Pero no seáis ocasión de pecado para nadie, ya se trate de judíos, de paganos o de miembros de la Iglesia de Dios (1 Corintios 10:32)


Todos nosotros, sin excepción, vivimos en ecosistemas muy complejos. Tenemos redes de interdependencia de las que, en ocasiones, ni siquiera somos conscientes de su existencia y de nuestra pertenencia. Esto implica, entre otras cosas, que nuestras acciones, omisiones, actitudes, motivaciones, opiniones, etcétera pueden tener consecuencias impredecibles en otras partes del ecosistema. Necesitamos tomar conciencia de ella y valorar qué impacto hemos producido, estamos produciendo o podemos producir.

Creo que va en esta dirección el consejo de Pablo. Es una llamada a que olvidemos ese individualismo rabioso que genera la sociedad occidental y entendamos que vivimos en ecosistemas ante los cuales somos responsables porque causamos un efecto sobre el mismo. Esto debe llevarnos a un análisis de cómo vivimos y qué impacto causamos sobre otros. ¿Somos ocasión para bendecir o, por el contrario, somos ocasión para que otros caigan? ¿Acercamos a las personas al Señor o las alejamos de Él?

¿De qué eres ocasión tú, de bendición o de caída?






 



Pero no seáis ocasión de pecado para nadie, ya se trate de judíos, de paganos o de miembros de la Iglesia de Dios (1 Corintios 10:32)


Todos nosotros, sin excepción, vivimos en ecosistemas muy complejos. Tenemos redes de interdependencia de las que, en ocasiones, ni siquiera somos conscientes de su existencia y de nuestra pertenencia. Esto implica, entre otras cosas, que nuestras acciones, omisiones, actitudes, motivaciones, opiniones, etcétera pueden tener consecuencias impredecibles en otras partes del ecosistema. Necesitamos tomar conciencia de ella y valorar qué impacto hemos producido, estamos produciendo o podemos producir.

Creo que va en esta dirección el consejo de Pablo. Es una llamada a que olvidemos ese individualismo rabioso que genera la sociedad occidental y entendamos que vivimos en ecosistemas ante los cuales somos responsables porque causamos un efecto sobre el mismo. Esto debe llevarnos a un análisis de cómo vivimos y qué impacto causamos sobre otros. ¿Somos ocasión para bendecir o, por el contrario, somos ocasión para que otros caigan? ¿Acercamos a las personas al Señor o las alejamos de Él?

¿De qué eres ocasión tú, de bendición o de caída?






 



Pero no seáis ocasión de pecado para nadie, ya se trate de judíos, de paganos o de miembros de la Iglesia de Dios (1 Corintios 10:32)


Todos nosotros, sin excepción, vivimos en ecosistemas muy complejos. Tenemos redes de interdependencia de las que, en ocasiones, ni siquiera somos conscientes de su existencia y de nuestra pertenencia. Esto implica, entre otras cosas, que nuestras acciones, omisiones, actitudes, motivaciones, opiniones, etcétera pueden tener consecuencias impredecibles en otras partes del ecosistema. Necesitamos tomar conciencia de ella y valorar qué impacto hemos producido, estamos produciendo o podemos producir.

Creo que va en esta dirección el consejo de Pablo. Es una llamada a que olvidemos ese individualismo rabioso que genera la sociedad occidental y entendamos que vivimos en ecosistemas ante los cuales somos responsables porque causamos un efecto sobre el mismo. Esto debe llevarnos a un análisis de cómo vivimos y qué impacto causamos sobre otros. ¿Somos ocasión para bendecir o, por el contrario, somos ocasión para que otros caigan? ¿Acercamos a las personas al Señor o las alejamos de Él?

¿De qué eres ocasión tú, de bendición o de caída?