. En las Escrituras la misericordia es una reacción -nótese que está compuesta la palabra: re + acción- ante la realidad de miseria y necesidad del ser humano. Cuando contemplamos la realidad de las personas que nos rodean, su situación de miseria emocional, espiritual, social, material, cultural, etc., esto nos mueve, o nos debería mover a una respuesta de tratar de paliar esa necesidad, dicho de otra manera, a ser agentes de restauración de esa realidad uniéndonos al trabajo del Señor. De hecho, actuar con misericordia es actuar en imitación del carácter de Dios quien en el Antiguo Testamento se define a sí mismo como grande en misericordia.

La segunda cosa que el Señor quiere es conocimiento de Él. Para nosotros, hijos culturales de los griegos, el conocimiento lo percibimos como algo intelectual, lo equivalemos a tener, saber, entender mentalmente cierta información y estar de acuerdo con la misma. Nada más lejos de la realidad en el mundo de la Biblia. Conocimiento significa experimentar. Conocer algo significa que lo he vivido, forma parte de mi experiencia vital. No en vano una de las palabras que se usa en la Biblia para hablar de las relaciones sexuales es conocer. Cuando el Señor afirma que quiere conocimiento de Él no está hablando de un proceso de acumulación de información, antes bien, está indicándonos que desea que sus diferentes atributos los podemos experimentar en el contexto de la vida cotidiana.

Finalicemos con aquello que Dios no desea. Ni sacrificios ni holocaustos. Parece contradictorio porque el mismo Señor los ordenó en su Palabra. Creo que deberíamos leerlo de esta manera. No quiero holocaustos ni sacrificios en sustitución de la misericordia y el conocimiento de mí. También podría leerse, los sacrificios y los holocaustos no pueden compensar la ausencia de misericordia y conocimiento. De hecho, el propio Jesús con sus vida y sus palabras ratificó una y otros vez lo dicho por el Padre a través del profeta Oseas.


¿Cuán evidente es en tu vida el conocimiento de Dios  y la misericordia?