Y es que el mismo Herodes había hecho arrestar a Juan y lo tuvo encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la esposa de su hermano Filipo, con la que se había casado. Pues Juan había dicho a Herodes: no te es lícito tener la mujer de tu hermano. (Marcos 6:17-18)


Juan fue encarcelado, y en última instancia ejecutado, por enfrentarse al poder político de la época. Denunció aquello que no era legítimo desde el punto de vista de Dios censurando la forma de actuar del rey Herodes. Al leer este pasaje no he podido dejar de pensar en cuál debe ser la actitud de un seguidor de Jesús hacia la política y los políticos. Cuando uno observa ve todo tipo de posturas y de todos los colores. Hay quien aboga por una total indiferencia hacia los temas políticos; no somos de este mundo, nuestro reino no es de aquí. Otros, abrazan sin pudor a dirigentes que prometen mano dura contra el aborto y la ideología de género, aunque al mismo tiempo practiquen una corrupción descarada y apoyen a los grandes grupos económicos en contra de los intereses y las necesidades de la mayoría de la población. ¿Cuál, pues, debe ser nuestra actitud? 

Creo que la mayoría de los políticos nos manipulan sin el más mínimo rubor; apelan, en la mayoría de los casos, a nuestras emociones. Saben como tocar esas fibras que van más allá de la razón y que son, fáciles de despertar y muy difíciles posteriormente de canalizar productivamente. Defendemos ciegamente a los que "sienten" como nosotros, todo lo perdonamos y justificamos y, satanizamos sin el más mínimo problema a aquellos que no "sienten" lo mismo que nosotros; fácilmente los catalogamos con estereotipos que nos permiten manejar de manera simple y sin tener que pensar realidades que son muy complejas. 

Creo que, como en la mayoría de los aspectos de la vida, el cristiano lo tiene más difícil a la hora de emitir juicios políticos porque, como le pasó al Bautista, hemos de someter nuestras legítimas ideas al juicio de los valores del Reino, pasarlos por el filtro de la Buena Noticia que viene a salvar y superar las barreras de raza, religión, cultura, sociedad y género. Eso nos ha de llevar en muchas ocasiones a decirles a los nuestros: "no os es lícito" y no permitir que el color de las banderas nos empañe la visión de los valores del Reino.


¿Por qué es necesario pasar nuestros puntos de vista políticos por el filtro del Reino? ¿Cuál es la ventaja de hacerlo y el peligro de no llevarlo a cabo?



Y es que el mismo Herodes había hecho arrestar a Juan y lo tuvo encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la esposa de su hermano Filipo, con la que se había casado. Pues Juan había dicho a Herodes: no te es lícito tener la mujer de tu hermano. (Marcos 6:17-18)


Juan fue encarcelado, y en última instancia ejecutado, por enfrentarse al poder político de la época. Denunció aquello que no era legítimo desde el punto de vista de Dios censurando la forma de actuar del rey Herodes. Al leer este pasaje no he podido dejar de pensar en cuál debe ser la actitud de un seguidor de Jesús hacia la política y los políticos. Cuando uno observa ve todo tipo de posturas y de todos los colores. Hay quien aboga por una total indiferencia hacia los temas políticos; no somos de este mundo, nuestro reino no es de aquí. Otros, abrazan sin pudor a dirigentes que prometen mano dura contra el aborto y la ideología de género, aunque al mismo tiempo practiquen una corrupción descarada y apoyen a los grandes grupos económicos en contra de los intereses y las necesidades de la mayoría de la población. ¿Cuál, pues, debe ser nuestra actitud? 

Creo que la mayoría de los políticos nos manipulan sin el más mínimo rubor; apelan, en la mayoría de los casos, a nuestras emociones. Saben como tocar esas fibras que van más allá de la razón y que son, fáciles de despertar y muy difíciles posteriormente de canalizar productivamente. Defendemos ciegamente a los que "sienten" como nosotros, todo lo perdonamos y justificamos y, satanizamos sin el más mínimo problema a aquellos que no "sienten" lo mismo que nosotros; fácilmente los catalogamos con estereotipos que nos permiten manejar de manera simple y sin tener que pensar realidades que son muy complejas. 

Creo que, como en la mayoría de los aspectos de la vida, el cristiano lo tiene más difícil a la hora de emitir juicios políticos porque, como le pasó al Bautista, hemos de someter nuestras legítimas ideas al juicio de los valores del Reino, pasarlos por el filtro de la Buena Noticia que viene a salvar y superar las barreras de raza, religión, cultura, sociedad y género. Eso nos ha de llevar en muchas ocasiones a decirles a los nuestros: "no os es lícito" y no permitir que el color de las banderas nos empañe la visión de los valores del Reino.


¿Por qué es necesario pasar nuestros puntos de vista políticos por el filtro del Reino? ¿Cuál es la ventaja de hacerlo y el peligro de no llevarlo a cabo?



Y es que el mismo Herodes había hecho arrestar a Juan y lo tuvo encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la esposa de su hermano Filipo, con la que se había casado. Pues Juan había dicho a Herodes: no te es lícito tener la mujer de tu hermano. (Marcos 6:17-18)


Juan fue encarcelado, y en última instancia ejecutado, por enfrentarse al poder político de la época. Denunció aquello que no era legítimo desde el punto de vista de Dios censurando la forma de actuar del rey Herodes. Al leer este pasaje no he podido dejar de pensar en cuál debe ser la actitud de un seguidor de Jesús hacia la política y los políticos. Cuando uno observa ve todo tipo de posturas y de todos los colores. Hay quien aboga por una total indiferencia hacia los temas políticos; no somos de este mundo, nuestro reino no es de aquí. Otros, abrazan sin pudor a dirigentes que prometen mano dura contra el aborto y la ideología de género, aunque al mismo tiempo practiquen una corrupción descarada y apoyen a los grandes grupos económicos en contra de los intereses y las necesidades de la mayoría de la población. ¿Cuál, pues, debe ser nuestra actitud? 

Creo que la mayoría de los políticos nos manipulan sin el más mínimo rubor; apelan, en la mayoría de los casos, a nuestras emociones. Saben como tocar esas fibras que van más allá de la razón y que son, fáciles de despertar y muy difíciles posteriormente de canalizar productivamente. Defendemos ciegamente a los que "sienten" como nosotros, todo lo perdonamos y justificamos y, satanizamos sin el más mínimo problema a aquellos que no "sienten" lo mismo que nosotros; fácilmente los catalogamos con estereotipos que nos permiten manejar de manera simple y sin tener que pensar realidades que son muy complejas. 

Creo que, como en la mayoría de los aspectos de la vida, el cristiano lo tiene más difícil a la hora de emitir juicios políticos porque, como le pasó al Bautista, hemos de someter nuestras legítimas ideas al juicio de los valores del Reino, pasarlos por el filtro de la Buena Noticia que viene a salvar y superar las barreras de raza, religión, cultura, sociedad y género. Eso nos ha de llevar en muchas ocasiones a decirles a los nuestros: "no os es lícito" y no permitir que el color de las banderas nos empañe la visión de los valores del Reino.


¿Por qué es necesario pasar nuestros puntos de vista políticos por el filtro del Reino? ¿Cuál es la ventaja de hacerlo y el peligro de no llevarlo a cabo?