Y lo que a un administrador se le pide es que sea fiel. (1 Corintios 4:2)

Un administrador o mayordomo es alguien que custodia bienes que no son de su propiedad. Era, y continúa siendo, un cargo de total confianza dado que el propietario dada amplios poderes al mayordomo para hacer y deshacer según su criterio. La relación entre propietario y administrador debía de ser de total confianza; es decir, el amo había de sentirse seguro con el carácter y las competencias del administrador.

Así somos designados en la Escritura los seguidores de Jesús: mayordomos, administradores, no sólo de los secretos del Señor, es decir, de la misión, sino también de todo aquello que nos ha sido dado para administrar y de lo que, aunque pensemos lo contrario, no somos dueños o propietarios sino más bien meros administradores. El tiempo, el dinero, nuestra vida y nuestro trabajo no nos pertenecen, son dones del Señor dados en usufructo, para ser administrados y sobre los cuáles deberemos rendir cuentas en un momento u otro. Vale la pena pues vernos como lo que somos y, consecuentemente, vivir en función de lo que somos.

¿Te ves como amo o propietario?

 



Y lo que a un administrador se le pide es que sea fiel. (1 Corintios 4:2)

Un administrador o mayordomo es alguien que custodia bienes que no son de su propiedad. Era, y continúa siendo, un cargo de total confianza dado que el propietario dada amplios poderes al mayordomo para hacer y deshacer según su criterio. La relación entre propietario y administrador debía de ser de total confianza; es decir, el amo había de sentirse seguro con el carácter y las competencias del administrador.

Así somos designados en la Escritura los seguidores de Jesús: mayordomos, administradores, no sólo de los secretos del Señor, es decir, de la misión, sino también de todo aquello que nos ha sido dado para administrar y de lo que, aunque pensemos lo contrario, no somos dueños o propietarios sino más bien meros administradores. El tiempo, el dinero, nuestra vida y nuestro trabajo no nos pertenecen, son dones del Señor dados en usufructo, para ser administrados y sobre los cuáles deberemos rendir cuentas en un momento u otro. Vale la pena pues vernos como lo que somos y, consecuentemente, vivir en función de lo que somos.

¿Te ves como amo o propietario?

 



Y lo que a un administrador se le pide es que sea fiel. (1 Corintios 4:2)

Un administrador o mayordomo es alguien que custodia bienes que no son de su propiedad. Era, y continúa siendo, un cargo de total confianza dado que el propietario dada amplios poderes al mayordomo para hacer y deshacer según su criterio. La relación entre propietario y administrador debía de ser de total confianza; es decir, el amo había de sentirse seguro con el carácter y las competencias del administrador.

Así somos designados en la Escritura los seguidores de Jesús: mayordomos, administradores, no sólo de los secretos del Señor, es decir, de la misión, sino también de todo aquello que nos ha sido dado para administrar y de lo que, aunque pensemos lo contrario, no somos dueños o propietarios sino más bien meros administradores. El tiempo, el dinero, nuestra vida y nuestro trabajo no nos pertenecen, son dones del Señor dados en usufructo, para ser administrados y sobre los cuáles deberemos rendir cuentas en un momento u otro. Vale la pena pues vernos como lo que somos y, consecuentemente, vivir en función de lo que somos.

¿Te ves como amo o propietario?