Yo te instruiré y te enseñaré
el camino que debes seguir,
te aconsejaré y pondré mis ojos en ti.

No seáis como caballos o mulos que nada entienden:

con el freno y las riendas hay que dominar su brío,
pues de otro modo no se acercarán a ti. (Salmo 32:8-9)


El salmo nos enseña que después de haber obtenido el perdón se abre una puerta de oportunidad para el creyente. La relación con el Señor ha sido restablecida y nos encontramos con una potente promesa, guía y dirección para la vida cotidiana. Los seres humanos -fruto del pecado y cómo ha afectado todas las áreas de nuestra vida- somos paradójicos. Por un lado, nos pasamos buena parte de nuestra vida quejándonos y lamentándonos de no tener dirección de parte del Señor para nuestra vida cotidiana. Anhelando tener claridad para la toma de decisiones, para desarrollar un proyecto vital. Por otra lado, usando las palabras de David, somos como burros o caballos, no nos movemos si no es a la fuerza.

Conozco muchos seguidores de Jesús que desean lo primero y se comportan como lo segundo. Sin duda, desean una mayor intervención del Padre en sus vidas, en todas las dimensiones, estoy seguro de ello. Pero, a la vez, les cuesta acercarse a Él. Son disciplinados para comer tres veces al día, ver la serie favorita de Netflix, hacer deporte u otras muchas cosas que han integrado en sus vidas pero, el acercarse al Dios que tanto anhelan y que afirman necesitar no les resulta fácil.

Un viejo proverbio chino afirma que un viaje de miles de kilómetros comienza con un solo paso. Adelante pues, como afirma el apóstol Pablo, dejemos de mirar hacia atrás pensando en lo que pudo haber sido y no fue y proyectémonos hacia adelante, acercándonos al Dios que nos ama, acepta y espera, aunque sea tan solo unos minutos cada día.

¿Qué te impide comenzar ya?

 



Yo te instruiré y te enseñaré
el camino que debes seguir,
te aconsejaré y pondré mis ojos en ti.

No seáis como caballos o mulos que nada entienden:

con el freno y las riendas hay que dominar su brío,
pues de otro modo no se acercarán a ti. (Salmo 32:8-9)


El salmo nos enseña que después de haber obtenido el perdón se abre una puerta de oportunidad para el creyente. La relación con el Señor ha sido restablecida y nos encontramos con una potente promesa, guía y dirección para la vida cotidiana. Los seres humanos -fruto del pecado y cómo ha afectado todas las áreas de nuestra vida- somos paradójicos. Por un lado, nos pasamos buena parte de nuestra vida quejándonos y lamentándonos de no tener dirección de parte del Señor para nuestra vida cotidiana. Anhelando tener claridad para la toma de decisiones, para desarrollar un proyecto vital. Por otra lado, usando las palabras de David, somos como burros o caballos, no nos movemos si no es a la fuerza.

Conozco muchos seguidores de Jesús que desean lo primero y se comportan como lo segundo. Sin duda, desean una mayor intervención del Padre en sus vidas, en todas las dimensiones, estoy seguro de ello. Pero, a la vez, les cuesta acercarse a Él. Son disciplinados para comer tres veces al día, ver la serie favorita de Netflix, hacer deporte u otras muchas cosas que han integrado en sus vidas pero, el acercarse al Dios que tanto anhelan y que afirman necesitar no les resulta fácil.

Un viejo proverbio chino afirma que un viaje de miles de kilómetros comienza con un solo paso. Adelante pues, como afirma el apóstol Pablo, dejemos de mirar hacia atrás pensando en lo que pudo haber sido y no fue y proyectémonos hacia adelante, acercándonos al Dios que nos ama, acepta y espera, aunque sea tan solo unos minutos cada día.

¿Qué te impide comenzar ya?

 



Yo te instruiré y te enseñaré
el camino que debes seguir,
te aconsejaré y pondré mis ojos en ti.

No seáis como caballos o mulos que nada entienden:

con el freno y las riendas hay que dominar su brío,
pues de otro modo no se acercarán a ti. (Salmo 32:8-9)


El salmo nos enseña que después de haber obtenido el perdón se abre una puerta de oportunidad para el creyente. La relación con el Señor ha sido restablecida y nos encontramos con una potente promesa, guía y dirección para la vida cotidiana. Los seres humanos -fruto del pecado y cómo ha afectado todas las áreas de nuestra vida- somos paradójicos. Por un lado, nos pasamos buena parte de nuestra vida quejándonos y lamentándonos de no tener dirección de parte del Señor para nuestra vida cotidiana. Anhelando tener claridad para la toma de decisiones, para desarrollar un proyecto vital. Por otra lado, usando las palabras de David, somos como burros o caballos, no nos movemos si no es a la fuerza.

Conozco muchos seguidores de Jesús que desean lo primero y se comportan como lo segundo. Sin duda, desean una mayor intervención del Padre en sus vidas, en todas las dimensiones, estoy seguro de ello. Pero, a la vez, les cuesta acercarse a Él. Son disciplinados para comer tres veces al día, ver la serie favorita de Netflix, hacer deporte u otras muchas cosas que han integrado en sus vidas pero, el acercarse al Dios que tanto anhelan y que afirman necesitar no les resulta fácil.

Un viejo proverbio chino afirma que un viaje de miles de kilómetros comienza con un solo paso. Adelante pues, como afirma el apóstol Pablo, dejemos de mirar hacia atrás pensando en lo que pudo haber sido y no fue y proyectémonos hacia adelante, acercándonos al Dios que nos ama, acepta y espera, aunque sea tan solo unos minutos cada día.

¿Qué te impide comenzar ya?