Sembrad justicia y cosecharéis amor; preparad el barbecho para el cultivo, porque es tiempo de buscar al Señor. (Oseas 10:12)


La vida cristiana está llena de mitos y falsas creencias que provocan un increíble daño en la forma en que se desarrolla, configura y lleva a cabo nuestro seguimiento del Maestro de Nazaret. Estas creencias, aunque falsas, determinan cómo vivimos la vida cristiana y cómo nos relacionamos con el Señor.

Entre ellas, si no la más perniciosa, sin duda una de las más dañinas es la creencia que la vida cristiana tiene que simplemente brotar, surgir de forma espontánea sin que haya por nuestra parte ningún tipo de voluntad, pro-actividad o intencionalidad. 

Todo, absolutamente todo, lo que es valioso en esta vida implica un esfuerzo si queremos conseguirlo, una carrera profesional, el desarrollo de un buen negocio, una buena vida matrimonial, buenas relaciones con nuestros hijos y así, un largo etcétera. Todos sabemos y somos conscientes de que no pueden darse relaciones de amistad de calidad si uno no invierte tiempo en desarrollarlas y cultivarlas. 

Sin embargo, este principio tan lógico y de sentido común no lo aplicamos cuando tiene que ver con Dios y la vida cristiana. Debido a esa falsa y perniciosa creencia de la que antes hablaba, estamos convencidos de que es posible ser un cristiano maduro, equilibrado, que refleje el carácter de Cristo y que tenga un impacto en su entorno como agente de restauración y todo ello, sin pasar tiempo con Dios, sin leer la Biblia, sin aplicarla en nuestra vida cotidiana, sin introducir el hábito de la reflexión diaria, sin pararnos para escuchar la voz del Señor hablando a nuestro corazón y guiándonos en la cotidianidad. 

Pensamos que el hecho de ir a la iglesia -ya no cada domingo, tampoco hay que ser fanáticos ni extremistas- hará que por ósmosis se nos vaya contagiando el carácter de Jesús. Es un pensamiento tan ridículo como creer que visitar cada día un hospital durante años te convertirá en doctor en medicina. Sin duda, adquirirás cierto lenguaje, ciertas costumbres, hasta es posible que te compres una bata blanca y, aparentemente, formes parte del paisaje. Ahora bien, nunca serás un médico.

Por eso el profeta indica que es tiempo de buscar a Dios y, si te das cuenta, el verbo indica todo eso de lo que, tan a menudo, carece nuestra vida, a saber, intencionalidad, pro-actividad, trabajo duro, búsqueda consciente del Señor. 


Nuestra vida es simplemente la acumulación a lo largo del tiempo de los hábitos que hemos desarrollado ¿Qué te muestra la tuya respecto al buscar a Dios?