Bendice, alma mía, al Señor, no te olvides de sus favores. (Salmo 103:2)


La ciencia de la felicidad (no estoy de broma, existe todo un campo científico que estudia qué es y cómo se desarrolla en las personas) nos indica que la gratitud es un elemento fundamental para que un ser humano pueda ser feliz. No es de extrañar que la Biblia esté llena de recomendaciones sobre ser agradecidos, como indica el versículo que encabeza esta entrada.

Dios nos pide que no olvidemos ninguno de sus favores. Lo cierto es que nuestra gratitud hacia Él no le añade absolutamente nada. Todavía hay personas que creen que el Señor es un narcisista cósmico necesitado de que día y noche le recordemos qué bueno y maravilloso es, cuán agradecidos estamos por todas sus bendiciones. La gratitud es algo que nos hace bien a nosotros, a nuestro corazón, a nuestra alma. Nos permite identificar la intervención de Dios en nuestra historia y no atribuirla a la casualidad, el azar, la suerte o nuestros propios méritos. La gratitud nos ayuda a centrarnos en todo lo bueno que pasa en nuestras vidas y en las de aquellos que son significativos para nosotros y nos rodean. Incluso, cuando el dolor nos alcanza, la gratitud nos ayuda a experimentar al Señor en medio de las situaciones difíciles y a sobrellevar, a menudo acompañados, la carga.

La gratitud aumenta nuestra calidad de vida como muy bien ha demostrado la ciencia de la felicidad. Mi esposa Sara y yo tenemos una caja de bendiciones. En ella vamos depositando todo aquello que identificamos como una bendición del Padre. Cosas grandes y pequeñas. Tiene un efecto muy positivo en nuestras vidas. Primero, nos fuerza a detectar la intervención del Señor en la vida cotidiana. Segundo, atribuimos las bendiciones a quien le corresponde, no al alzar, no a la casualidad, no a la suerte como indicaba antes. Tercero, al final de cada año, el día 31 de diciembre, abrimos nuestra caja de bendiciones y recordamos toda la intervención del Señor en nuestras vidas durante el año que acabó ¡Cuánta gratitud despierta en nuestras vidas el celebrar la bondad del Señor con nosotros y los nuestros!

¿Qué motivos de agradecimiento tienes hoy?

 



Bendice, alma mía, al Señor, no te olvides de sus favores. (Salmo 103:2)


La ciencia de la felicidad (no estoy de broma, existe todo un campo científico que estudia qué es y cómo se desarrolla en las personas) nos indica que la gratitud es un elemento fundamental para que un ser humano pueda ser feliz. No es de extrañar que la Biblia esté llena de recomendaciones sobre ser agradecidos, como indica el versículo que encabeza esta entrada.

Dios nos pide que no olvidemos ninguno de sus favores. Lo cierto es que nuestra gratitud hacia Él no le añade absolutamente nada. Todavía hay personas que creen que el Señor es un narcisista cósmico necesitado de que día y noche le recordemos qué bueno y maravilloso es, cuán agradecidos estamos por todas sus bendiciones. La gratitud es algo que nos hace bien a nosotros, a nuestro corazón, a nuestra alma. Nos permite identificar la intervención de Dios en nuestra historia y no atribuirla a la casualidad, el azar, la suerte o nuestros propios méritos. La gratitud nos ayuda a centrarnos en todo lo bueno que pasa en nuestras vidas y en las de aquellos que son significativos para nosotros y nos rodean. Incluso, cuando el dolor nos alcanza, la gratitud nos ayuda a experimentar al Señor en medio de las situaciones difíciles y a sobrellevar, a menudo acompañados, la carga.

La gratitud aumenta nuestra calidad de vida como muy bien ha demostrado la ciencia de la felicidad. Mi esposa Sara y yo tenemos una caja de bendiciones. En ella vamos depositando todo aquello que identificamos como una bendición del Padre. Cosas grandes y pequeñas. Tiene un efecto muy positivo en nuestras vidas. Primero, nos fuerza a detectar la intervención del Señor en la vida cotidiana. Segundo, atribuimos las bendiciones a quien le corresponde, no al alzar, no a la casualidad, no a la suerte como indicaba antes. Tercero, al final de cada año, el día 31 de diciembre, abrimos nuestra caja de bendiciones y recordamos toda la intervención del Señor en nuestras vidas durante el año que acabó ¡Cuánta gratitud despierta en nuestras vidas el celebrar la bondad del Señor con nosotros y los nuestros!

¿Qué motivos de agradecimiento tienes hoy?

 



Bendice, alma mía, al Señor, no te olvides de sus favores. (Salmo 103:2)


La ciencia de la felicidad (no estoy de broma, existe todo un campo científico que estudia qué es y cómo se desarrolla en las personas) nos indica que la gratitud es un elemento fundamental para que un ser humano pueda ser feliz. No es de extrañar que la Biblia esté llena de recomendaciones sobre ser agradecidos, como indica el versículo que encabeza esta entrada.

Dios nos pide que no olvidemos ninguno de sus favores. Lo cierto es que nuestra gratitud hacia Él no le añade absolutamente nada. Todavía hay personas que creen que el Señor es un narcisista cósmico necesitado de que día y noche le recordemos qué bueno y maravilloso es, cuán agradecidos estamos por todas sus bendiciones. La gratitud es algo que nos hace bien a nosotros, a nuestro corazón, a nuestra alma. Nos permite identificar la intervención de Dios en nuestra historia y no atribuirla a la casualidad, el azar, la suerte o nuestros propios méritos. La gratitud nos ayuda a centrarnos en todo lo bueno que pasa en nuestras vidas y en las de aquellos que son significativos para nosotros y nos rodean. Incluso, cuando el dolor nos alcanza, la gratitud nos ayuda a experimentar al Señor en medio de las situaciones difíciles y a sobrellevar, a menudo acompañados, la carga.

La gratitud aumenta nuestra calidad de vida como muy bien ha demostrado la ciencia de la felicidad. Mi esposa Sara y yo tenemos una caja de bendiciones. En ella vamos depositando todo aquello que identificamos como una bendición del Padre. Cosas grandes y pequeñas. Tiene un efecto muy positivo en nuestras vidas. Primero, nos fuerza a detectar la intervención del Señor en la vida cotidiana. Segundo, atribuimos las bendiciones a quien le corresponde, no al alzar, no a la casualidad, no a la suerte como indicaba antes. Tercero, al final de cada año, el día 31 de diciembre, abrimos nuestra caja de bendiciones y recordamos toda la intervención del Señor en nuestras vidas durante el año que acabó ¡Cuánta gratitud despierta en nuestras vidas el celebrar la bondad del Señor con nosotros y los nuestros!

¿Qué motivos de agradecimiento tienes hoy?