Durante la vida de su marido, la mujer está ligada a él: pero si el marido muere, la mujer queda libre para casarse con quien le plazca, siempre que lo hagan como cristianos. (1 Corintios 7:39)

Una de las leyendas evangélicas más populares (y afirmaría que más dañina) es la que afirma que el Señor tiene un hombre preparado para cada mujer y viceversa. Una pareja perfecta, diseñada para esa persona y que forma parte del plan singular del Padre para cada uno de sus hijos. Cuando partimos de esta creencia -que carece de todo fundamento en la Palabra- se nos plantea un grandioso reto. ¿cómo encuentro a esa persona, cómo puedo discernir quién es? ¿qué sucede si elijo equivocadamente, le estoy "robando" esa pareja perfecta a otro que, a su vez, deberá hacer lo mismo con otra creando una reacción en cadena cósmica? Esta premisa también se aplica a otras decisiones tales como: qué trabajo escogeré, que vivienda compraré, que auto debo escoger, en dónde debo vivir.

Creo que el apóstol Pablo en este pasaje desmonta de forma definitiva esta popular creencia evangélica. Nos está hablando de alguien que debe plantearse el matrimonio y que debe escoger. De forma sorprendente el apóstol indica que esa persona se case ¡Con quién quiera! ¡Con quién le plazca! ¡Con quién le dé la gana! Solo pone una limitación, que sea un seguidor de Jesús. 

Si nos acogiéramos a la leyenda evangélica el apóstol nos diría algo semejante a esto: "La mujer queda libre para comenzar un proceso de discernimiento espiritual para poder comprobar cuál es la persona que en su plan perfecto el Señor tiene preparado para ella, a fin de que esté totalmente segura de tomar la decisión correcta. ¡Vaya contraste entre ambas maneras de afrontar la situación!

Por tanto, acabo con un principio claro: libertad total -quien le plazca- dentro de la voluntad expresa de Dios -con otro seguidor de Jesús-. Eso no quiere decir que no hayan criterios para decidir bien pero eso los veremos mañana. 

 



Durante la vida de su marido, la mujer está ligada a él: pero si el marido muere, la mujer queda libre para casarse con quien le plazca, siempre que lo hagan como cristianos. (1 Corintios 7:39)

Una de las leyendas evangélicas más populares (y afirmaría que más dañina) es la que afirma que el Señor tiene un hombre preparado para cada mujer y viceversa. Una pareja perfecta, diseñada para esa persona y que forma parte del plan singular del Padre para cada uno de sus hijos. Cuando partimos de esta creencia -que carece de todo fundamento en la Palabra- se nos plantea un grandioso reto. ¿cómo encuentro a esa persona, cómo puedo discernir quién es? ¿qué sucede si elijo equivocadamente, le estoy "robando" esa pareja perfecta a otro que, a su vez, deberá hacer lo mismo con otra creando una reacción en cadena cósmica? Esta premisa también se aplica a otras decisiones tales como: qué trabajo escogeré, que vivienda compraré, que auto debo escoger, en dónde debo vivir.

Creo que el apóstol Pablo en este pasaje desmonta de forma definitiva esta popular creencia evangélica. Nos está hablando de alguien que debe plantearse el matrimonio y que debe escoger. De forma sorprendente el apóstol indica que esa persona se case ¡Con quién quiera! ¡Con quién le plazca! ¡Con quién le dé la gana! Solo pone una limitación, que sea un seguidor de Jesús. 

Si nos acogiéramos a la leyenda evangélica el apóstol nos diría algo semejante a esto: "La mujer queda libre para comenzar un proceso de discernimiento espiritual para poder comprobar cuál es la persona que en su plan perfecto el Señor tiene preparado para ella, a fin de que esté totalmente segura de tomar la decisión correcta. ¡Vaya contraste entre ambas maneras de afrontar la situación!

Por tanto, acabo con un principio claro: libertad total -quien le plazca- dentro de la voluntad expresa de Dios -con otro seguidor de Jesús-. Eso no quiere decir que no hayan criterios para decidir bien pero eso los veremos mañana. 

 



Durante la vida de su marido, la mujer está ligada a él: pero si el marido muere, la mujer queda libre para casarse con quien le plazca, siempre que lo hagan como cristianos. (1 Corintios 7:39)

Una de las leyendas evangélicas más populares (y afirmaría que más dañina) es la que afirma que el Señor tiene un hombre preparado para cada mujer y viceversa. Una pareja perfecta, diseñada para esa persona y que forma parte del plan singular del Padre para cada uno de sus hijos. Cuando partimos de esta creencia -que carece de todo fundamento en la Palabra- se nos plantea un grandioso reto. ¿cómo encuentro a esa persona, cómo puedo discernir quién es? ¿qué sucede si elijo equivocadamente, le estoy "robando" esa pareja perfecta a otro que, a su vez, deberá hacer lo mismo con otra creando una reacción en cadena cósmica? Esta premisa también se aplica a otras decisiones tales como: qué trabajo escogeré, que vivienda compraré, que auto debo escoger, en dónde debo vivir.

Creo que el apóstol Pablo en este pasaje desmonta de forma definitiva esta popular creencia evangélica. Nos está hablando de alguien que debe plantearse el matrimonio y que debe escoger. De forma sorprendente el apóstol indica que esa persona se case ¡Con quién quiera! ¡Con quién le plazca! ¡Con quién le dé la gana! Solo pone una limitación, que sea un seguidor de Jesús. 

Si nos acogiéramos a la leyenda evangélica el apóstol nos diría algo semejante a esto: "La mujer queda libre para comenzar un proceso de discernimiento espiritual para poder comprobar cuál es la persona que en su plan perfecto el Señor tiene preparado para ella, a fin de que esté totalmente segura de tomar la decisión correcta. ¡Vaya contraste entre ambas maneras de afrontar la situación!

Por tanto, acabo con un principio claro: libertad total -quien le plazca- dentro de la voluntad expresa de Dios -con otro seguidor de Jesús-. Eso no quiere decir que no hayan criterios para decidir bien pero eso los veremos mañana.