Los ojos son lámparas para el cuerpo. Si tus ojos están sanos, todo en ti será luz; 23pero si tus ojos están enfermos, todo en ti será oscuridad. Y si lo que en ti debería ser luz, no es más que oscuridad, ¡qué negra será tu propia oscuridad! (Mateo 6:22-23)


Alguien afirmó que no vemos el mundo tal y como es, sino tal y como somos nosotros. Es decir, vemos lo que queremos ver. Somos selectivos en nuestra mirada. Aceptamos todo aquello que encaja con nuestra visión del mundo y la realidad y rechazamos todo aquello que no encaja en la misma. En el Israel de la época de Jesús se creía que los ojos eran la ventana para la vida interior, para el alma. Del mismo modo que los vidrios en una ventana pueden filtrar la luz, disminuir su intensidad, tintarla de color o incluso impedir total o parcialmente su entrada, lo mismo sucede con nuestros ojos. 

La idea es que puede darse el caso de que no veamos la realidad tal y como la ve Dios, sino tal y como la ven nuestros prejuicios, ideas preconcebidas, clichés o filtros mentales, sean de tipo político, religioso o cultural. Por tanto, nuestra vida interior, se va configurando en base a lo que va llegando a nuestro interior y, lo peor de todo ello, es que en muchas ocasiones ni siquiera tenemos conciencia de que miramos a través de filtros, estamos total y absolutamente convencidos de que vemos el mundo tal y como es. Creo que Jesús nos advierte de este peligro y nos anima a mirar a través de sus ojos la realidad, es decir, el mundo en el que vivimos y nuestro prójimo. Como ves determina como piensas; como piensas determina como concibes el mundo; esto, finalmente determina cómo vives. No en vano todo grupo de presión, sea político, religioso, económico, social, étnico, nacionalista o de género, siempre procurará controlar y dominar los medios de comunicación.


Párate y piensa ¿Ves el mundo a través de los ojos de Jesús o, por el contrario, a través del filtro de tus propios prejuicios?


Los ojos son lámparas para el cuerpo. Si tus ojos están sanos, todo en ti será luz; 23pero si tus ojos están enfermos, todo en ti será oscuridad. Y si lo que en ti debería ser luz, no es más que oscuridad, ¡qué negra será tu propia oscuridad! (Mateo 6:22-23)


Alguien afirmó que no vemos el mundo tal y como es, sino tal y como somos nosotros. Es decir, vemos lo que queremos ver. Somos selectivos en nuestra mirada. Aceptamos todo aquello que encaja con nuestra visión del mundo y la realidad y rechazamos todo aquello que no encaja en la misma. En el Israel de la época de Jesús se creía que los ojos eran la ventana para la vida interior, para el alma. Del mismo modo que los vidrios en una ventana pueden filtrar la luz, disminuir su intensidad, tintarla de color o incluso impedir total o parcialmente su entrada, lo mismo sucede con nuestros ojos. 

La idea es que puede darse el caso de que no veamos la realidad tal y como la ve Dios, sino tal y como la ven nuestros prejuicios, ideas preconcebidas, clichés o filtros mentales, sean de tipo político, religioso o cultural. Por tanto, nuestra vida interior, se va configurando en base a lo que va llegando a nuestro interior y, lo peor de todo ello, es que en muchas ocasiones ni siquiera tenemos conciencia de que miramos a través de filtros, estamos total y absolutamente convencidos de que vemos el mundo tal y como es. Creo que Jesús nos advierte de este peligro y nos anima a mirar a través de sus ojos la realidad, es decir, el mundo en el que vivimos y nuestro prójimo. Como ves determina como piensas; como piensas determina como concibes el mundo; esto, finalmente determina cómo vives. No en vano todo grupo de presión, sea político, religioso, económico, social, étnico, nacionalista o de género, siempre procurará controlar y dominar los medios de comunicación.


Párate y piensa ¿Ves el mundo a través de los ojos de Jesús o, por el contrario, a través del filtro de tus propios prejuicios?