Oh, Israel, ¿cómo podría abandonarte? ¿Cómo podría dejarte ir? ¿Cómo podría destruirte como a Adma o demolerte como a Zeboim? Mi corazón está desgarrado dentro de mí y mi compasión se desborda. (Oseas 11:8)



¿En qué se basa tu relación con Dios? Yo creo que la relación nunca puede ser contractual, es decir, el Señor hará por nosotros ciertas cosas a cambio de que nosotros hagamos ciertas otras. Una relación de ese tipo siempre, en mi humilde opinión, producirá inseguridad, temor y duda ¿Estaré dando la talla que se espera de mí? ¿Estaré a la altura de un Dios santo? Lamentablemente esta es la manera en que muchos seguidores de Jesús establecen su relación con Él. Nunca han experimentado -aunque lo hayan entendido a nivel intelectual- que el amor echa fuera el temor tal y como afirma el apóstol Juan. 

Creo que la relación únicamente se puede sustentar en la gracia y pienso que, precisamente, eso es lo que refleja este pasaje del libro de profeta Oseas. No es justo que Dios nos trate bien. No lo es porque no damos la talla suficiente para ser amados y aceptados por Él. No lo es porque a pesar de todas nuestras promesas y buenas intenciones el pecado nos sigue atrayendo y, en muchas ocasiones, gustosamente nos deslizamos hacia él. Dios nos trata como nos trata no debido a lo que somos, sino a pesar de todo lo que somos. Nos ama y acepta incondicionalmente porque así es Él, porque ese es su carácter y, consecuentemente, no puede negar su carácter, no puede, por decirlo de alguna manera, ir contra su esencia, su personalidad, lo que es. 

Sin duda que Dios también es santo y justo y ambas características exigen ser satisfechas porque el Señor no puede contradecir su propia naturaleza. Justamente por eso se castiga a sí mismo en la persona de Jesús para no tenernos que castigar a nosotros, para no tener que destruirnos. Su corazón desgarrado y su compasión desbordada le llevan a la cruz para que tú y yo no tengamos que basar nuestra relación en el miedo sino en la gracia.


¿Miedo o seguridad? ¿Gracia o justicia? ¿En qué se basa tu relación con Dios?