¿Cómo es que vosotros os juntáis a comer y beber con recaudadores de impuestos y gente de mala reputación? Jesús les contestó: No necesitan médico los que están sanos, sino los que están enfermos. Yo no he venido a llamar a los buenos, sino a los pecadores para que se conviertan.  (Lucas 5:30-32)


Jesús y sus discípulos eran cuestionados por los religiosos de su tiempo por sus relaciones con gente moralmente reprochable. Incluso el Maestro era conocido por ser amigo de pecadores, y era notoria su asociación pública y sin tapujos con personas que cualquier judío respetable evitaría. No hay ninguna duda que con ello nos estaba marcando un ejemplo del amor incondicional del Padre hacia todo tipo de personas, sin ningún tipo de discriminación. No había ningún grupo humano que Jesús considerara indigno de su relación y acercamiento, ni prostitutas, ni nacionalistas judíos violentos, ni publicanos, ni leprosos, ni invasores romanos, ni samaritanos, ni mujeres, ni niños. Con ello nos marca también a nosotros un camino a seguir, el de mostrar el amor y la aceptación incondicional de Dios hacia todo tipo de personas ¡Sin excepción!

Estos días la comunidad gay celebra el día de su orgullo. Todo el tema de la ideología de genero se ha convertido en un caballo de batalla que, seamos honestos, la iglesia no sabe muy bien como manejar. Nos cuesta distinguir las agendas políticas de un grupo -en este caso la comunidad LGTB- de las personas y su dignidad como portadores de la imagen de Dios. Nos cuesta entender que, aunque el Señor no apruebe su conducta, no deja de amarlos de forma profunda e incondicional; tanto ni más ni menos de como te ama a ti y a mí. No podemos olvidar que Jesús dio su vida por todos y cada uno de los miembros de ese colectivo como la dio por cada uno de nosotros. Me pregunta si los seguidores de Jesús con nuestras actitudes, acciones, omisiones, comentarios y reacciones les estamos mostrando que existe un Dios que les ama profundamente. Tal vez debemos meditar más en el ejemplo dado por Jesús, las implicaciones que tiene para nosotros y gestionar con el Padre en oración los sentimientos encontrados que esta situación nos puede provocar.


¿Aprobaría Jesús nuestras actitudes?



¿Cómo es que vosotros os juntáis a comer y beber con recaudadores de impuestos y gente de mala reputación? Jesús les contestó: No necesitan médico los que están sanos, sino los que están enfermos. Yo no he venido a llamar a los buenos, sino a los pecadores para que se conviertan.  (Lucas 5:30-32)


Jesús y sus discípulos eran cuestionados por los religiosos de su tiempo por sus relaciones con gente moralmente reprochable. Incluso el Maestro era conocido por ser amigo de pecadores, y era notoria su asociación pública y sin tapujos con personas que cualquier judío respetable evitaría. No hay ninguna duda que con ello nos estaba marcando un ejemplo del amor incondicional del Padre hacia todo tipo de personas, sin ningún tipo de discriminación. No había ningún grupo humano que Jesús considerara indigno de su relación y acercamiento, ni prostitutas, ni nacionalistas judíos violentos, ni publicanos, ni leprosos, ni invasores romanos, ni samaritanos, ni mujeres, ni niños. Con ello nos marca también a nosotros un camino a seguir, el de mostrar el amor y la aceptación incondicional de Dios hacia todo tipo de personas ¡Sin excepción!

Estos días la comunidad gay celebra el día de su orgullo. Todo el tema de la ideología de genero se ha convertido en un caballo de batalla que, seamos honestos, la iglesia no sabe muy bien como manejar. Nos cuesta distinguir las agendas políticas de un grupo -en este caso la comunidad LGTB- de las personas y su dignidad como portadores de la imagen de Dios. Nos cuesta entender que, aunque el Señor no apruebe su conducta, no deja de amarlos de forma profunda e incondicional; tanto ni más ni menos de como te ama a ti y a mí. No podemos olvidar que Jesús dio su vida por todos y cada uno de los miembros de ese colectivo como la dio por cada uno de nosotros. Me pregunta si los seguidores de Jesús con nuestras actitudes, acciones, omisiones, comentarios y reacciones les estamos mostrando que existe un Dios que les ama profundamente. Tal vez debemos meditar más en el ejemplo dado por Jesús, las implicaciones que tiene para nosotros y gestionar con el Padre en oración los sentimientos encontrados que esta situación nos puede provocar.


¿Aprobaría Jesús nuestras actitudes?